Entrevista con el padre César Campos Insunza, secretario ejecutivo de la Dimensión episcopal del Diaconado Permanente, quien habla sobre la restauración de este ministerio de la Iglesia…
Blanca Alicia Martínez
Aunque el Concilio Vaticano II tuvo la idea de incorporar numerosos hombres casados jóvenes, que participaran a la vez en la vida eclesial y en el mundo laboral con la figura del Diaconado permanente, hoy sabemos que la edad promedio de los diáconos permanentes, no solo en México, sino en otros países, es de 60 años o más.
Un reportaje publicado en el National Catholic Reporter en EU, reflexionó sobre la edad de los diáconos permanentes que supera la edad de jubilación civil. Y de acuerdo a este reportaje, es posible que esta condición tenga un efecto en las vocaciones, y que hombres más jóvenes puedan pensar que no es todavía su momento de incorporarse al diaconado permanente.
Al respecto entrevistamos al padre César Campos Insunza, secretario ejecutivo de la Dimensión episcopal del Diaconado Permanente, para quien la vocación a este ministerio de la Iglesia no es una elección personal, sino un llamado específico de Dios.
Aquí la entrevista
¿Cuál es la edad media de los diáconos permanentes en México y si es lo esperado considerando el servicio que prestan? ¿Por qué?
La edad media de los diáconos permanentes en México, es de 60 años. Considerando que en poco más de la mitad de las diócesis del país se ha restaurado el diaconado permanente, podemos considerar que se han dado pasos positivos, que se ha avanzado, sea en la respuesta a la llamada de Dios a esta vocación específica, sea a nivel de conocimiento del pueblo de Dios, junto con la valoración y aceptación de este ministerio ordenado.
En las diócesis donde se ha restaurado el diaconado permanente, los diáconos ejercen diferentes servicios en las tres dimensiones de su ministerio: palabra, liturgia y caridad. Teniendo en cuenta que estás dimensiones son una participación del ministerio episcopal, es decir, se hace presente dicho ministerio en su diócesis, también a través de los diáconos permanentes y no sólo a través de los presbíteros. Es la presencia sacramental de Cristo servidor, en la persona de sus ministros ordenados, en diferentes facetas de la vida, no sólo sacramental, ritual o celebrativa, sino la presencia de Cristo, que sirve a los necesitados, a los enfermos, a los que se encuentran en las periferias existenciales, como a los que buscan el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia, como para los que buscan alimentarse de la Palabra y de la Eucaristía. En las tres dimensiones es la presencia sacramental de Cristo que hace presente el Obispo diocesano a través de sus presbíteros y diáconos a lo largo y ancho de su diócesis.
¿Considera que el hecho de que haya diáconos de mayor edad desincentiva a los jóvenes para que se animen a tomar el ministerio? ¿por qué?
La normativa -equiparable a la Constitución- de la Iglesia llamada propiamente Derecho Canónico, nos indica que la edad mínima para ser Diácono permanente célibe es de 25 años de vida y si se es casado 35 años, con 10 años de vida matrimonial. En cualquiera de los dos estados, el Diácono permanente tiene que tener vida laboral que le garantice su sustento ya que no se vive del ministerio; por lo tanto, considero que aunque haya muchos diáconos de tercera edad y la media sea de 60 años, esto no desincentiva a jóvenes a responder a este llamado, que es de Dios y no una elección personal sino que es Dios mismo que llama y certifica esa llamada con la ordenación.
¿Cómo avanza este ministerio de la Iglesia? ¿Cree que el diaconado permanente se ha desarrollado lo suficiente en México?
En México, hemos dado grandes pasos en la restauración del diaconado en su modalidad de permanente, fruto de la reflexión teológica que conduce a la aceptación, valoración y promoción de este grado del sacramento del Orden sacerdotal. La intención del Concilio Vaticano II no fue restaurar el diaconado del libro de los Hechos de los Apóstoles (capítulo 6), sino un grado del Orden sacerdotal que es dinámico para responder a las necesidades de cada época.
