¿Somos bienaventurados si lloramos?
Esto estará todavía más claro para quienes han experimentado el dolor como oración. El duelo como forma de oración es más que el dolor que se experimenta con una pérdida. El duelo en este sentido es el ofrecimiento a Dios de nuestra experiencia de pérdida — incluso si hay enojo contra Dios porque sentimos que de alguna manera Dios estuvo implicado en el llevarse a nuestro ser querido.
Israel conoció este tipo de duelo.
Pero ahora nos rechazaste y humillaste:
Dejaste de salir con nuestro ejército,
Nos hiciste retroceder ante el enemigo
Y nuestros adversarios nos saquearon. (Salmo 44,10-13)
Tanto si existe o no incluso un rastro de ira en nuestro duelo, cuando se ofrece el duelo como oración, ésta es una oración que escuchará Dios.
Y por tanto, continuamos viviendo nuestras vidas en Cristo como quienes lloran y se alegran, con buenas razones para ambas cosas. Pero nuestro duelo, si es orante y arraigado en la Biblia, no será un duelo por nuestras pérdidas personales. Estamos llamados a llorar juntos, como cristianos. Se nos llama a esto comunitaria y litúrgicamente en los ritos penitenciales y durante la Cuaresma. Seguimos doliéndonos por nuestra participación en el pecado humano, el pecado que envió a Jesús a sufrir y morir en la cruz.
Pero hay algo más en nuestro duelo orante. Cuando Jesús bendijo a los que lloran, debemos reconocer el dolor comunitario que afligía a Israel como nación. Recuerden el dolor que se menciona en el Salmo 44. Israel ansiaba el día en que las promesas de un reino restaurado traerían el reino de Dios y el gobierno de la justicia en la tierra. Se lamentaban que sin el gobierno de Dios, triunfaba la injusticia. Las necesidades de los pobres, los enfermos, los huérfanos, y el que las viudas estaban descuidadas. Miremos claramente a nuestro mundo, nuestra nación, nuestras comunidades, y en oración, lloremos cuando sea apropiado.
Preguntas para la reflexión y discusión
¿Cuándo ha sido el duelo parte de tu vida? ¿Pudiste encontrar consuelo de Dios y de otras personas? ¿Estás aún buscando consuelo?
¿Qué piensas sería distinto sin fe y sin el dolor como oración? (Ver 1 Tesalonicenses 4,13-14.)
¿Cuáles son algunas de las circunstancias actuales que se presentan a nuestro mundo, nuestra nación, nuestras comunidades, que deberían mover los corazones de los creyentes al duelo?
(Arkansas Catholic/ Diócesis de Little Rock).