Padre Pepe Ruiz, SJ es una vocación de Ciudad Juárez para el mundo.
Ana María Ibarra
Muy contento y feliz, es como se definió el sacerdote José Ruíz Andujo después de haber realizado sus votos finales o votos perpetuos dentro de la orden de la Compañía de Jesús el pasado lunes 5 de agosto de 2024.
Originario de Ciudad Juárez, el padre José Ruíz, realizó sus últimos votos en El Paso, Texas, acompañado de sus padres, el doctor José Ruíz y María Luisa Andujo; además de personas que, según dijo el sacerdote jesuita, fueron parte importante de su proceso vocacional.
Veinte años de formación
Después de vivir unos días de preparación con ejercicios espirituales, propios de los jesuitas, el padre José realizó sus votos finales, según lo marca la Compañía de Jesús.
En entrevista con Presencia, el padre Pepe, como es conocido, compartió que ingresó a la Compañía de Jesús en el 2004 para iniciar su formación.
Resaltó que en su proceso vocacional fueron pieza importante, primeramente sus padres, quienes le inculcaron la fe católica; así como el sacerdote jesuita, Richard Thomas (qepd), además de tantos laicos que el 05 de agosto se hicieron presentes en la celebración.
En su proceso de formación, compartió, realizó sus votos sencillos o primeros votos a los dos años de haber ingresado a la orden de los jesuitas y explicó que después de los primeros votos, se pueden realizar votos cada dos años, según se los permita la misión que realicen.
“Son votos que yo hago, como abrazando la Orden, pero que no se exigen de su parte. Se continúa con la formación y, en mi caso, once años después me ordené sacerdote. Los votos finales representan la incorporación final a la Orden. En total fueron 20 años de formación”, recordó.
Añadió que en cada paso de la formación, la Orden solicita cartas a ciertas personas donde comparten si el sacerdote tiene una actitud que edifique.
“Hace cuatro años, inicié la última fase de la formación, a la que llamamos tercera aprobación, incluye 30 días de silencio en ejercicios espirituales. Es la segunda vez en la vida de todo jesuita que se hacen estos ejercicios, la primera se hace en el noviciado”.
Asimismo, compartió, es una preparación de ocho meses donde se vive el retiro, cursos de historia de la Iglesia relacionada con los jesuitas, se estudian las constituciones y documentos principales de la orden.
“Es volver a conectarnos con lo esencial de la espiritualidad ignaciana. Es una última revisión de que esto es lo mío. Cuando llega la aprobación desde Roma, del padre general, hay un tiempo de un año para realizar un retiro y programar la fecha de los votos finales. Un mes antes tuve un retiro de silencio de una semana”, dijo.
Cuarto voto
En ese tiempo, señaló, lo principal fue leer las constituciones y las primeras constituciones, y dedicar tiempo para orar.
“Además de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, se invita a algunos jesuitas a tomar un cuarto voto que es de obediencia directa al papa para el ministerio, es decir, se pone uno a total disposición del Santo Padre para ir a la misión a cualquier rincón del mundo. Me invitaron a tomar este cuarto voto. Es algo muy único de nuestra Orden”, compartió.
Cabe señalar que en otras Congregaciones u Órdenes religiosas, es el padre general el que decide los destinos de los religiosos, pero en el caso del padre Pepe, ya con su cuarto voto, en algún momento de su ministerio será el papa quien le asigne algún destino específico.
La celebración
El padre José realizó sus votos finales en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de la vecina ciudad de El Paso, ante el padre provincial Thomas P. Greene, SJ; delegado por el padre general. Fue el mismo padre Pepe quien dirigió su homilía resaltando algunos puntos importantes en su vida vocacional.
“El nombre que San Ignacio le dio a la orden fue Societas Iesu, en latín, o Compañía de Jesús. Fue un poco controversial, por eso nos dicen los jesuitas, era peyorativo, medio burla por haber tomado el nombre de Jesús en la orden. Pero para Ignacio la palabra compañía era como de acompañar, desarrollar la relación con Cristo, estar con Él, caminar con Él”, indicó.
Añadió que es la invitación de Cristo de comer como él come, a caminar como él camina, es “el ser compañía”. Ser una compañía como un ejército de la guerra espiritual para ir construyendo el Reino.
“Fue bonito para mí ver a la misma gente que estuvo en mi proceso vocacional. Mi profesor de la prepa, mis catequistas del Buen Pastor, amigos de la universidad, mi amigo David Blancas, mi familia. Sí, el Señor me llamó a ser su compañero, pero mi caminar ha estado marcado de muchos otros que también andan conmigo”, compartió.
Siempre acompañado
Resaltó que su vocación es el resultado de mucha gente que le ayudó a conocer al Señor y a estar con Él.
“Me llena de consolación el sentirme amado por Dios con tanta gente que ha puesto en mi camino. Mi vocación se la debo a mucha gente que ha servido al Señor”.
El sacerdote jesuita compartió la gratitud que experimenta hacia Dios y a tanta gente servidora.
“Puedo resaltar la riqueza que tiene la Iglesia. Todo ese amor y toda esa vida de Dios de mucha gente, me sirvió para responderle a Dios en esta vocación que es universal y que se requiere andar viajando. Doy gracias a Dios por tanta gente a la que le debo mi vocación y que es gente que sigue trabajando en la diócesis”.
Compartió que a su misa asistieron sacerdotes de la Diócesis de Ciudad Juárez.
“Uno de ellos era seminarista cuando yo asistía a la capilla del Seminario a orar por mi discernimiento. Siento mucho agradecimiento a toda la gente de la diócesis”, concluyó.