Ana María Ibarra
Un aspecto muy importante en la vida del ser humano, como hijos de Dios, es la cuestión económica. Cuando se está mal económicamente repercute en otras áreas de la vida como es la unión familiar o llevar una vida de pecado.
Así lo compartió Alfredo Gálvez, coordinador del grupo María Mediadora Internacional, dedicado a impartir seminarios de sanación espiritual, física e incluso financiera.
Basado en la Palabra de Dios, Gálvez compartió algunos consejos para llevar una situación financiera estable y por consecuencia una vida feliz y en plenitud, lejos del pecado y de conflictos.
Vivir ordenados
Alfredo dijo que Dios se interesa mucho en la economía, pues lo expresa en su Palabra.
“La Biblia habla de la cuestión económica, de tierras, ganados, sistemas productivos. El Señor hizo muchas parábolas en cuestión al trabajo y a la economía porque es parte de la vida”, explicó Alfredo.
Por lo tanto, dijo, es necesario rendirle a Dios nuestras finanzas y no separar esta parte de las cosas de piedad ni de la Iglesia. Además de atender lo que Dios dice referente a tener un orden en la economía, pues aunque Él tiene el poder y la facultad de ayudar en la situación económica, el desorden causa conflictos.
“Aunque suene raro, cuando hay un desorden económico Dios batalla para bendecirnos. Esto es porque gastamos más de lo que ganamos. Gastamos en cosas que no debemos gastar y dejamos las cosas necesarias a un lado. Dios nos pide que nos ordenemos para que nos provea y nos ayude”, compartió.
Dimensiones económicas
En este tiempo de crisis, Alfredo sugirió poner orden a través de un presupuesto sabiendo cuánto dinero se gana y cómo se gasta.
“Ahí se da uno cuenta de lo que es necesario, lo que es conveniente y lo que es un lujo. Lo necesario es lo que no puede faltar, lo conveniente es algo que si puedo, lo tengo, y los lujos son cosas que se pueden quitar”, sugirió.
Dijo que estas tres dimensiones en la economía pueden ser diferentes en cada persona, pues, por ejemplo, un traje para una persona puede ser un lujo, pero para alguien es necesario para su trabajo.
“Así es como lo podemos definir en esas tres dimensiones. Primero hay que saber en que gasto para poder ordenarme y no sufrir en esto que estamos viviendo con los aumentos”, expresó.
Tomando conciencia de lo anterior, dijo Alfredo, cada uno se puede moderar en los gastos, pues muchas veces no coincide con nuestro presupuesto la vida que llevamos o que queremos llevar.
“La presión de los amigos, social, del entorno nos lleva a esto y en este sentido debemos ser muy honestos y saber qué puedo o qué no puedo tener y moderarnos”.
Algo importante a tener en cuenta, añadió el entrevistado, está en el Salmo 102,7: Los que tememos al Señor y cumplimos sus mandamientos no tememos a las malas noticias.
“Nosotros no debemos depender de si subió o bajó algún servicio o producto, nuestra seguridad es Dios. Cuando nos acercamos a Él y nos ordenamos, Dios nos provee”, afirmó.
Dios antes que el dinero
Alfredo agregó que Dios dice en su Palabra que el dinero no es malo. La carta a Timoteo dice que el problema es el amor al dinero.
“Lo malo es cuando lejos de ser un siervo, convertimos al dinero en un dios por encima de Dios”, explicó.
Por lo tanto, dijo, no es imposible tener una buena estabilidad financiera. “Es cuestión de organizarse para que Dios empiece a obrar”.
“Dios nos dice que confiemos en Él. En cuanto nos capacitemos, nos organicemos, nos ordenemos, le echemos ganas en el trabajo y hagamos lo mejor posible lo que hacemos, Dios nos bendecirá”, resaltó.
Algo que para muchos pueda parecer increíble pero que es parte de las promesas de Dios, citó Alfredo, es lo escrito en Proverbios: Uno retiene y se empobrece, uno da y se enriquece.
“Así son las matemáticas de Dios. Entre más generosos seamos, entre más aportemos a nuestra Iglesia, Dios nos va a bendecir. Él habla de la siembra y la cosecha. Si queremos cosechar dinero y recursos económicos, tenemos que sembrar en el Reino de Dios y en la evangelización. Si Dios lo prometió, lo cumple”, afirmó.
Y agregó: “Somos testigos de ello. Dios ayuda de manera increíble. Empieza a rendir el dinero, los recibos llegan bajos, no se enferman los niños, los carros no se descomponen… Así es Dios”, concluyó Alfredo no sin antes invitar a los fieles a participar a los seminarios de sanación interior, de cuerpos y de finanzas, que ofrece María Mediadora.
Pasos sencillos
Ordenarse con un presupuesto
Evitar comer en la calle
Moderarse en las compras
No comprar por impulso
Aportar con generosidad a la Iglesia
Seminario de Sanación
Martes, 7 de la tarde, parroquia Jesucristo Sol de Justicia
Miércoles, 10 de la mañana, Casa de la Renovación
Sábados, 6:30 de la tarde, Casa de la Renovación
Nota: Es importante asistir primero al Seminario de Sanación para después tomar el Seminario de Restauración Económica.
Duración: Nueve semanas.