Al celebrarse hoy el Día del Padre presentamos la historia de Oscar y Marlene, un matrimonio al que Dios sanó y concedió un hijo en el Congreso de Matrimonios, cuyo movimiento celebra esta semana su Asamblea Familiar.
Ana María Ibarra
Oscar y Marlene encontraron en Asambleas de Matrimonios la sanación. Por un lado, gracias a su encuentro con Dios, Oscar obtuvo los medios para curar su alcoholismo, y por otro, durante un Congreso de Matrimonios, el Señor les prometió el hijo esperado por ocho años.
Ahora, con su hijo Samuel de casi cuatro años y con nueve años de sobriedad, Oscar celebrará con su esposa y su hijo el día del padre agradecido con Dios por hacerse presente en sus vidas.
Un llamado especial
Hace 14 años, Marlene y Oscar contrajeron matrimonio. Su relación fue difícil los primeros años, pues Oscar tomaba mucho. Vivieron en la colonia Riberas del Bravo y su familia no los frecuentaba, lo que dificultó la relación y en el primer año tuvieron su primera separación como pareja.
“En el segundo año de casados, visitando a una hermana de mi esposo, nos encontramos con la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón y vimos una manta que invitaba a las Asambleas de matrimonio. No sabíamos que era eso, pero mi esposo tuvo la iniciativa de que asistiéramos por los problemas que teníamos”, compartió Marlene.
El llamado, dijo Marlene, fue mucho más fuerte para Oscar. A la semana siguiente de haber visto la manta, llegaron a la asamblea.
“Nos enamoramos de las asambleas, las personas que estaban ahí eran como ángeles, nos dieron un recibimiento hermoso. Ahí empezamos a desarrollar la fe, a conocer a Dios, porque ni a misa íbamos. El Señor empezó a trabajar en nosotros”, recordó la entrevistada. Para la pareja, su primer congreso de matrimonios fue maravilloso.
“Fue la primera vez que nos sinceramos, él me pidió perdón. Los problemas siguieron pero el Señor empezó a actuar, sembró en el corazón de mi cuñada ayudar a mi esposo a llevarlo a un doctor para empezar a tratar su alcoholismo. Él ya había tenido esa intención y en una tomada decidió cambiar su vida”, compartió Marlene.
Fue así como Oscar empezó el tratamiento, guiado por el medico terrenal y con el poder de el Médico de médicos.
Anhelo de un hijo
Cuando Oscar venció la etapa del alcoholismo, la pareja sintió el anhelo de tener un hijo. Tenían ya cuatro años de casados y decidieron acudir al médico a iniciar tratamientos que desafortunadamente no funcionaron.
“Dejamos de intentar un ratito, pero volvió ese sentimiento. En el congreso del 2012, fue algo muy especial, el Señor nos hizo una promesa”, compartió Marlene.
En ese congreso, compartió Oscar, en el momento en que pasa el Santísimo entre las parejas, se detuvo ante ellos y Marlene cayó en descanso.
“En ese momento el Señor me habló en mi interior, me hinqué, puse las manos sobre su vientre y empecé a orar En mi interior seguía una voz muy profunda que me dijo que ya no me preocupara, que nos daría lo que nos había prometido y que teníamos que dar testimonio en el congreso”, recordó Oscar.
Al despertar Marlene, su esposo le compartió la promesa del Señor, un hijo, y que todo era cuestión de esperar. En diciembre, el Señor les reveló a ambos que era el momento que tenía preparado para procrear un hijo.
El milagro de la vida
Para ese momento del congreso, Oscar y Marlene estaban siendo atendidos por dos médicos, un matrimonio de Asambleas que se ofreció a apoyarlos y los acompañaron en el proceso.
En ese mismo tiempo, una predicadora les reveló en un retiro que el Señor les daría un hijo. Aunque en la espera hubo momentos de desesperación y llanto, sabían que el tiempo de Dios es perfecto y les daría lo que les había prometido.
“Cada semana iba al médico y con su rostro triste, el doctor nos decía que quizá no podría darse el embarazo”, compartió Marlene.
Pero un buen día el Señor les reveló que era el momento indicado para la procreación y meses después Marlene se dio cuenta que estaba embarazada.
“Empecé con ascos y a mí nunca me pasa eso. Me hice una prueba casera de embarazo y salió negativo, me enojé, tiré la prueba al bote de basura del baño. Más tarde tuve necesidad de ir y la prueba no estaba en el bote sino en el piso, junto a la taza del baño. Al levantarlo vi las dos rayitas de la prueba y empecé a llorar y a glorificar al Señor”, recordó. En ese momento, junto con su esposo y su cuñada, que estaba en su casa, decidieron ir con el médico, quien le realizó un ultrasonido.
