Queridos hermanos, queridos hijos en la fe, nuevamente les saludo con grande amor como su obispo, padre y pastor.
Seguimos retomando los temas al lado del Papa Francisco. Hemos tocado temas como la alegría, el coraje, la sencillez, la esperanza, la autoestima, la solidaridad. Hoy toca reflexionar el tema del esfuerzo.
Para cualquier cosa, virtud, objetivo, meta o actividad en la vida, se requiere el esfuerzo. Nada se logra como por arte de magia.
El Papa nos invita a esforzarnos, el mismo Cristo nos invita al esfuerzo, a la lucha, a tomar la cruz, al sacrificio, a la constancia, por eso es importante hoy reflexionar sobre esta virtud.
El esfuerzo es la energía que usamos para conseguir algo que deseamos. Aquí dos puntos importantes: ¿qué deseo? …debemos tener claro qué desamos, cuáles son nuestras metas. A veces, desafortunadamente, entre los jóvenes y niños no sabemos qué queremos, hacia dónde vamos. Primero que sepamos cuáles son nuestros objetivos y metas y en consecuencia (viene) el esfuerzo, esa energía espiritual, física, esa energía intelectual en todo sentido para conseguir la meta.
Por ejemplo, cuando practicamos un deporte se ve nuestro esfuerzo porque lo intentamos una vez, dos, muchas veces y si quiero ser un buen deportista, entrenamos, hay que entrenar… eso es esfuerzo, eso es esforzarnos para adquirir habilidad y destreza en la técnica, en la estrategia y así es en todo lo que hagamos. Pero cuando logramos aprender y mejorar, nos sentimos de una manera genial.
Nos dice el papa, ya tomando algunas frases muy concretas, hay que poner nuestra voluntad en marcha. La voluntad es ese motor, esa energía interior. Yo tengo voluntad, quiero alcanzar esto, entonces se echa en marcha la voluntad, una voluntad firme, sólida, bien afianzada, una voluntad fuerte. ¡Arráncala, ten voluntad!
Las dificultades que parecen enormes, dice el papa, hay que verlas como una oportunidad para crecer. Vemos dificultades y a veces nos desanimamos: ¡qué difícil es, no voy a poder hacerlo!, y como decíamos en el tema de la autoestima, cuando está baja esa autoestima, nos reprobamos a nosotros mismos. Cualquier dificultad es una oportunidad para crecer y ahí está la voluntad: quiero superarme, quiero crecer, llegar a esa meta, y por eso me esfuerzo diariamente en el estudio, en el deporte, me esfuerzo para superar este vicio, me esfuerzo para querer a mis padres, por crecer en mi fe…¡este es el esfuerzo!
Dice el papa que una de las cosas más desgastantes que nos puede suceder es caer en las garras del acostumbramiento. Nos acostumbramos, o para lo bueno, o para lo malo, decimos ‘todo está bien, no pasa nada’, entonces viene el conformismo, me acostumbro
O en lo malo: ‘todo está mal, ya nada puede cambiar’ y nos quedamos en lo malo, es lo peor que nos puede suceder. Hay que romper con esa rutina y hay que buscar siempre nuevos horizontes para vencer lo malo y para seguir creciendo, que lo bueno sea cada vez mas bueno.
La historia nos dice que muchos pueblos se levantaron de sus ruinas y han construido sus ciudades de una manera fuerte, dedicados a la acción firme y perseverante, es el ejemplo de grandes pueblos, grandes imperios. En la Segunda Guerra Mundial muchos países quedaron destruídos como Alemania, la cual se sobrepuso y ahora es una gran potencia. También a nivel personal lo podemos hacer. Si algo me destruye, me tumba, me puedo levantar de las ruinas, dice el Papa. ¡Hay que levantarnos, jóvenes, adultos, niños, podemos levantarnos, si tú quieres con la ayuda de Dios puedes levantarte, puedes crecer!
El papa dirige unas palabras especialmente a los jóvenes en este sentido. Dice el papa: los jóvenes en este momento están en crisis, estamos habituados a esta cultura del descarte con los ancianos, que se práctica a menudo, pero ahora también con el gran número de jóvenes sin trabajo, también ellos sufren la cultura del descarte, hemos de acabar con el hábito de descartar, (y promover) la cultura de la inclusión, la cultura del encuentro y entonces el papa dice: hacer un esfuerzo para incluír a todos en la sociedad.
Hay que seguir trabajando, hay que seguir creciendo hay que seguir con mucha alegría, sobre todo con el ejemplo de Cristo. Cristo nos pide qie crezcamos en la fe, que seamos perseverantes, Él dijo: el que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Seguir a Jesús implica esfuerzo y la motivación es uno de los impulsos básicos del esfuerzo.
Así que queridos jóvenes sobre todo, sean jóvenes que se esfuerzan, que luchan, y que nosotros los adultos tratemos de inculcarle al niño, al joven, que puede salir adelante, que es inteligente y capaz, felicitarlo porque se esfuerza y porque es capaz de salir adelante.
¡Animo! Les envío mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.