- Sacerdotes comparten cómo vivieron el retorno a las misas presenciales a partir del pasado domingo 6 de septiembre.
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
Fieles y sacerdotes se reencontraron nuevamente el pasado 6 de septiembre ante la reapertura a los templos y celebraciones eucarísticas. Con gran alegría y acatando las indicaciones, la feligresía retornó deseosa de saciar su hambre y sed de Dios.
Algunos sacerdotes nos comparten su experiencia en este primer día de misas con fieles, las cuales fueron con un aforo del 30% de la capacidad de cada templo.
Tiempo justo
Con el deseo de recibir a sus fieles, el padre Alejandro Martínez, párroco de la comunidad San Vicente de Paúl, abrió las puertas del templo parroquial y algunas capillas para las celebraciones presenciales, cinco en total, apoyado por el diácono transitorio Jesús Martínez.
“Después de tantos meses empecé a percibir que no vendría mucha gente y dejé solo las celebraciones habituales, así pasó, no se dejó venir la gente desesperada o ávidos al escuchar las campanas», lamentó el sacerdote.
Para el sacerdote hay un enfriamiento espiritual de la feligresía.
“Puede ser que algunos se acostumbraron a lo cómodo de no venir y ver la misa por la televisión, y era de esperarse. El segundo factor puede ser el temor de asistir y contagiarse. Los templos estaban al 30%, lo que se había solicitado, pero no se quedó gente fuera”, compartió el padre Martínez.
Dijo que todo transcurrió sin contratiempo y la gente que asistió iba contenta pues ya era el tiempo justo para dar inicio a las misas presenciales, dejando en claro que el trabajo será animar a la gente a que asista.
“Me sentí contento, me alegró ver los rostros de fieles que cada domingo asistían a misa y en quienes pensaba en todo este tiempo. La gente necesita alimentarse por su salud espiritual y su salud mental”.
E invitó: “Los estamos esperando y si nos cuidamos unos a otros podremos estar en forma segura. Primero Dios todo va a estar bien”.
Experiencia positiva
El padre Armando Benavides, compartió que la experiencia de reapertura de su parroquia Santo Niño de Atocha, fue muy positiva, aunque sólo la primera misa que celebró estuvo llena al límite de 30%, a diferencia de las otras tres.
“No sabemos si la gente todavía tiene temor, cuidado o falta disposición. Creo que estuvo muy bien así, porque nos permite ir reactivando la vida en comunidad gradualmente y con las debidas precauciones”.
El sacerdote dijo que las personas llegaron muy contentas, aunque opinó que “aún se siente un tanto extraño el ambiente porque no todo es tan espontáneo”.
Algo que llamó la atención de este párroco, fue la disponibilidad y alegría de los servidores que estuvieron “atendiendo a las personas con mucha precaución, animando la liturgia y sanitizando el templo antes y después de cada misa”, compartió.
Durante esta reapertura, sólo un pequeño incidente ocurrió en el saludo de paz, cuando una persona quería dar y recibir el saludo de mano, “pero de inmediato se acercó una persona del orden a explicarle”, dijo.
Disposición y obediencia
Otra parroquia que contó con una menor cantidad de fieles al aforo del 30% fue la parroquia de San Martín de Porres.
“Es para una capacidad de 120 personasy tuvimos menos de la mitad de eso. En su mayoría, fueron servidores quienes acudieron con alegría y con fe. Quienes asistieron se sintieron seguros porque el templo estaba sanitizado y tiene todas las medidas de prevención”, afirmó el padre Daniel Sierra, párroco de dicha comunidad.
Ahí se hizo un registro previo y a los fieles se les entregó un boleto. A su llegasa verificabam su registro e ingresaban
“La gente fue muy obediente, muy dócil. Estuvieron muy disponibles tanto en la entrada como en la salida obedeciendo siempre a el equipo de orden y sanitización”, relató.
Para el padre Daniel, seguir con las normas de prevención evitará que los templos sean un foco de infección y contagio, eso dará seguridad a las personas y estarán confiados en asistir.
El padre invitó a la comunidad a seguir las medidas de seguridad y no bajar la guardia.
Oraron juntos por las víctimas
Gozoso de volver a ver a sus fieles, especialmente a las personas mayores, que estuvieron fielmente resguardados, el padre Istibal Valenzuela, párroco de San Isidro Labrador en el Valle de Juárez, resaltó la disposición espiritual de los fieles.
“Se comportaron muy observantes de las indicaciones. Todos llegaron con cubrebocas, vestidos de fiesta, formados para la toma de temperatura y recepción del desinfectante”, dijo el sacerdote.
Pero más que su disposición física y atenta, el padre Istibal resaltó su disposición espiritual.
“Capté un silencio muy de quienes se preparan al encuentro con Cristo en la Misa. Siento qué tal vez querrían saludarse y platicar, pero era prioritario mirar el altar y sus candelas nuevas encendidas”, expresó.
Agregó que en un momento especial, oraron por los que partieron en este tiempo, de cualquier mal, o enfermedad.
“No habíamos ofrecido el sacrificio eucarístico juntos, por ellos”, dijo.
En esta parroquia cada quien limpió el espacio utilizado, para su uso en la siguiente celebración.
Que no haya reversa
Para el padre Amadeo Ruiz, párroco de Todos los Santos, la gente regresó al templo con mucha alegría y colaborando en todo momento.
“Me siento especialmente agradeciendo porque hemos regresado y retomado las celebraciones con todos los servicios que en ellas se da”.
Dijo que los equipos colaboraron de muy buena gana e incluso algunos aportaron de sus propios recursos para comprar el equipo necesario para el retorno: gel, tapetes sanitizantes, etcétera.
“Continuemos en este ambiente de alegría, tomando en cuenta todas las indicaciones que nos han dado para que no tengamos que poner reversa a las actividades, sino todo lo contrario”, dijo.
Hambre de sacramentos
Por su parte, el padre Manuel Bañuelos, vicario de San Martín Obispo, dijo que se notó mucha alegría y entusiasmo, así como mucha responsabilidad.
“Fue algo diferente porque nos pudimos acercar a la comunidad, pero no del todo”, dijo el sacerdote, también aclarando que no todos se animaron a acudir a los templos, y algunos optaron por esperar hasta sentir más confianza para regresar.
“Veo a la gente que tiene hambre de los sacramentos”, dijo el sacerdote, quien junto con el párroco y otro vicario se prepararon debidamente desde hace un mes, con todos los detalles para recibir a los asistentes de una manera segura.
“Ya hemos formado un equipo de supervisores de Covid-19, que son servidores que atienden la seguridad en el templo”, expuso.
Limitados, pero presentes
El padre Juan Carlos López, párroco de San Felipe de Jesús, del Decanato de Guadalupe, agradeció a Dios la gracia de estar nuevamente reunidos en la celebración de la Eucaristía.
“Si bien ahora podemos hacerlo con muchas limitaciones, con muchas precauciones, no teníamos la oportunidad de encontrarnos todos juntos en torno al altar del Señor y ahora lo hacemos”, dijo.
Aunque nunca dejó de celebrar en su parroquia para las transmisiones por Facebook de la misa, este domingo se sintió contento de poder ver frente a frente a sus fieles, aunque fuera a la tercera parte de la capacidad del templo.