Después de mil años sin diáconos permanentes, y por lo tanto, sin una teología al respecto, poco a poco se logra dar a conocer esta vocación y nuestros fieles logran también identificar litúrgicamente la diferencia del diácono en sus vestimentas, al igual que valorar su presencia sacramental en medio de la comunidad. En las diferentes diócesis del país los diáconos tienen presencia desarrollando alguna de las tres dimensiones o las tres equilibradamente, por ejemplo, coordinando catequesis pre sacramentales o impartiendo las mismas, celebrando sacramentos, de modo especial el Bautismo, presidiendo exequias y reconociendo y bendiciendo el sacramento del matrimonio. Lo que es más específico del diácono es la dimensión de la caridad que se desarrolla de múltiples formas: como en comedores para indigentes, distribución de despensas, visita a los enfermos o ancianos para acompañarlos y también para disponerlos a recibir el sacramento de la Penitencia o recibir la Sagrada Comunión; hay diáconos que desarrollan la dimensión de la caridad en centros de readaptación social o asistiendo a migrantes que pasan por nuestro país o administrando instituciones diocesanas como casas o centros de retiro o formación.
¿Cree que las vocaciones a la familia y al diaconado permanente deben estar separadas? (por el tema de que se pide a los aspirantes criar primero a sus hijos)
Los diáconos permanentes casados gozan de la doble sacramentalidad, es decir, además de los sacramentos de iniciación cristiana -que todo católico recibe- ellos se convirtieron en personas sacramento cronológicamente, primero matrimonio y posteriormente diáconos. Vivir en equilibrio su vida familiar, laboral y ministerial es un reto para todo Diácono. Es algo que se debe de buscar a través del diálogo con la esposa, la familia y el párroco.
En diócesis de Estados Unidos, durante todo el proceso de formación, las esposas deben de estar involucradas desde el punto de vista académico tanto como espiritual, de tal manera que la esposa pueda participar efectivamente en el ministerio de su esposo, pero sobre todo para que habiendo una mayor comprensión teológica de esta vocación y del ministerio puedan apoyar, acompañar y facilitar el desarrollo del mismo.
¿Cómo pueden las diócesis animar las vocaciones al diaconado permanente?
De hecho cada año tenemos la jornada nacional de oración por el Diácono permanente del primero al 10 de agosto fiesta en la que celebramos a San Lorenzo Diácono y mártir. La intención de esa jornada no es solamente el aumento de las vocaciones al diaconado u orar por la perseverancia de los que se encuentran en formación o por la santificación de los diáconos, sino también es dar a conocer esta vocación, sea porque lo escuchan en sus parroquias en la misa dominical o entre semana porque se ofrece la Eucaristía con esta intención o se añade en la oración universal o en las presas de la Liturgia de las Horas.
Interactuando como Iglesia en la redes sociales, con esta intención de orar y de promover la Jornada Nacional de oración por el Diacono permanente, también queremos dar a conocer la vocación específica del diaconado y sembrar la semilla de la vocación, que es don de Dios pero él se manifiesta a través de las personas y puede despertar esta inquietud a través de todos nosotros o una simple imagen que se vea en redes sociales.
Cabe subrayar que el equipo de la Conferencia Episcopal del diaconado permanente ha estado disponible para visitar las diócesis que lo requieran para ayudarles en la asimilación del concilio Vaticano II, especialmente en lo referente a la restauración del diaconado permanente, sea a los presbíteros que a los fieles que conforman la diócesis.
¿Pudiera comentarnos sobre su reciente reunión nacional, conclusiones o resultados que hayan tenido?
Concluimos que para que el diaconado permanente en México se siga restaurando, los diáconos tienen que hacer creíble el ministerio con su vida, con su testimonio y con la vivencia de su doble sacramentalidad (matrimonio y diaconado).
Desde antes de nuestro trienio, en la dimensión episcopal del diaconado permanente, se ha tenido un curso o encuentro nacional dirigido para los responsables, diocesanos y formadores del Diacono permanente. Se había tenido en el mes de mayo. Pero este año 2024, lo tuvimos en el mes de junio con la visita de un sacerdote dominico experto en el tema del diaconado permanente, fray José Gabriel Mesa Angulo, el cual nos visitó desde Colombia. Es un momento de reflexión, teológica, de fraternidad y de intercambio de experiencias. Siempre muy enriquecedor e iluminador.