Conoce el trabajo que ha realizado el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte atendiendo dos problemas sociales graves en México.
En medio de una realidad desafiante como la de Ciudad Juárez, que les supone retos permanentes, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte cumplió el pasado 30 de agosto quince años de solidaridad y acompañamiento, principalmente a víctimas de tortura y desaparición forzada.
En entrevista con Periódico Presencia, el padre Oscar Enríquez, fundador y director del Centro, compartió las raíces del trabajo que realizan, el cual se ha convertido en un proyecto de vida para el equipo.
Sostenido por tres raíces
El padre Oscar compartió los inicios de este Centro que, dijo, está fincado en tres raíces profundas.
“Una primera es la realidad de Ciudad Juárez. Una realidad muy conflictiva, muy violenta, de mucho rezago social, de flujos migratorios, maquiladoras, tráfico de drogas, presencia del crimen organizado… la realidad juarense siempre ha sido un desafío y un reto en torno a respetar la dignidad humana”, compartió el padre Oscar.
Otra de las raíces es la Red de Análisis, un espacio eclesial conformado por sacerdotes, religiosas y laicos agentes de pastoral en general.
“Creo que de ahí brotó la mística, que siempre ha sido servir, ser solidarios y estar atentos a la problemática de la gente y ver como los ayudábamos”, explicó.
Pero lo que detonó el surgimiento del centro, fue la llegada de una señora cuyo hijo había sido torturado por militares.
“Nos pidió acompañamiento para denunciar. Nos apuntamos un grupo y la acompañamos, prácticamente de ahí surgió la iniciativa de crear un centro de derechos humanos”, dijo.
Constituído asociación
Después de ese caso, en el año 2000, inició el proceso para constituirse como Centro de Derechos Humanos, mismo que se fue configurando en el 2001.
“Ponemos como fecha de inicio el 2001, pero en el 2000 ya estábamos en el proceso de discernimiento para constituir un centro de derechos humanos”, dijo el sacerdote.
Al iniciar el proceso, los integrantes pidieron apoyo al Centro Pro de México, mismo que les impartió algunos talleres que les ayudaron a elegir el objetivo, misión y visión de la asociación.
“El reconocimiento legal llegó hasta el año 2004 cuando nos propusimos crear una asociación civil, ya que es una manera de conseguir fondos. Además queríamos más independencia de la Iglesia y del Estado. Ese es un poco la finalidad de la asociación civil”, agregó.
Tortura y desaparición forzada
Un momento muy significativo para que el centro tomara como línea de acción el apoyo a víctimas de tortura y desaparición forzada, fue la etapa violenta que Ciudad Juárez vivió del 2008 al 2012.
“En ese tiempo Ciudad Juárez vivió la llamada “guerra del crimen organizado”, que yo creo que no fue guerra, sino una estrategia para controlar población y controlar territorios para el tráfico de drogas de X grupo”, dijo.
El sacerdote recordó que en esa época el centro sufrió un allanamiento a modo de intimidación. Sin embargo con ello se consolidó la resistencia y la proyección del centro.
“En un taller decidimos proyectar y resistir toda la violencia y sobre todo asumir esas dos líneas de trabajo que sabíamos que eran muy confrontativas, tanto la tortura como la desaparición forzada, esto a partir del 2011”, señaló.
Áreas de trabajo
En quince años de vida el centro se ha organizado y actualmente cuenta con cuatro áreas: administrativa, psicosocial (para el acompañamiento a víctimas), educación (en derechos humanos) y jurídica (con cuatro abogados que asumen los casos de acuerdo a criterios específicos).
“Es un proyecto de vida lo que asumimos. El centro ha ido creciendo y tenemos relación con cantidad de centros y organizaciones a nivel local, nacional y con instancias internacionales, porque algunos casos los llevan fuera del país”, afirmó.
Retos en la solidaridad
El equipo del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte está consciente de que la problemática y la realidad que se vive en Ciudad Juárez y en el país siempre será desafiante.
“El país en lugar de mejorar empeora. En ese sentido, como dijeron desde la ONU, es generalizada la tortura y es generalizada la desaparición forzada en todo el país y son problemas que no tienen corta solución, no se ve por dónde”, dijo el padre Oscar.
El sacerdote puso como ejemplo el caso Ayotzinapa, para explicar cómo la gente se puede dar cuenta de cómo el gobierno pretende encubrir su complicidad con el crimen organizado.
“Es un reto permanente tanto en la ciudad, el Valle de Juárez y en todo el Estado de Chihuahua. Vemos el futuro lleno de retos y de desafíos y tenemos que irnos abriendo camino de acuerdo a lo que la realidad nos dicta”, afirmó.
Llamado a ser sensibles
Ante lo anterior, el sacerdote dijo que el llamado es permanente pues, como dice el Papa Francisco, cada vez crece más la incapacidad y la insensibilidad para escuchar los clamores del pueblo.
“El Papa Francisco dice que el bienestar nos anestesia. El llamado siempre es vivir la solidaridad básica que pide el Evangelio, vivir la misericordia que nos pide Francisco. Es un reto enorme tanto a niveles individuales, de Iglesia, de sociedad y de instituciones académicas”, finalizó.