Héctor Ramón Molinar Apodaca/ Abogado mediador
Cada vez que veo las acciones de los políticos en el ejercicio de sus funciones públicas y administrativas, lamento el nivel tan bajo para tratar los asuntos que son de interés local y nacional. Su perfil se ha degradado ante la constante conducta irrespetuosa con la que se dirigen a sus opositores. Así como la mujer que se aprovecha de su condición y protección legal, para ofender y denunciar violencia por razón de genero cuando le conviene.
Tal parece que los derechos humanos se han utilizado para producir conductas indebidas y libertinaje, de acuerdo con la interpretación de las autoridades competentes, las que también lucen ignorancia de los derechos fundamentales. No generalizo, pero leo sus declaraciones en los medios escritos y escucho sus expresiones en la radio, televisión y redes sociales.
Los memes han alcanzado tal popularidad que son utilizados como expresiones de sarcasmo, bromas, ofensas y faltas de respeto sin distinción de raza, religión, sexo, religión, color, opinión política, idioma, posición económica, nacimiento o de cualquier otra índole. Circulan libremente y atentan contra todo el que se deje o ante circunstancias de tiempo, modo y lugar, tratándose de las más impactantes notas diarias que son noticia.
Así se desvirtúa la educación en nuestro país, que ha dejado de ser prioridad en cuanto a la calidad que requerimos para recuperar los valores cívicos, humanos, religiosos y culturales. Desde que se dejó de reprobar a los estudiantes que desatienden sus tareas, dejó de ser atractivo para ser aplicado.
Desde hace treinta años aproximadamente, que se vino abajo la escala de valores de la educación y nuestros niños y jóvenes se convirtieron en personas deficientes por falta de méritos. Las instituciones públicas son atractivas para desempeñar actividades que no exigen formación alguna. Desgraciadamente estamos pagando las consecuencias de nuestra permisibilidad.
El respeto es una palabra sencilla, pero difícil de asimilar y compartir. Considerada como un valor esencial en el ser humano y la capacidad de reconocer y valorar a todas las personas. Es útil para establecer un diálogo pacífico y coherente según el tema a tratar. Define a la persona y sus conocimientos. Permite la superación y se vincula con la amistad.
Pero para conocer como aplicarla con los demás, es necesario respetarse a sí mismo. Pero no confundir con la soberbia porque es un defecto que se filtra con mucha facilidad. Altanería, prepotencia y el autoritarismo se interponen entre el respeto y la lealtad. Defectos de carácter que son muy frecuentes en los políticos que presumen ser un regalo de Dios para la humanidad.
En el mes de la patria nos inundan en los cruceros de “banderitas tricolores” e infinidad de adornos para celebrar el día de la independencia de México. Si hacemos una encuesta nos daremos cuenta de la triste realidad sobre la mayoría de la gente que no sabe, ni distingue a los héroes que nos dieron patria. Y no solo entre la gente del pueblo, no, también entre legisladores, funcionarios y servidores públicos no saben.
Tan simple este ejemplo, para darnos cuenta de la falta de respeto en el descuido de la educación básica. Nuestra insignia patria ya no es el símbolo de respeto y amor a nuestra nación; es un adorno para presumir a la selección nacional o a los boxeadores mexicanos que estarán en la Vegas EUA ganando miles de dólares por la gran cobertura internacional que han alcanzado los deportes de apuesta.
La triste realidad nos aleja del progreso ante la falta de valores iniciando por el del respeto. Puedo afirmar sin temor a equivocarme que, desde el mandatario de México hacia abajo, todos incurrimos en desprestigiar a los demás, o herir la sensibilidad y dignidad del prójimo. Aunque en la política lo “justifican” como una costumbre entre adversarios que nos son considerados como enemigos.
Por eso las personas que no pertenecemos a la clase política se nos hace ofensivo que atenten contra la dignidad de alguien exhibiéndolo como “parásito” o “flojo” y no comprendemos que después se les vea juntos como si nada entre abrazos y saludos. Es una conducta deshonrosa y atenta contra el respeto humano, como derecho fundamental más preciado.
Urge retomar las clases de urbanismo, civismo, sociología e incluir el de adicciones y valores para sensibilizar a los niños que serán jóvenes y que como adultos superen la pobreza, para reestablecer la justicia social y la salud mental. El respeto al derecho ajeno, no se puede compartir cuando no se respeta a sí mismo.