El Papa Francisco pide orar este mes de octubre por las personas que son víctimas del delito de trata de personas, como esta mujer que nos comparte su testimonio del horror que vivió y que la llevó a la prostitución….hoy busca salir adelante y advierte a las mujeres que no se dejen engañar.
Una vida de infelicidad, maltrato y vejaciones vivió “Débora” a sus 20 años de edad,cuando, víctima de la trata de personas, fue obligada a prostituirse, por un hombre que la enamoró y se casó con ella para luego alejarla de su familia y explotarla sexualmente.
La vida que “Débora” llevó por seis años, la ha dejado marcada, al grado de que aún no ha podido dejar la prostitución. Sin embargo tiene en claro que algún día debe dejarla, por lo que inició a prepararse con cursos de belleza y un proceso terapéutico gracias a la ayuda que le brindan religiosas en Ciudad Juárez.
Amor Ciego
Fue en la capital de Puebla, su ciudad natal, donde “Débora” conoció a un joven mientras ella se dedicaba a trabajar limpiando casas. Inocente, creyó en sus palabras de amor, se hizo su novia y al poco tiempo aceptó vivir con él.
“Fue mi primer novio. Me enamoré de él y me fui con él. Cuando le avisé a mí papá me dijo que tenía que casarme, mi pareja no quería, pero finalmente aceptó. Después del matrimonio, durante algunos días no dormimos juntos. Al poco tiempo me dijo que nos iríamos a Estados Unidos para una mejor vida”, relató la entrevistada, de quien, por obvias razones, ocultamos su verdadera identidad.
Cuando “Débora” y su marido subieron al camión se encontraron con un familiar de él, que también iba acompañado de otra muchacha.
“Llegamos todos juntos a Tampico, a un hotel, pero como no traíamos dinero, mi esposo me dijo que tenía yo que trabajar en el hotel junto con otras mujeres que ya estaban ahí. Yo no entendía lo que pasaba. Él me explicó que tenía que atender a hombres. Yo seguía sin entender hasta que me dijo que tenía que sostener relaciones sexuales con ellos”, recordó “Débora”.
Ante esa propuesta la joven se negó, sin embargo su marido le dijo que si en verdad lo quería, tenía que trabajar para él en ese lugar. “Le dije que no, pero me amenazó con matar a mi familia. Yo no conocía a nadie y no sabía qué hacer. Finalmente le dije que sí”.
Aquel primer día de “trabajo”, el hombre dio instrucciones a su mujer sobre lo que tenía que hacer, cómo llegar con el cliente y cómo atenderlo, a cuáles cosas acceder y a cuáles no.
“El primer día estaba muy nerviosa, temblando, los hombres llegaban y nos miraban a las nuevas. Un señor que me eligió se dio cuenta que era nueva en eso y se portó bien conmigo, me dijo lo que tenía que hacer y cómo cobrar. Si no hubiera sido por él yo hubiera llegado sin dinero y me hubieran golpeado”, afirmó.
Un Horror
“Débora” recordó que los primeros días terminaba el día muy lastimada, pues el padrote lahacía trabajar de 7 de la mañana a 11 de la noche. Además de esa tortura tenía que aguantar las golpizas que le propinaba cuando, a su criterio, hacía mal las cosas.
“Me golpeaba por todo, si se rompía un preservativo, si me sobraba dinero o me faltaba, si accedía a lo que los clientes pedían o si no accedía. Como castigo me hacía trabajar de noche”.
Poco tiempo después “Débora” se dio cuenta que su supuesto marido tenía otras mujeres y se quedaba con ellas hasta que las obligaba a trabajar también en la zona.
“La mujer que administraba el hotel me dijo que él me estaba utilizando, que era un ‘padrote’, pero yo ingenua no le creí porque él era mi esposo. Pasaron los meses y un día llegó con otra mujer. Había engañado a otra muchacha”, lamentó.
Rumbo A Una Vida Mejor
Cuando pasaron los años “Débora” comenzó a abrir los ojos, pero las amenazas de aquel hombre la mantenían callada.
Ella comenzó a guardar dinero para enviarle a su mamá que se encontraba en Puebla con otros hijos pequeños.
“Yo salía a enviarle dinero a mi mamá. Un día se dio cuenta que salí y me golpeó muy fuerte para que le dijera a dónde había ido, pero no le dije nada. Me golpeó hasta cansarse y como en los días de menstruación eran pérdidas de dinero para él me pidió que investigara como hacían las otras muchachas para trabajar en esos días”.
Cuando se dio cuenta que “Débora” ya sabía cómo ocultar su período, el hombre la envió a trabajar, por lo que la mujer ya no tuvo descanso.
En Juárez y Puebla
Al pasar el tiempo, por problemas con otras mujeres, “Débora” viajó con otra chica de la zona a Ciudad Juárez, pero a pesar de la distancia seguía siendo manejada por su marido, quien venía a visitarla para saber cuántas ganancias le generaba.
“Aquí es diferente. Las mujeres no tienen padrotes como en el sur. No hay reglas de ningún tipo, ni de sanidad. Allá las mujeres debemos tener nuestros papeles de sanidad para poder trabajar. Aquí no. Nadie les marca un horario, la mayoría trabaja por su cuenta. Pero yo sí tenía quien me controlara”.
Al darse cuenta del dinero que podía ganar vendiendo su cuerpo, “Débora” decidió dejar de trabajar para su marido y lo mandó llamar para decírselo, lo que le mereció una golpiza, la última que recibiría de manos de él.
“Un hombre me prometió ayudarme, sacarme de esa vida y acepté. Pero al poco tiempo él enfermó y murió. Quedé sola con dos hijos de parejas anteriores y no me quedó otra que regresar a la zona”.
Por un tiempo, la mujer regresó a Puebla. Su madre y sus hermanos conocen su trabajo y no la juzgan, pero a su padre no le ha querido decir por temor a su reacción.
Hace un año aproximadamente “Débora” regresó a Juárez a trabajar en lo único que sabe hacer, aunque en su mente está el salir de esa vida.
Gracias a las religiosas Oblatas del Santísimo Redentor hoy “Débora” estudia para convertirse en estilista, además recibe terapia y sus hijos también son apoyados, aunque ellos no saben a qué se dedica su mamá.
“Me gustaría mucho tener una pareja que me apoyara y me quisiera, pero lo que viví me ha hecho dura y no creo fácilmente en los hombres, ni en sus promesas. Sé que algún día tendré que dejar esta vida y me estoy preparando para ello”, compartió.
“Quiero decirle a las jóvenes que no se arriesguen, ahora con el Facebook conocen hombres, ¡no les crean!, cuídense, estudien, no se dejen engañar por nadie. Esta vida es muy difícil, de mucho sufrimiento. Todas las mujeres valemos la pena, dénse su lugar”, motivó.