Cientos de fieles se acercaron a la Catedral para dar gracias o pedir la intercesión de Nuestra Madre de Guadalupe en sus fiestas por el 491 aniversario de sus apariciones…
Diana Adriano
Como lo ha hecho cada año desde que nació su hija mayor, Arely Martínez Ortiz, de la parroquia San Pedro y San Pablo, visitó el pasado domingo 11 de diciembre la Catedral. Acudió junto a sus hijas Tailyn y Nahomi Zamarripa.
“Nosotros tenemos una manda desde que nació mi hija más grande. La Virgen, en su inmenso amor, intercedió por nosotros, y desde hace 12 años he traído a mis hijas caracterizadas de la Virgencita en forma de agradecimiento”, compartió emocionada Arely, segura de que con este gesto enseña a sus hijas el amor y respeto a la Madre de Dios.
Igual que lo es para Arely, honrar a Santa María de Guadalupe es para todos los católicos mexicanos más que una tradición anual. Es una devoción profunda, llena de fe, agradecimiento y amor.
Esto se pudo observar en los festejos de la noche del 11 de diciembre, cuando cientos de fieles se dieron cita a los pies de la Virgen Morena en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, y conmemoraron la alegría de los 491 años de su aparición a San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac.
Misa de Gallo
Este año, los devotos tuvieron la oportunidad de seguir pidiendo su intercesión y dejar sus ofrendas florales y veladoras en la Misión de Guadalupe, en la que la imagen de la Madre de Dios fue bellamente adornada por rosas y una brillante cortina de color rosado, que resaltó su hermosura.
Antes de la Misa Solemne presidida por el obispo don José Guadalupe Torres Campos ese domingo 11 de diciembre por la noche, diferentes danzas y grupos de bailes típicos mexicanos, así como bandas y mariachis presentaron sus dones artísticos a la Virgen.
En punto de las 23 horas inició la celebración de la Eucaristía, con una Catedral abarrotada, tanto al interior como al exterior.
Acompañado de diáconos, sacerdotes y seminaristas, el obispo invitó a toda la comunidad diocesana a reflexionar sobre cómo María de Guadalupe quiere manifestar su amor, ternura, consuelo y auxilio a quienes desean conocer a su Hijo.
“En ocasiones ponemos nuestra esperanza en cosas superficiales, en cosas sin sentido y es alarmante cómo la gente anda buscando en otras ideologías y pensamientos una solución. Pero nuestra esperanza tiene que estar solo en Dios que se nos da a través de nuestra Madre Santísima”, indicó el obispo en su homilía.
Un encuentro de alegría
Igualmente compartió que María quiere alimentarnos y conducirnos a la Eucaristía para nutrirnos del Pan de la vida, para que de esta forma seamos fuertes y valientes ante las acechanzas del mal, y dejar a un lado las envidias, las malas pretensiones y dar siempre fiel testimonio del amor de Dios.
“Hoy nuestra Madre viene a este encuentro con nosotros, con sus hijos. A través de nuestra Madre Santísima, Dios nos manda una señal, y en camino a los 500 años de su aparición, este es un encuentro que nos llena de alegría”, agregó.
Al finalizar la celebración Eucarística, en punto de las 12 de la medianoche, el señor obispo junto a los sacerdotes bajaron a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe y las mañanitas sonaron en la voz de todos los asistentes.
Al concluir, el padre Eduardo Hayen, párroco de Catedral, dirigió los gritos de “¡Viva la Virgen de Guadalupe!”, “¡Viva la Reina!”, “¡Viva la Paloma Blanca!”, “¡Viva la más hermosa!”, los cuales resonaron en el corazón de todos los asistentes.
Para saber…
Durante los días previos al 12 de diciembre, cientos de personas acudieron para rendirle tributo a la Virgen, patrona de la diócesis de Ciudad Juárez, y bajo cuya protección fue fundada esta ciudad fronteriza.