Esta es la historia vocacional de Abraham Betancourt Betancourt, quien será ordenados diácono transitorio el próximo 10 de septiembre, en Catedral.
Diana Adriano
Desde muy pequeño, Abraham Betancourt comenzó a sentir una inquietud por la Iglesia.
“En Minatitlán, Veracruz, mis amigos se iban a las Iglesias cristianas, y me llamaba la atención porque nos daban juguetes, desayunos y había payasos que nos enseñaban de la Palabra”, recordó.
Hoy sabe que como tenía nueve años, iba sólo por los regalos. Hasta que un día recibió la invitación que cambió su vida.
“La vecina de nuestra casa es católica, se llama Esperanza, e invito a mi mamá a que fuera a la iglesia católica. Mi mamá no tenía ningún sacramento, ni yo tampoco, y no quiso ir el primer día, pero me dijo que yo fuera, porque yo ya estaba un poco más familiarizado con las cosas de la Iglesia”, compartió.
El pequeño Abraham acudió al templo católico con la idea de que iba a ver juguetes, regalos, desayunos y payasos.
“Recuerdo que me senté hasta enfrente, en la capilla de Nuestra Señora de Fátima. Mi sorpresa fue que llegué a una Hora Santa, y todo era muy diferente y raro para mí. Pero me gustó mucho”, compartió.
Abraham recuerda con mucho cariño al entonces párroco de esa comunidad, el padre José Vicente Emilio Macías.
“El padre comenzó a hacer oración por las personas que tuvieran una enfermedad. Recuerdo que me levanté y me formé en la fila, y cuando el padre me preguntó sobre la enfermedad qué tenía, yo le dije que me dolía la cabeza, porque no sabía qué decir”, compartió entre risas.
La figura del sacerdote llamó mucho la atención de Abraham, y la oración de ese momento le llegó al corazón. Era algo totalmente distinto a lo que vivió con los hermanos cristianos.
“Fui a compartir este entusiasmo con mi mamá y la convencí de hacer los sacramentos juntos, e iniciamos nuestro curso que duró dos años. El 11 de abril del 2000 recibimos nuestros sacramentos”, recordó.
Después de sus sacramentos, Abraham ya no quiso separarse de su comunidad y comenzó a servir como monaguillo. Así se incrementó su curiosidad por la vida sacerdotal.
Nueva invitación
Abraham solía visitar a uno de sus hermanos en Ciudad Juárez, y en una ocasión conoció al padre Sergio Hernández, entonces párroco de Santa Cecilia.
“Me empezó a invitar al Pre Seminario y yo le decía que muchas gracias, pero yo iba a entrar al Seminario de Veracruz”, recordó Abraham, quien uno de esos años se quedó a trabajar en Ciudad Juárez, pero perdió sus documentos, así que no pudo volver a Veracruz para ingresar al Seminario.
En 2010, ante la nueva invitación del padre Sergio para el Pre Seminario, Abraham decidió vivir una Jornada Vocacional junto al padre Salvador Magallanes y su equipo.
“Recuerdo que fue un momento de mucha gracia, lloré mucho porque quería responderle al Señor, pero me daba mucho miedo hacerlo aquí en Ciudad Juárez, ya que no conocía más que a mi hermano y al padre Sergio”, recordó.
Respuesta con miedo
Con miedo y todo, Abraham levantó la mano cuando preguntaron quién deseaba ingresar al Seminario.
“Le comenté a mi mamá y ella me dijo que estaba bien, pero que se iba a regresar a Veracruz. En ese momento me entró mucho más miedo, lo platiqué con el padre Sergio y me di cuenta de que no debería de tener miedo, pues Dios me estaba llamando, y no me iba a dejar solo”, compartió Abraham.
El 7 de agosto de 2010, Abraham entró al Seminario y dos meses después su mamá regresó a Veracruz.
“Fue todo un proceso. Me costaba asimilar que era seminarista porque era una gracia muy grande que me había dado Dios. Pasó mucho tiempo para asimilarlo. Junto conmigo entraron 15 seminaristas que se convirtieron en mi familia. Me ayudó mucho estar en comunidad con ellos”, indicó el futuro diácono.
Instrumento de Dios
Hoy, a unos pasos de su ordenación diaconal, Abraham pide a Dios que le ayude a ser su instrumento.
“Se me hace impresionante estar a unos pasos del diaconado y después vendrá mi preparación para mi ordenación sacerdotal, si Dios quiere. Es una gran dicha que Dios me llame para ser su servidor y su instrumento”, añadió Abraham.
Sobre el padre Sergio, su futuro padrino, dijo: “Está muy contento. Dice que desde el inicio pudo ver cómo Dios me llamaba. Su apoyo ha sido muy significativo para mi vocación”.
Frase
“La oración de la viejita en el Sagrario impidió que yo desistiera, la oración por las vocaciones ha sido un pilar fuerte en mi vida, por eso pido que sigan orando por nosotros y porque el Señor nos conceda más santas y buenas vocaciones”