Ana María Ibarra
Un adiós lleno de gratitud y reconocimiento para el sacerdote Jesús Figueroa fue externado en la misa de cuerpo presente que se realizó para despedir a “Don Chuy”, el pasado 22 de octubre en la parroquia La Sagrada Familia.
Como se sabe, con gran tristeza, la comunidad diocesana recibió la noticia del fallecimiento del padre Jesús Figueroa el pasado 20 de octubre, luego de una larga enfermedad. Se desempeñaba como vicario de la parroquia Santa María Magdalena, en Villahumada. Apenas tenía un año y medio de haber sido ordenado.
El obispo diocesano presidió la misa de exequias para pedir por el eterno descanso del padre Chuy y el consuelo para su familia, la cual se realizó con las restricciones que ordena la secretaria de salud.
Divertido y aventurero
Al inicio de la celebración, el padre Gustavo Balderas leyó algunas cartas dirigidas a la memoria del padre Figueroa, de parte de hermanos y amigos, quienes compartieron anécdotas y recordaron su calidad de ser humano.
“Siempre nos dejaba una enseñanza. No había tema que no dominara, arquitectura, mecánica, filosofía, historia, religión, todo le apasionaba, todo sabía arreglar, fuera un motor o una pena”, citó el padre Balderas de una de las cartas.
“Era muy divertido y aventurero. Buen amigo, dispuesto a ayudar, fue feliz, necesitaba muy poco para vivir. Adiós hermano, nos dejas un sinfín de recuerdos, nos dimos tanto en vida que nada queda pendiente”, leyó.
Enseguida, se encendió un cirio, símbolo del cuerpo glorioso y resucitado de Jesús.
“Que el resplandor de la luz ilumine nuestras tinieblas y nos llene de esperanza”, dijo el obispo.
Sacerdotes, colocaron la casulla y la estola del padre Jesús sobre su féretro, pidiendo a Dios lo revista de su gloria y goce contemplándolo cara a Cara.
“Nos hemos reunido en torno al altar para celebrar el Misterio Pascual de Jesucristo que se cumple en nuestro hermano sacerdote, Jesús, cuyo cuerpo acompañamos con veneración y respeto. Un día fue recibido en los hijos de Dios por el Bautismo, otro día, por medio del sacramento del Orden, fue hecho signo de Cristo, cabeza y pastor de la Iglesia”, expresó monseñor Torres.
Ya es más dichoso
A la luz del evangelio, el obispo reflexionó sobre el llamado a la felicidad plena que, dijo, solamente el que está unido a Cristo la alcanza.
“Nuestro hermano Jesús fue, ha sido y es, en este momento, más dichoso. Recuerdo que previo a su ordenación, él tenía el deseo, lo expresaba de una manera gozosa y se preparaba para ello. Vino la enfermedad y él me confesó que pasó por su cabeza que no lo ordenaría. El Señor le regaló el don del sacerdocio y fue dichoso”, recordó monseñor Torres.
Añadió que el padre Figueroa fue una “bomba” de felicidad y de gratitud para con Dios por el don del sacerdocio, y resaltó su entrega total y su disponibilidad aún en la enfermedad, pues él deseaba regresar a Villahumada para continuar con su ministerio.
“El Señor lo llamó y ese paso fue tranquilo, signo de esperanza de fe, de paz, con la certeza de que ahora está con Dios”.
Monseñor oró por el eterno descanso del padre Jesús Figueroa, por intercesión de Santa María Virgen, ofreció oraciones por la la familia del padre Chuy y saludó con afecto a la comunidad de Villahumada.
Los sacerdotes quitaron las vestiduras del ataúd -que fueron entregadas a la familia del sacerdote-, y el obispo esparció agua sobre él, así como incienso para concluir con una última oración y el Salve Regina.