Tras haber recibido el Bautismo en su adolescencia, Miguel Angel se convirtió en misionero de comunidades pobres, donde recibió el llamado al sacerdocio…
Ana María Ibarra
Después de haber sido un joven renuente a la religión y de haber recibido el bombardeo de ideologías en contra de Dios y de la Iglesia durante su etapa de estudiante, Miguel Ángel Rangel Godínez se convirtió en misionero y una Semana Santa recibió el llamado de Dios al sacerdocio. Ahora, a siete años de haber sido ordenado y con 36 años de edad, es el rector más joven que el Seminario de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa ha tenido en una historia de más de 150 años.
Historia familiar
“Nací en Zihuatanejo, Guerrero, soy el séptimo de diez hermanos, mis papás viven aún gracias a Dios”, así inició su historia el padre Rangel, entrevistado vía telefónica por Presencia.
El sacerdote compartió que, si bien su familia es católica, sus papás no tenían la costumbre de bautizar a sus hijos pequeños, sino de grandes, de doce o catorce años, lo que consideró era por ignorancia de fe.
“Crecí en ese ambiente, mi papá era mecánico y mi mamá ama de casa, mis hermanos mayores trabajaban. Crecí en esa familia con la devoción a la Virgen María y a los santos, pero con poca práctica de fe”, puntualizó.
Al llegar a la adolescencia, recordó el padre Rangel, sus padres quisieron enviarlo a la catequesis, a lo que él se negó.
«Me gustaba mucho el futbol y en lugar de la catequesis me iba a jugar, no era un adolescente rebelde, pero no me presionaron para la fe. Iba a la escuela, a jugar y trabajaba en un restaurante. Así llegué a la preparatoria, la terminé y quería trabajar, pero mi papá no me dejó, él quería que estudiara”, compartió.
Desde la secundaria, el joven Miguel Ángel trabajaba para pagar sus estudios, eso le dio un poco de independencia.
“Era muy dado al deporte y pensé en dedicarme a eso, tenía ya pensado el lugar para ir estudiar. Al final del año de la preparatoria, antes de un examen para obtener una beca, me lesioné mi rodilla y eso me llevó a un cambio de planes. Decidí estudiar Leyes en la capital del estado, Chilpancingo”.
Así, a los 17 años Miguel Ángel salió de su casa rumbo a la capital para estudiar y trabajar.
Su acercamiento a la fe
Ya en Chilpancingo, su patrón era un exseminarista alejado de la Iglesia, que había salido con prejuicios del Seminario.
“La de la fe era su mamá. Cuando la conocí y se enteró que no contaba con los sacramentos me empezó a preparar. Más que por gusto o convicción lo hice por obligación, porque me trataban muy bien, además sabía que me servirían para cuando quisiera casarme”.
El sacerdote reconoció que en aquel momento no era ateo, pero se reconocía como anticatólico desde la secundaria. Y con el bombardeo de ideologías contrarias a la Iglesia, estaba en contra del pensamiento de los sacerdotes y obispos, pero aun así aceptó la preparación.
“Por mi trabajo y estudio no podía ir a la iglesia a la preparación y la señora pidió al obispo un permiso para prepararme en la casa. Duré un año recibiendo catequesis, me gustó mucho la manera en que ella me enseñó, hizo que me enamorara de la Palabra de Dios. Compré la Biblia y la estudiaba”, recordó.
El joven recibió los sacramentos de iniciación cristiana el 19 de diciembre del 2002 en la Catedral de Chilpancingo, a los 18 años de edad.
“Sentí que ya había cumplido, pero la señora me envió a un retiro de Cursillos de Cristiandad. Ahí aprendí más de la Iglesia. Un sacerdote me invitó a ser parte de su comunidad que iniciaba, aunque no quería involucrarme ni pasar la vida en la Iglesia, ya tenía un proyecto de vida: quería terminar mi carrera, tenía trabajo y una novia en la universidad”.
Finalmente Miguel Ángel decidió apoyar a otra persona en la catequesis para adultos, luego estuvo en un coro y otros grupos parroquiales, pero lo que llamó su atención fue el grupo de misiones.
“Era un grupo que un domingo visitaba casas y otro domingo tenía formación. Le pedí al padre entrar a ese grupo. Realizaban una misión en Semana Santa con una formación previa de un año y cada año salían vocaciones de ese grupo. Me integré y me gustó mucho, llegué a ser coordinador”, dijo con voz entusiasta.
El llamado
Así, el joven coordinaba misiones, mientras perseveraba en las ultreyas de cursillos y seguía asistiendo a la universidad. Y fue precisamente durante una misión en una comunidad muy pobre, cuando su vida cambió.
“A esa misión fuimos puros varones, pero la gente se dirigía a mi como ‘padre’, y yo les decía que no lo era. Después de esa misión algo cambio en mí al ver la gente pobre con mucha necesidad de Dios, en el encuentro con los enfermos y al ver la devoción de la gente”.
Al concluir esa misión, su párroco, que era maestro en el Seminario, lo invitó a ser seminarista, pero Miguel Ángel no aceptó.
“Yo decía que quería tener muchos hijos, pero su testimonio me impactó mucho. Me pregunté por qué no pensar en el sacerdocio. Luego, le dije al padre que siempre sí quería ir al Seminario, pero como cuando me invitó me negué, me dijo que me esperara. Nunca me llevó”, dijo.
Vocación encomendada a Don Bosco
Una religiosa fue quien le presentó al sacerdote promotor vocacional y Miguel aprovechó para platicar con él.
“Hablamos como dos horas en la Catedral en la capilla dedicada a Santa María Auxiliadora y San Juan Bosco, capilla dedicada a los jóvenes. Esa plática fue muy importante para conocer la vocación y decidirme. El padre me dijo que me ayudaría pero que me encomendara a San Juan Bosco”.
A los 19 años, Miguel Ángel dejó su carrera en la etapa de prácticas, y a su novia -que era catequista- e ingresó al Seminario de Chilpancingo en el 2004, aún en contra del desacuerdo de sus papás y algunos hermanos, pero con el apoyo de gente de su parroquia.
“Fueron pasando los años y mi familia fue aceptando mi vocación. Me ordené diácono en el 2013 y sacerdote el 31 de enero del 2014, día de San Juan Bosco, no pedí ordenarme ese día, fue por gracia de Dios”, afirmó.
Como diácono, el padre Miguel Ángel fue formador en el Curso Introductorio y su obispo le pidió se preparara para ir a estudiar a Roma una teología.
“Allá conocí al padre Jesús Manríquez de Ciudad Juárez, en el Colegio Mexicano. Regresé en el 2016 y quedé a cargo de la disciplina en el Seminario, cinco años”.
Con la pandemia, falleció el rector del Seminario por Covid 19. Recién había sido nombrado.
“El obispo me pidió ser rector. La pensé mucho porque soy el rector más joven, tengo 36 años y aquí acostumbran a tener gente de experiencia. Es un Seminario de más de 150 años. Lo veo como un mandato de Dios y acepté”, relató.
Tras compartir su historia, el padre Miguel Ángel invitó a los jóvenes a dejarse encontrar por Dios, pues “Él nos busca para amarnos, para guiarnos”.
“Jesús no es un conjunto de ideas, es una persona que quiere lo mejor para nosotros”, finalizó.
Frase…
“Dios nos busca y el ser humano responde. Déjense seducir por Dios, no le tengan miedo, el Señor no nos va a traicionar, no nos va a engañar nunca”.
Pbro. Miguel Angel