Pbro. Eduardo Hayen Cuarón/ Director de Presencia
¡Gratísima noticia! El pasado 8 de diciembre fue sorpresivo el anuncio del papa Francisco al proclamar el inicio del Año de San José, que comenzó ese mismo día y que concluirá el 8 de diciembre de 2021. Cuando un pontífice decreta un año dedicado a un motivo especial como fue el Año del Rosario de san Juan Pablo II, el Año Sacerdotal de Benedicto XVI o el Año de la Misericordia del papa Francisco –por poner algunos ejemplos– el anuncio suele hacerse con bastante anticipación y se proporciona material para preparar ese año celebrativo.
Las circunstancias especiales ocasionadas por la pandemia del Covid-19 hacen comprensible que el anuncio del Año de san José haya sido hecho sin antelación. El motivo, lo sabemos, es para celebrar los 150 años de la proclamación que hizo Pío IX del padre virginal de Jesús como patrono de la Iglesia universal.
Sin duda, el decreto papal es obra de la Providencia de Dios. En estos tiempos de crisis profunda en que el coronavirus ha sembrado enfermedad y muerte por todas partes, es necesario mirar al Cielo e invocar al santo patrono que custodia la casa de Dios en la tierra. El culto católico y la vida pastoral se han visto profundamente perjudicados con el cierre de las iglesias. No pudimos celebrar las solemnidades más importantes del año como fue la Semana Santa, la Pascua, y también se verá afectado el culto de las próximas fiestas de Navidad. Nuestras parroquias han sufrido la desbandada de fieles que, temerosos, tardarán en regresar, si es que regresan. En esta tempestad habremos de pedir a san José que nos ayude a restaurar la vida de la Iglesia.
El daño en la salud pública ha sido catastrófico con una epidemia que sigue creciendo y que ha cobrado la vida de un millón de personas. En los hospitales muchos enfermos han tenido que morir solos, sin nadie que los asista espiritualmente. En esas circunstancias la devoción a san José, como patrono de la buena muerte, debe de ser redescubierta por los hijos de la Iglesia y llevada a la práctica. Al mismo tiempo el coronavirus ha hecho estragos en la economía y en mundo laboral, dejando a muchos sin trabajo. Como administrador, sostén y guía de la Sagrada Familia, san José nos inspirará para reconstruir nuestros hogares, las pequeñas empresas y la industria.
Una de las áreas donde san José puede convertirse en un gran modelo será en la vida familiar y, concretamente, en la vida de los varones. La ideología de género sigue impactando la vida política y social con la absurda confrontación entre hombres y mujeres, culpando a los varones de todos los males. Muchos hombres se sienten perdidos, carentes de un proyecto de vida, atrapados en los vicios y sin la capacidad para formar familias cristianas sólidas. La figura de José de Nazaret es modelo de lo que significa ser varón cuya misión es proteger, custodiar, guiar y defender a la esposa, a los hijos, a sus empresas o a sus comunidades parroquiales.
Durante el Año de san José podremos ganar la indulgencia, para nosotros o para nuestros difuntos, cumpliendo con las disposiciones que pide la Iglesia y practicando obras de misericordia dedicadas al santo. Además tendremos ocasión de instruirnos en su vida a través de charlas, catequesis y homilías; o bien podremos iniciar proyectos pastorales inspirados en su figura. Si sabemos corresponder a esta gracia divina tendremos, pues, un año de mucho provecho espiritual para nuestras parroquias, grupos y familias.
Mientras tanto, cuando en esta Navidad nos acerquemos al pesebre para adorar al Niño y a venerar a su Madre, la Virgen, pongamos también los ojos en la figura silenciosa, discreta y humilde de José, a quien Dios confió la misión de custodiar el misterio del nacimiento del Hijo de Dios. Al santo varón pidámosle que durante el año 2021 sepamos redescubrir su grandeza e imitar sus virtudes. ¡Feliz Navidad!