Presencia
Hiram Roberto Fernández Llanas, seminarista de tercer año de teología, fue admitido a las Órdenes Sagradas en una misa realizada el pasado martes 15 de noviembre en la capilla principal del Seminario Conciliar.
Luego de siete años en su formación sacerdotal, Hiram es uno de los tres seminaristas que han perseverado en el camino, tras haber ingresado al Seminario en el año 2015, en un grupo de 26 aspirantes.
Órdenes sagradas
Como se sabe, dentro de los pasos decisivos y públicos que se hacen durante la formación sacerdotal, la admisión a la candidatura de las Órdenes Sagradas es el último, después de haber recibido los ministerios laicales (el ministerio del lectorado y del acolitado).
En la admisión, la Iglesia, reconoce al seminarista como un candidato idóneo para el sacerdocio, y este gesto refleja públicamente su deseo y disposición firme de servir a Dios en el ministerio ordenado, sea el diaconado o el presbiterado.
Hiram, con actualmente 28 años de edad, fue acompañado en la misa por compañeros seminaristas, además de por sus padres y hermana, así como el equipo de formadores que concelebraron.
“Para poder ser admitido, primero tuve que elaborar una carta en la que expresaba mi deseo de dar este paso, dando continuidad a mi proceso formativo. Luego, se lleva un serio proceso de evaluación de tu persona y de tu intención”, explicó Hiram a Presencia.
Dijo que en esta evaluación, se le pide opinión a diferentes personas cercanas, a través de unos cuestionarios que evalúan la integridad de la persona, abarcando las cuatro áreas de la formación en el Seminario: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Estos cuestionarios, aunados a la observación que el equipo formador ha hecho sobre el candidato y sobre su progreso en la configuración con Cristo Buen Pastor, son indispensables para la admisión.
“Al igual que cuando solicité y recibí el acolitado y lectorado, este es un momento ideal para evaluar el progreso y desempeño, y la docilidad con la que le has permitido al Espíritu Santo formarte como futuro sacerdote”, añadió.
Sus palabras
Hiram se refirió así al especial momento que acaba de vivir:
“Es un momento de gran felicidad, mirar atrás y ver el camino recorrido, desde el momento en que ingresé al Seminario hasta ahora: siete años en los que he buscado discernir la voluntad de Dios para mi vida, siete años en los que al igual que toda experiencia humana vas perseverando y madurando en la decisión, a pesar de las dificultades, de las flaquezas, de los errores y de los sacrificios vividos. Es un descubrir que el pueblo de Dios, tras su oración e intercesión, consideran que tu vida se va alineando a la voluntad de Dios y ver que el Señor nos mira con misericordia y con amor y te invita a colaborar en su Iglesia con esta vocación.
La decisión de ingresar al Seminario y la permanencia, involucra principalmente a Dios y al aspirante, pero también a su familia. A pesar de que tu familia desee lo mejor para ti, siempre les será difícil aceptar que te vayas de casa y lo hagas en medio de la incertidumbre de la vocación sacerdotal. Particularmente, fue algo complicado para mi familia aceptarlo, pero gracias a su amor, siempre me apoyaron, aún cuando no comprendían del todo mi decisión, siempre he sentido su apoyo y acompañamiento en mi búsqueda por la voluntad de Dios.
A la vez, el acompañamiento fraterno y la vida en comunidad que llevas con tus hermanos seminaristas te fortalece y motiva a perseverar en tu convicción de escuchar la voz del Señor. Todo cristiano necesita a un hermano que le motive a buscar al Señor, todo cristiano necesita a un hermano que lo impulse a asemejarse a Cristo”.
Frase…
Es para mí una alegría hacer público este paso, fruto de mi deseo de configurarme con Cristo Buen Pastor y de ser su sacerdote si así Él lo desea. Hay en mi un sentimiento de gratitud al saber que la Iglesia diocesana se une en oración, apoyo e intercesión por el Seminario y por sus hijos, los futuros pastores de la diócesis.
Hiram Fernández, seminarista