Presencia inicia hoy la sección “Mis amigos los santos”, dedicada a plasmar historias de fe y milagros que viven los católicos en la Diócesis de Ciudad Juárez a través de su intercesión.
Ana María Ibarra
Muchos católicos tienen amistad estrecha con algún santo o santa, y le encomiendan sus necesidades pidiendo su intercesión ante Dios. Milagros y favores de los santos se viven día a día, sin embargo poco sabemos de ellos.
Aquí una primera historia de favores:
Un nuevo amigo
Sin darse cuenta, Guadalupe Franco inició una historia de cercanía y amistad con San Antonio de Padua. El primer encuentro de esta profesionista y madre de familia con el franciscano se dio al estar presente durante la visita de una reliquia de San Antonio en el convento de las Clarisas Capuchinas de Ciudad Juárez, y el segundo tuvo lugar en la ciudad de Padua, Italia.
Desde esos dos momentos, Guadalupe ha pedido a San Antonio el don de la predicación, pero al descubrir que era intercesor de las cosas perdidas, no vaciló en pedir su ayuda en dos ocasiones.
“A los que asistimos al convento, hace más de seis años, nos dieron un recuerdito, un regalito de parte de san Antonio con una petición de él. Ese recuerdito lo guardo donde tengo mis cosas apreciadas. Fue ese el primer día que tuve contacto cercano con él”, recordó Guadalupe.
Después de muchos años, Dios le concedió a la entrevistada la dicha de hacer un viaje a Tierra Santa y a Roma.
“El padre Istibal Valenzuela, que conocía la región, nos preguntó si queríamos ir a conocer Padua, andábamos muy cansados ese día, pero nos fuimos en autobús con toda nuestra intención de llegar a misa y ya no alcanzamos. Llegué al lugar donde está su reliquia, y le volví a pedir que me hiciera predicadora, que intercediera por mí”, compartió.
Y agregó: “Me gustó mucho ese lugar, me sentí muy bien y me vine muy satisfecha”, relató.
Intercesor de objetos perdidos
Al adentrarse en la vida de San Antonio de Padua, Guadalupe lo conoció como intercesor para encontrar objetos perdidos, así que un día que se le perdieron las llaves de su casa, recordó que tenía un amigo intercesor.
“Las llaves ya las había buscado en todas partes, hasta en la basura, y no las encontraba. Le pedí a San Antonio que intercediera por mí para encontrar esas llaves. Las llaves duraron perdidas casi una semana y al encomendarme a san Antonio, las encontré”, dijo gozosa. Compartió que encontró esas llaves en la alacena de la cocina, entre los condimentos, un lugar en donde definitivamente no tenían que estar.
“En ese momento pensé en san Antonio como mi amigo. Muchos dicen que es intercesor para conseguir novio, pero a mí me ayudó en las cosas perdidas. Le agradecí que me hubiera echado la mano con esas llaves”.
La última intercesión de San Antonio en auxilio de Guadalupe fue a principios de agosto de este año, cuando, en una tienda departamental de El Paso, Texas, su hija perdió su bolsa de mano.
“Anduvimos probándonos alguna ropa y fuimos a pagar. Al salir de la tienda mi hija se dio cuenta que no traía su bolsa, nos regresamos inmediatamente y fuimos a los probadores, a los lugares donde estuvimos, preguntamos y nadie vio nada. Fuimos a servicio al cliente para preguntar si la tenían ahí. Nos tomaron datos y nos dijeron que llamáramos después”.
Guadalupe y su hija hablaron días después y no obtuvieron respuesta positiva, la encargada le dijo que podía estar llamando cuando ellas quisieran, pues en ocasiones aparecían las cosas semanas después.
“Después de quince días fui a misa a la capilla de San Antonio de Padua, en Senecú, y aproveché para encargarle la bolsa. No entendí la respuesta en ese momento pero me fui a la casa tranquila. Pasó una semana y fuimos a El Paso a unos pendientes, decidimos llegar a la tienda a preguntar y nos dijeron que no había aparecido”, recordó la entrevistada.
Resignadas a que la bolsa quizá no aparecería, días después, Neida, la hija de Guadalupe, recibió un mensaje por Facebook donde le informaban que su bolsa había sido encontrada. “Eso sucedió exactamente al cumplirse un mes de haber perdido la bolsa. Cuando fuimos por ella, la bolsa estaba entera, con la cartera, el dinero, las credenciales, todo estaba intacto. Inmediatamente me acordé de San Antonio”, dijo.
Vías hacia Dios
Guadalupe está convencida que es Dios quien actúa por la intercesión de los santos, y que es la cercanía de ellos con los devotos, lo que hace los pequeños y grandes milagros.
“Estas son cosas muy mundanas, pero si ellos nos pueden ayudar en cosas materiales, estoy segura que también lo hacen en cosas más grandes y espirituales. Cuando le compartí el testimonio a una compañera de trabajo, me dijo que traje muy buena amistad de allá de Padua con san Antonio. Me dio mucha alegría que Dios utilizara a mi compañera para reconocer eso”, dijo con un nudo en la garganta.
Guadalupe reconoció que Dios utiliza también a la gente sencilla para hacerle ver que tiene un amigo que intercede por ella.
“Conocí la historia de San Antonio y su predicación, eso es lo que le sigo pidiendo, quizá no predicar en una plaza, sino en un espacio sencillo, predicar lo que Dios hace por mí”, expresó.
Anima a fieles
Contenta por esta nueva sección de Periódico Presencia, Guadalupe invitó a la comunidad diocesana a participar en con su testimonio en agradecimiento por la intercesión de los santos pues, dijo, con lo rápido que se vive la vida actualmente, muchos no creen en los milagros o no creen que les pueda pasar a ellos.
“Los invito a ser agradecidos, a ver que cuando hemos acudido a pedir la intercesión de algunos santos, ellos han pedido a Dios por nosotros. Es un buen pretexto para que la gente vea que los pequeños milagros se siguen dando. No dejemos a los santos olvidados, no dejemos de pedir”, exhortó.
Y finalizó diciendo: “Los milagros no pasan a las personas porque sean muy buenas ni porque comulguen todos los domingos. Dios está en nosotros aunque seamos el más insignificante. La misericordia de Dios está ahí y los santos son muy favorecidos por Dios, ellos tienen ‘vara alta’ y si uno de ellos se acuerda de uno de nosotros, hay que pedirle no solo cosas mundanas, también hay que pedir por nuestra santidad”.
INVITACIóN
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