Ana María Ibarra
«Es un regalo de Dios nuestro Padre, inmerecido», así definió monseñor Isidro Payán su sacerdocio en el festejo de su aniversario ministerial número 70, que se llevó a cabo con una misa de acción de gracias en el templo de El Señor de la Misericordia.
Acompañado del monseñor J. Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, de sus hermanos sacerdotes, y ante la mirada alegre de familiares y del pueblo diocesano, monseñor Isidro ingresó al templo por el pasillo central apoyado de su sobrino Jesús Rivera Payán, también sacerdote.
En el área del presbiterio se encontraba esperado el padre Alfonso Payán, hermano de monseñor.
El pueblo se dispuso a alabar a Jesucristo, Buen Pastor, «quien ha pastoreado a este pueblo al lado de monseñor Payán.”, dijo el comentarista al inicio de la celebración.
“Un buen pastor es el tesoro más grande que el Buen Dios puede regalar a una parroquia”, añadió previo al inicio de la Eucaristía, cuya primera parte fue presidida por monseñor Torres Campos.
Momentos de ternura
Después de la lectura del evangelio, proclamado por el diácono transitorio David Hernández, monseñor Payán, el padre Alfonso y el padre Jesús, sobrino de ambos, compartieron la historia de su vida, el llamado y su ministerio.
Los hermanos Payán narraron su historia desde su infancia, etapa en el que sintieron el llamado de Dios, hasta estos momentos de vida sacerdotal.
Por su parte, el padre Jesús dio testimonio de la entrega de sus tíos y compartió que han administrado los sacramentos en la familia, desde el sacramento del matrimonio, hasta celebración de exequias.
Los fieles escucharon atentos, llenos de ternura de ver a los hermanos Payán compartir su niñez y expresar juntos su agradecimiento a Dios.
«Siempre seremos discípulos y misioneros», expresaron al unísono.
Después de este emotivo momento, monseñor Payán continuó con la eucaristía.
Antes de concluir la celebración, monseñor Torres Campos tomó la palabra para agradecer y felicitar en nombre de toda la diócesis, a monseñor Isidro Payán.
“Es usted un ejemplo de vida, testimonio grande para nosotros de felicidad, gozo, servicio; es un gran padre, un gran amigo y un gran hermano. Usted es un pilar en nuestra diócesis y nos impulsa a seguir adelante con su ejemplo de fidelidad y entrega”, expresó el obispo.
Monseñor Torres pidió a monseñor Payán seguir siendo esa luz en la diócesis compartiendo su sabiduría.
“Siga alimentándonos con su sabiduría. Dios los bendiga a usted, a su hermano el padre Alfonso; a su sobrino, el padre Jesús. Todo el cariño y el amor de nuestra diócesis está con usted”, dijo el obispo, lo que mereció aplausos para monseñor Payán.
Monseñor Payán expresó que su sacerdocio es un “regalo de Dios nuestro Padre, inmerecido”.
“Yo no era originario de Juárez, pero aquí me arraigué. Por su hospitalidad y generosidad, gracias y que Dios se los pague. Siempre he estado contento de ser sacerdote y mi hermano Alfonso también. Nuestra vocación siempre ha estado acompañada de nuestra Madre María Santísima. Lo que hayamos hecho y hagamos sea para gloria de Dios”, expresó haciendo sonar nuevamente las palmas de los presentes.
Para cerrar el festejo, se ofreció una cena en honor de monseñor Payán.
En frases…
“El ejemplo, la fidelidad, el testimonio de mis tíos han marcado mi vida. Desde muy pequeño al ver la alegría con la que ellos transmitían la Palabra de Dios, como trataban a la familia me ayudó muchísimo. Veamos el ejemplo de monseñor Isidro Payán, él ha sido muy fiel al llamado de Dios. Cuando somos fieles a la palabra de Dios y nos alimentamos de ella como parte de nuestra vida tenemos seguro el camino que Cristo va marcando. Seamos fieles a Cristo, Él siempre está con nosotros”.
Pbro. Jesús Rivera Payán.
“Me siento muy feliz saludando a toda la feligresía, la actual y la que tuve hace años aquí. El Señor llene de bendiciones a ustedes y a toda su familia”.
Pbro. Alfonso Payán.
Celebró en la que fue su
parroquia más de 30 años
Para seguir con sus celebraciones por 70 años como sacerdote, monseñor Isidro Payán presidió la misa dominical a las 12 del mediodía en Catedral, donde fungió como párroco durante casi 38 años, acompañado del padre Eduardo Hayen Cuarón, actual párroco de la Catedral y quien fue bautizado por monseñor Payán.
Ante un templo lleno, monseñor Isidro dio tres puntos de reflexión sobre las lecturas y el evangelio del día concluyendo esta breve reflexión con una frase: “Cuantas veces hagamos el bien, nuestros nombres se escribirán en el cielo”.
Después de estas palabras, monseñor Payán compartió brevemente la historia de la Catedral. Con nombres concretos y fechas exactas, recordó los trabajos de demolición y reconstrucción se realizaron por las afectaciones que presentaba el templo a principios de los años setentas.
Historia
Trajo a la memoria a monseñor Baudelio Pelayo, quien estuvo a cargo de la Catedral muchos años, fue un sacerdote muy querido por la comunidad e hizo grandes obras a beneficio de la comunidad juarense, como la fundación de Misioneras de María Dolorosa, la construcción del asilo de ancianos en Senecú, el albergue para niños Ciudad del Niño, y el Orfanato Guadalupe, que ya no existe.
“Es bueno que conozcamos nuestra historia de fe. Cuando vine a Juárez me enamoré de su gente. No he conocido personas más generosas que los juarenses. Es una gente colaboradora, cooperadora, entusiasta, gritona. Le doy gracias a Dios por la generosidad, la misericordia, la bondad y el servicio que prestan a los sacerdotes”, expresó monseñor Payán.
Agradecidos
El festejado presentó a los fieles a la señora Eileen, feligrés canadiense que, en nombre de su familia, vino a la diócesis para celebrar con monseñor su aniversario en recuerdo de los años que él fue capellán de una comunidad en London, Canadá.
Antes de concluir la celebración, el padre Eduardo Hayen tomó la palabra para decir:
“Quiero dar gracias a Dios por su ejemplo de integridad como sacerdote, por todo lo que ha hecho por la diócesis, siempre animando al presbiterio a ser buenos sacerdotes. Nos alegramos de haber celebrado estos 70 años de vida sacerdotal con usted”, expresó.
Monseñor Payán fue despedido con aplausos, y el mismo pidió aplausos para Jesús y para la Virgen de Guadalupe.