“Nunca voy a olvidar su rostro. Se quedó fijo en el monitor y lo primero que dijo fue: alabado sea Dios, aquí hay un producto. Él se llenó también de alegría porque vivió con nosotros el proceso. Cuando nació nuestro hijo fue algo maravilloso”, recordó emocionada.
Dios Escucha
Marlene y Oscar decidieron llamar a su hijo Samuel, que significa Dios escucha, pues
Marlene se sintió identificada en la historia del Libro de Samuel.
“Fueron muchas lágrimas y desesperación. Humanamente perdíamos la esperanza porque los médicos decían que era casi imposible tener un hijo, pero luego nuestros hermanos de comunidad nos levantaban. Ahora sé que eso alimentó nuestra fe”, dijo Marlene.
“Cuando veo el rostro de mi hijo, recuerdo la promesa del Señor. El Señor existe, es real, es un Dios vivo, cada día me comprometo con Él, es la manera de agradecer lo que ha hecho por nosotros”, expresó Oscar.
Celebra su paternidad
Celebrar la paternidad que Dios le prometió en aquel congreso, es para Oscar el regalo más hermoso en su vida.
“Nunca tuve papá. Haber buscado a mi hijo es la misión más grande que la vida me ha dado. Cuando mi hijo nació pregunté a mi esposa si mi hijo me llegaría a querer. Dentro de mi existía ese miedo porque no sabía lo que era querer a un papá. Cuando nació me enamoré de algo que desconocía”, compartió conmovido Oscar.
Añadió que conforme ve crecer a su hijo, que lo abraza y le dice papi, se pregunta “¿Quién soy yo, que siendo el peor pecador, la persona que se portó mal con su madre, para que me premie de esta manera?”.
“Es la bendición más grande que puede tener un ser humano como varón, es algo maravilloso, es una experiencia que la vivo día con día, la disfruto, y no es fácil porque es un sentimiento desconocido para mí. Estoy muy agradecido con Dios por eso”, dijo.
Hoy Oscar está convencido de que el año que estuvo con el tratamiento para dejar su alcoholismo, fue el tiempo que el Señor dedicó a prepararlo para la paternidad.
“Dios me permitió estar listo para poder recibir a este hijo y brindarle el amor que necesita: ese abrazo amoroso, jugar con él, hacer tareas, enseñarle, es algo fascinante ver a mi hijo. Lo mejor que puedo hacer es enseñarle el amor a Dios, a los demás y a sí mismo, que sepa que Dios existe, que está en su corazón y que nunca estará solo”.
A sus casi cuatro años de edad, Samuel asiuste a las asambleas de matrimonios, toma una pequeña guitarra que sus papás le compraron y con ella alaba al Señor. En sus juegos imita la misa, juega a catequizar y a evangelizar, a ‘exponer el Santísimo’, lo que sorprende a sus padres.
“Cuando me ve triste me dice que no esté triste, porque Cristo vive en mi corazón, a veces no entiendo por qué me dice eso un niño tan pequeño y eso me llena de ilusión”, expresó.
Invitación
Marlene y Oscar quisieron invitar por este medio a las personas a que crean y conozcan su fe católica, que se acerquen a Dios y a las asambleas de matrimonios, que vivan un Congreso de Matrimonios, pero especialmente a que crean en las promesas del Señor y entreguen su vida a Él.
“Nunca pensé querer a una persona desconocida o que es distinta a mí. Soy muy feliz desde que Dios tocó nuestra vida, desde que Jesús tocó el corazón de mi esposo y mi corazón porque ha traído paz y amor, es una experiencia maravillosa. Las asambleas son un alimento espiritual que ayuda a crecer en muchos aspectos”, dijo Marlene.
“Quienes no pueden tener familia, aférrense a Dios, Él tiene la última palabra, Él puede todo, nada imposible para Él. Dios es maravilloso y necesita hombres valientes, guerreros, que quieran tomar la responsabilidad de levantar su matrimonio. Los invito, es una experiencia maravillosa, transformadora”, finalizó Oscar.
Frase…
Cuando mi hijo nació pregunté a mi esposa si mi hijo me llegaría a querer. Dentro de mi existía ese miedo porque no sabía lo que era querer a un papá. Cuando nació me enamoré de algo que desconocía.
Oscar