Falleció el profesor Manuel González, director del Colegio Guadalupe, de la Ciudad del Niño, durante 62 años.
Ana María Ibarra
Reunidos para despedir a quien consideraron un gran ser humano y un maestro entregado, alumnos, ex alumnos, padres de familia, docentes y religiosas, dieron el último adiós al profesor Manuel González Flores, quien dedicó 62 años a la educación de niños y niñas del Colegio Guadalupe, de la Ciudad del Niño.
Con 86 años de edad, el profesor Manuel falleció el pasado 8 de enero, justo el día de su cumpleaños, víctima de problemas respiratorios y fue el pasado 10 de enero cuando se llevó a cabo su misa de cuerpo presente en la capilla del internado fundado por monseñor Baudelio Pelayo y atendido por las Misioneras de María Dolorosa.
Esperanza en la resurrección
La misa fue presidida por el padre Antonio González, quien en su homilía reflexionó sobre la tristeza de despedir a un ser querido, sin embargo, dijo, desde la fe, el cristiano debe creer en la Comunión de los Santos y en la esperanza de la Resurrección.
“En medio de la tristeza damos gracias a Dios por la salvación en Jesucristo. Es en Él donde viene la plenitud de nuestra vida. Con esta esperanza vivamos esta Eucaristía poniendo en sus manos el eterno descanso del profesor don Manuel”, dijo el padre Antonio.
Despedida
Como despedida al “dire”, como cariñosamente era llamado el profesor Manuel, un joven leyó unas palabras de agradecimiento por la vida del profesor González, y el amor que siempre le tuvo a la Ciudad del Niño.
Antes de que los restos del profesor Manuel salieran del recinto, los niños y niñas del internado formaron una valla por el pasillo central del templo hasta la carroza, y mientras el féretro era llevado al automóvil, los pequeños cantaron la canción “Amigo”, que provocó lágrimas en algunos presentes, quienes desbordaron su sentir en un sentido aplauso.
Una vida de servicio
El profesor Manuel González Flores nació el 8 de enero de 1931 en la Ciudad de Torreón, Coahuila. En 1955 vino a Ciudad Juárez, y gracias al encuentro providencial que tuvo con monseñor Baudelio Pelayo, llegó a la Escuela Guadalupe.
“Él visitó la Catedral y vio a monseñor Pelayo estar pegando piso con los trabajadores. Cuando monseñor supo que era maestro, le pidió que le ayudara en el colegio para suplir a la directora que estaba enferma, pero esa ayuda duró 62 años”, relató la hermana María, religiosa Misionera de María Dolorosa.
También la hermana Lourdes Martínez Escobedo, misionera de María Dolorosa, recordó con cariño al profesor, a quien conoció recién profesa.
“Cuando llegó aquí no había barda ni nada. Esto era un llano, pero teníamos la escuela. Él era un hombre muy metódico y reservado, fue un gran maestro que sabía y buscaba la pedagogía para hacerle llegar el conocimiento a los niños”, relató.
La religiosa compartió que el profesor Manuel nunca se casó, y aunque salió un tiempo del internado para trabajar en otro sitio, regresó.
Un aspecto que la hermana Lourdes resaltó del maestro González fue el amor que despertó en los alumnos hacia el magisterio.
“A los que salían de la escuela y que cursaban secundaria o preparatoria les pedía que dieran clases a los niños del internado y hubo muchos que lograron terminar su carrera. Fue una labor muy bonita, incansable”.
La hermana Lourdes dijo que durante su servicio, el profesor Manuel logró asimilar la finalidad y el espíritu con el que monseñor Pelayo fundó la escuela, así como transmitir ese espíritu a los niños.
“Da tristeza su partida, pero despierta el agradecimiento a una persona que supo entregar su vida a la niñez, a los jóvenes. Agradecemos a Dios el servicio que un laico realizó con entrega total”, finalizó.
RECUADRO
Sembró semillas de amor
El profesor González no sólo educó a los niños, sino que también forjó maestros, pues muchos ex alumnos se dedicaron a la docencia gracias a su ejemplo.
“Cuando el profesor Manuel llegó a la escuela él era muy joven. Me dio clases en quinto y sexto de primaria. Fue mi orientador de toda la vida, un maestro íntegro, se entregó al cien por ciento”, compartió el profesor Manuel Jiménez Almeida, quien siguió la carrera del magisterio gracias a su orientador.
“Año con año, día tras día, por sesenta años en la Ciudad del Niño, fue un ejemplo de persona. Hizo de su profesión una vocación íntegra, completa, increíble, con todas las limitaciones que había aquí. Él vivía en un rinconcito, solo, con una entrega absoluta. Le gustaban mucho las matemáticas y por él seguí la carrera de las matemáticas”, agregó el profesor.
Por su parte, el profesor Rubén Villalobos, director de los Colegios Independencia y Zaragoza afirmó:
“Es muy difícil estar aquí, al lado de sus restos, pero tenemos la fe puesta en Dios nuestro Señor. Sentimos mucha tristeza pero también sentimos mucha emoción porque en el cielo está de regocijo porque el dire ya está viendo a su gran amigo, monseñor Pelayo, y a su gran maestro monseñor Talamás”, dijo el profesor Rubén Villalobos, quien fue amigo del profe Manuel por muchos años.
“La gran convicción de este hombre nos deja rectitud, ese amor al trabajo y ante todo, esa fe en Dios”, concluyó el profesor Villalobos
FRASES…
“Agradecemos a Dios haberlo conocido, que nos haya dado ese ejemplo y haber aprendido tanto de él. Esperemos que el día que el Señor nos tenga permitido llegar a la casa del Padre lo encontremos y le digamos: ¡Dire, venga, un abrazo!”.
Profesor Rubén Villalobos, director del Colegio Independencia
“Tengo 13 años aquí. Fue una persona muy especial para nosotros, nos dejó muchas enseñanzas y más que nada para seguir sus pasos. Me quedo con la forma en la que trabajaba, cómo guiaba a los niños. Fue un todo, como ser humano, como maestro”.
Mtra. Liliana Aguirre, directora del Colegio Guadalupe
“Siempre le pedí el consejo, la orientación y mis regaños de vez en cuando. Lo quise mucho, fue para mí un padre. Estoy agradecidísimo con él y estoy seguro que en muchos dejó huella”.
Profesor Manuel Jiménez Almeida, ex alumno
“Me siento muy triste porque fue una gran persona. Me dio la oportunidad de poder trabajar en el colegio cuando inicié como maestro y gracias a él pude estudiar la carrera. Le voy a estar agradecido toda mi vida. Me quedo con su calidad de persona, era un ejemplo para los demás maestros. De él aprendí todo lo que sé. Estoy muy triste, pero contento porque ya está descansando”
Profesor Pedro Valdez, Colegio Guadalupe
“Era un maestro que a todos nos apoyó siempre. Siempre estaba para nosotros, si los profesores no estaban, él sí para darnos su consejo, siempre nos respaldaba”
Juan Daniel Sánchez, ex alumno
“Lo conocí en el 72 y hasta la fecha conviví con él. Estamos contentas porque está en el Reino celestial, y tristes porque ya no lo vamos a ver”
Hermana María, Misionera de María Dolorosa