Escrito de monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán Puebla, uno de los siete prelados mexicanos que participa en el Sínodo de la Familia que se realiza desde este domingo en Roma.
Mons. Rodrigo Aguilar/ Obispo de Tehuacán
Hemos tenido la apertura del Sínodo en Roma, haciendo oración: expresamente con la Eucaristía dominical en el Vaticano, presidida por el Papa Francisco y en la que hemos concelebrado los Cardenales, obispos y sacerdotes que participaremos en dicho Sínodo. A la Misa también han asistido muchas otras personas, clérigos o laicos. Desde luego que también los laicos que participará en el Sínodo.
Como ha dicho el Papa, las lecturas de este domingo se prestan mucho para hablar de la familia, que será el tema del Sínodo.
El Papa ha hablado del drama de la soledad en la que vivía Adán antes de la creación de Eva. Soledad en la que con frecuencia vive el ser humano de hoy y que el Papa describe con muchos detalles.
Dios crea a Eva, alguien semejante a Adán, pero no igual. Dice el Papa: “Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento… para amar y ser amado.”
Luego, cuando a Cristo Jesús le preguntan sobre el divorcio, queriendo ponerle una trampa, Jesús responde remitiéndose al principio de la creación. El Papa reafirma cómo el objetivo del amor entre el varón y la mujer en la relación conyugal, “no es sólo para vivir juntos, sino también amarse para siempre… Sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y para siempre.”
Con su homilía, el Papa nos introduce en la temática del Sínodo y da precisas y luminosas orientaciones para vivir el amor en medio de tanto libertinaje.
También el Papa recuerda algunas palabras de san Juan Pablo II:
«El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente, pero el hombre que cae o se equivoca deber ser comprendido y amado»
Palabras muy adecuadas para aplicarnos y aplicar a todos, para actuar con energía pero también con misericordia en todos los casos.
El Espíritu Santo nos irá conduciendo a lo largo de este Sínodo que hemos iniciado y viviremos a lo largo de tres semanas.