Con un título en contaduría y un trabajo estable en una empresa paraestatal, a los 30 años Oscar Álvarez decidió salir de la casa de sus padres para independizarse y vivir solo, proyecto que venía contemplando tiempo atrás con la finalidad de responsabilizarse de su vida.
Y aunque por un tiempo estuvo alejado de la Iglesia, hoy es gracias a su servicio y a su cercanía con Dios que no ha sentido momentos de soledad.
Difícil desapego
En entrevista con Presencia, Oscar compartió que aunque ya tenía en mente vivir solo, tomó la decisión cuando, en su trabajo, donde varios años laboró como eventual, logró obtener una plaza y en ese momento se aventuró a realizar una solicitud para adquirir su propia casa.
“La solicitud resultó favorable y esa fue la oportunidad. Desde muy chico aprendí a cocinar y a planchar mi ropa, lo difícil fue el apego a mi familia, siempre he sido apegado a mis papás y llegar a mi casa y no verlos fue lo difícil”, compartió Oscar.
Agregó que nunca ha dejado de visitar a sus padres, pero aun así, para su madre fue difícil al principio.
“Un año después de que me fui de la casa me enteré que mi mamá lloraba en las noches, pero también siempre tuvo la fuerza al saber que yo sabía valerme por mí mismo. Supo y aceptó que los hijos se tienen que ir del hogar”, añadió.
La compañía es lo que Oscar más extraña, pero siempre ha tenido muy claro que debe hacer su vida y quizá más adelante llegue a formar una familia.
“Mis padres añoran que forme una familia, tener nietos, pero hasta ahorita no se me ha dado. Estoy tranquilo, tengo varios servicios en la Iglesia pero la oportunidad puede llegar. Así como Dios llegó a mi vida, también puede llegar la familia”, dijo con una sonrisa.
Dios cubre su soledad
Desde los 12 años Oscar ayudó a su mamá a dar catecismo en su casa, y después su mamá tomó la coordinación de la catequesis en la capilla San Juan Bautista, de la parroquia Dios Padre.
El entrevistado sirvió como catequista durante 15 años, y reconoció que luego empezó a perderle el sentido.
“Cuando me independicé me alejé un poco de la Iglesia, pero no totalmente de Dios porque siempre estuve al pendiente de hacer mis oraciones. Hace casi tres años volví a integrarme a la comunidad como lector”, recordó Oscar, quien también es ceremoniero y coordinador de monaguillos.
“Ahora, con el sabor de servir en estos ministerios, los momentos de soledad, si los he tenido, no los he sentido porque Dios siempre está conmigo”, afirmó.
Responsabilizarse
Oscar reconoció que cuando inició a planear salirse de su casa, su principal idea de vivir solo era para hacer fiestas cada fin de semana, pensamiento que cambió al iniciar su proyecto de vida, por lo que invitó a los jóvenes a no salirse de sus casas sin tomar conciencia de lo que implica.
“Al ir adquiriendo mis propias cosas, el pensar que alguien pudiera destruir lo que con esfuerzos he logrado, cambió esa idea que tenía al principio. Mi consejo a los jóvenes es que no se salgan de sus casas por huir de los problemas. La decisión debe ser responsablemente, con un proyecto de vida compartido con sus padres y con Dios”, finalizó.