Ana María Ibarra
Con el corazón desbordante de amor por la Santa María de Guadalupe, miles de fieles visitaron la Catedral para dejar sus ofrendas y oraciones de agradecimiento y de súplica a la Morenita del Tepeyac, durante su fiesta el pasado lunes 12 de diciembre.
Gestos de amor
Ramos de flores, veladoras, imágenes, niños vestidos de Juan Diego y niñas con atuendos semejantes a la Virgen de Guadalupe, fueron las muestras de amor que los feligreses devotos llevaron para honrar a Nuestra Señora de Guadalupe.
Durante todo el día se vio desfilar a niños, jóvenes, hombres y mujeres, tanto en la Catedral como en la Misión de Guadalupe, esta última habilitada para recibir las ofrendas florales y las veladoras.
Mientras que en el templo grande se llevaron a cabo las celebraciones eucarísticas, en la Misión los fieles eran guiados por los servidores de ACAN para no abarrotar el pequeño templo y hacer más fluida la circulación de personas.
Sin embargo, quienes llevaban en su interior la necesidad de pasar más tiempo en el recinto pudieron hacerlo, ya que se colocaron algunos reclinatorios para que los fieles oraran a María Santísima.
Entre las muestras de cariño a la Guadalupana, también estuvo la danza de los matachines quienes desde el exterior le dedicaron sus pasos y sones.
Bendición apostólica
En la gran fiesta diocesana en que se honró a la patrona de la diócesis Santa María de Guadalupe, se celebró la misa de bendición de las rosas, esto en recuerdo del mensaje que la Virgen morena dejó en el ayate de Juan Diego.
La misa fue presidida por el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos, quien otorgó la bendición apostólica a los fieles con indulgencia plenaria.
En su homilía, el obispo se refirió a la Virgen de Guadalupe como una “señal de esperanza” para el pueblo que hace casi 500 años vivía una situación difícil.
“Para nuestro querido México, Dios envía una señal, la Virgen de Guadalupe. Qué todos los días se convierta en una señal. Ella nos da esperanza y consuelo, pero nosotros estamos llamados a trabajar y buscar juntos el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y paz”, expresó el obispo.
Fue al final de su homilía cuando el obispo realizó la bendición de las rosas, mismas que los fieles elevaron.
Después de la oración de bendición, el obispo junto con los sacerdotes Eduardo Hayen y Arturo Martínez, párroco y vicario de Catedral, respectivamente, hicieron la aspersión del agua bendita recorriendo los pasillos del templo.
Al concluir la celebración eucarística, el obispo impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria.