Pbro. Eduardo Hayen Cuarón/ Director de Presencia
Según estudios de la UNAM, México es el país que tiene el mayor índice de embarazos entre adolescentes. Diversas organizaciones feministas, preocupadas por disminuir las estadísticas, proponen como única solución intensificar la educación sexual escolar, abrir más el acceso de las chicas a los métodos anticonceptivos y, en último término, presionar hacia el aborto. Para los católicos fieles al Magisterio de la Iglesia estas soluciones son falsas y no pueden tener nuestra aprobación por una sencilla razón: la solución del feminismo, lejos de evitar los embarazos, incentiva que se multipliquen.
Su estrategia ha sido la misma. Saben las feministas que mientras más acceso tienen los adolescentes y jóvenes a la educación sexual escolar, los índices de actividad y promiscuidad sexual aumentarán, por lo que también aumentarán los embarazos. Entonces dirán que no se han logrado sus objetivos y, por lo tanto, habrá que proporcionar más anticonceptivos a los chicos, más educación sexual escolar y seguir empujando hacia el aborto. Es un círculo muy bien pensado para que la juventud siga cautiva en su actividad sexual, y de esta manera poder mantener un jugoso negocio de grandes beneficios económicos.
Dicho círculo tiene como objetivo ejercer una mayor presión social para que finalmente el aborto pueda ser legalizado en nuestro país y en otras naciones. Los activistas pro aborto toman casos extremos y dramáticos para conmocionar a la sociedad y, de esa manera, crear opinión pública inclinada a sus intereses. Por ejemplo en 2021 resonó en los medios de comunicación internacionales el caso de una niña boliviana menor de 11 años que fue violada por su abuelastro y quedó embarazada. El caso provocó que la misma ONU emitiera su opinión para sugerir que lo mejor era practicar el aborto a la menor. Casos como este aparecen en la prensa, de cuando en cuando, para levantar indignación y escándalo e ir creando más público favorable al aborto.
Los embarazos de adolescentes, en caso de que ocurran, precisan un serio discernimiento para encontrar la mejor solución. El aborto, como remedio, está descartado por los motivos que hemos explicado anteriormente. A veces una adolescente y su familia deciden quedarse con el bebé. Hay que tener en cuenta de que para la crianza de un niño se necesita tener una cierta estabilidad, y que es necesario satisfacer las necesidades del bebé. La madre adolescente necesita estar con su niño la mayor parte del tiempo, o poder poner a una persona de mucha confianza para que lo cuide. Se necesitan, además, recursos económicos para proveer a sus necesidades, pero sobre todo es preciso tener una personalidad estable y madura para cuidar al bebé y ser modelo para él.
Desafortunadamente muchas madres adolescentes no cuentan con la madurez ni con la responsabilidad suficiente para criar a un niño pequeño. Son muchos los casos de chicas que frecuentemente descuidan a sus hijos por irse a divertir con sus amigos. Encargan a los niños al cuidado de la abuela o algún pariente cercano mientras ellas bailan en fiestas. Evidentemente la mayoría de las adolescentes carecen del sentido de responsabilidad para criar a un hijo. Es entonces cuando se debe pensar en dar en adopción al niño como una alternativa para cubrir sus necesidades.
Dar en adopción a un hijo no es algo fácil. Personalmente he conocido el drama que vivieron dos mujeres que dieron en adopción a sus niños. A una de ellas le era imposible criarlo por la situación económica tan estrecha en que vivía y decidió regalarlo a otra mujer, de lo cual se arrepintió toda su vida. A la otra mujer la vi cuando se despedía de su niña con un profundo dolor y abundantes lágrimas en los ojos; también fueron motivos familiares los que la orillaron a tomar esa difícil decisión.
Puede ser un acto extraordinario de amor el dar un niño en adopción. Es una manera de decir al bebé: «Te amo tanto que quiero lo mejor para ti, y como mi situación no me permite dártelo, te envío a una familia que te espera con amor y que te dará lo que necesitas». En algunos lugares se puede dar un bebé en adopción bajo diversas modalidades. En algunos casos la madre biológica se despide para siempre de su hijo bajo un contrato firmado; en otros, se le informa a la madre de la situación del niño y, a veces, se le permite visitarlo.
Como asesor de la Pastoral de la Vida, en varias ocasiones me ha tocado entregar niños en adopción a padres con problemas de fertilidad carentes de hijos. Después de un proceso legal de adopción los hemos entregado a matrimonios que, con inmenso amor y con una gran ilusión los han esperado. El momento de la entrega suele estar cargado de emociones porque lo hacemos durante la celebración de la Eucaristía. Es muy significativo porque expresa que los hijos no son un derecho de nadie, sino que son regalo de Dios. Es el Señor quien dona la vida y busca padres amorosos para encomendarles su crianza y educación.
Hemos de esforzarnos para que los embarazos de adolescentes no ocurran, pero no desde los anticonceptivos y la promiscuidad, y mucho menos proponiendo terminar dichos embarazos con el aborto, sino a través de la preciosa virtud de la castidad.