- Rodolfo es un claro ejemplo de cómo se puede ser bienaventurado por el llanto…Como explica el papa en su catequesis, Rodolfo entendió su pecado, lloró por él, se arrepintió ante Jesús y se renovó. Aquí su testimonio:
Ana María Ibarra
Después de casi 10 años sumergido en la drogadicción, Rodolfo se encontró con Jesús de una manera muy sencilla. Con el dolor del arrepentimiento se acercó a Él buscando el consuelo, mismo que no se hizo esperar revistiendo a Rodolfo en un hombre nuevo.
Hoy, servidor de Congreso de Matrimonios y de la parroquia Jesús El Salvador, Rodolfo da testimonio de cómo Jesús hizo vida en su persona la bienaventuranza: Felices los que lloran porque serán consolados.
Vicios desde la soberbia
Rodolfo quedó huérfano de madre a los 12 años de edad, desde entonces estuvo prácticamente solo, pues aunque vivía con su papá, este no le prestaba la atención necesaria.
“Sin ninguna supervisión terminé mi primaria, secundaria, preparatoria hasta la universidad. Nunca caí en adicciones. Salí de mi barrio e hice mi vida”, recordó Rodolfo.
Con una profesión, una familia, y un negocio propio, Rodolfo tenía una vida exitosa en todos los sentidos, sin embargo, reconoció que no tenía a Jesús en su corazón.
“Empecé a consumir droga a los 32 años. Viví en la soberbia. Me sentía una persona única en el mundo. Me llovían ofertas de trabajo, pero las rechazaba. El enemigo aprovechó esa debilidad”, reconoció.
Cada viernes, Rodolfo gustaba de ir a las peleas de gallos y apostar. Fue ahí donde inhaló por primera vez la cocaína.
“Recuerdo que ese viernes estaba aburrido en el palenque y el amarrador me invitó a pasar a un área del palenque por un “truco”, pensé que era un tequila o un whisky, pero era una línea de cocaína”, explicó.
Aunque se resistió, finalmente aceptó, tentado por el demonio. Esa noche no solo probó la cocaína, sino que se le presentaron otros vicios humanos en los que cayó.
“Llegué a las 7 de la mañana a mi casa y para que mi esposa no se enojara le di todo el dinero que gané. El demonio hizo su parte. Así inicié en el bajo mundo de la droga”, dijo.
Frutos contaminados
La adicción llevó a Rodolfo a perder su negocio y a punto estuvo de perder su casa y su familia. Su hijo mayor siguió su ejemplo y también cayó en la droga.
“Era muy triste ver a mi hijo tirado en la entrada de mi casa. Es un dolor inmenso. Tuve mucha dificultad con el, me levantó la mano, una indisciplina grande”, recordó.
Rodolfo compartió que su esposa Sandra buscó todos los medios para ayudarlo y lo invitó a ir a las asambleas de matrimonio en Jesús El Salvador.
“En el 2005 ya pertenecíamos a la parroquia. Había días en que llegaba con aliento alcohólico a las reuniones”, compartió Rodolfo al reconocer que no había tenido un encuentro con Jesús.
Aunque el entrevistado aceptó que nunca dirigió una oración al Señor para pedirle ser sanado de las drogas, está convencido que Dios actuó en él.
“El ultimo día que probé la droga, llegué muy drogado a mí casa. Era fin de año y la reunión familiar sería en nuestro hogar. Mi esposa lloró de verme llegar en ese estado, pero no quiso cancelar la fiesta. Me fui a mi cuarto para bañarme, pero me quedé dormido y cuando desperté ya no había invitados”, recordó.
Su renacimiento
Aun con los efectos de la droga, Rodolfo salió de su casa y caminó rumbo al parque.
“Vi que había mucha gente y pensé que era una fiesta, pero era un accidente y me regresé a la casa. En el camino vi pequeñas luces. Pensé que eran luciérnagas, las fui siguiendo hasta el parque y de ahí ya no recuerdo más”.
Al siguiente, para curar “la cruda”, pidió a su proveedor droga y cerveza. Su esposa se había ido a casa de su mamá.
“Cuando llegó el vendedor con la droga, inhalé, pero lo vomité, lo intenté nuevamente y me pasó lo mismo. Bebí cerveza y pasó igual, ya no pude probar nada más. En febrero mi esposa me hizo la observación de que en dos meses no había tomado alcohol”.
Así, sin acudir a rehabilitación, Rodolfo dejó el alcohol y las drogas, pero sentía que aún le hacía falta algo más, así que, un día acudió al Santísimo para encontrarse con Jesús y hablar francamente, frente a Él.
“Le pedí perdón porque sé que nunca me dejó solo. Mi madre había muerto dejándome muy chico y Él estuvo conmigo. Siempre pensé que, si me iba bien en la vida, en mi escuela, en mi trabajo era por mis méritos, pero nunca pensé en Dios, Él no era el centro de mi vida. Ahí, delante de Él, reconocí que todo lo bueno que pasó en mi vida fue porque Él estuvo conmigo”.
Rodolfo recordó que estuvo aproximadamente tres horas llorando delante de Jesús y sintió su consuelo liberador.
“Ahí volví a nacer en Cristo. El Señor me liberó y me limpió el camino en todos los ámbitos de mi vida. Me dio un buen trabajo, me liberó de drogas y de la cárcel”, testimonió.
Servidor en activo
Rodolfo continuó en su servicio dentro de la parroquia y formó parte del equipo de apoyo de Congreso de Matrimonios, donde predica la Palabra de Dios con gran gusto. Sin embargo más situaciones pusieron a prueba su fe.
“Mi hijo mayor cayó en las drogas. El enemigo lo tomó. Nunca dije a mis hijos que había cambiado sino que tenía que convencerlos con mis actos”, relató tras compartir que su hijo también fue liberado por Dios de los vicios.
Pero hace cuatro años vivió otra experiencia que lo hizo discutir con Dios.
“Me sembraron droga en mi camioneta. Le había comentado a un conocido que iría a El Paso y me distrajo para que me instalaran una llanta extra con marihuana. Me detuvieron en el puente y no sabía por qué”, recordó Rodolfo.
Cuando Rodolfo fue notificado del motivo de su detención, no lo podía creer y en su desesperación le reclamó a Dios.
“Después de reclamarle caí de rodillas y le pedí perdón. Le dije que, si él deseaba que yo fuera a esa cárcel y ahí proclamar su Palabra, lo aceptaba, sólo que cuidara de mi familia, pero que si era cosa del enemigo, que no lo permitiera”.
Rodolfo aclaró a los agentes que su camioneta no portaba llanta extra hacía mucho tiempo.
“Ya había puesto mi vida y mi familia en manos de Dios. Los agentes me interrogaron dos horas y luego me dijeron que detendrían mi auto, me destruyeron la visa y me regresaron a Juárez. No pude evitar caer y llorar de rodillas. Tuve el mejor abogado que hay en el mundo, Jesús”, afirmó.
Catorce años tiene Rodolfo sin probar la droga, y en este tiempo se dedica a servir a Dios y proclamar su Palabra.
“Soy inmensamente feliz. Me fascina llevar la Palabra del Señor, que es palabra de consuelo, llevarla hasta el último rincón no por obligación, sino por gratitud”, dijo.
“Invito a la comunidad a poner todas las preocupaciones a sus pies. Es necesario despojarse totalmente de sí mismo para dejar actuar a Dios. Nuestro compromiso es hacer lo que nos toca. Somos una formula muy buena, nosotros y Él”, finalizó el entrevistado.