Ana María Ibarra
La Eucaristía como centro, así como distintas actividades de convivencia y fraternidad, se vivieron el pasado 24 de abril en la parroquia El Señor de la Misericordia con motivo de su fiesta patronal.
En un ambiente festivo y de devoción, integrantes del grupo de la Divina Misericordia y miembros de la comunidad parroquial, salieron a las calles en procesión como una expresión de amor al corazón misericordioso de Jesús.
Llevando delante de ellos la imagen del Señor de la Misericordia y acompañados de la alegría del padre Juan Manuel Orona, administrador parroquial, los fieles realizaron un recorrido corto dando testimonio de la misericordia de Jesús.
Por los cantos, vivas y la danza de los Matachines, los transeúntes dirigían su mirada a la procesión y algunos se integraron llenos de entusiasmo junto a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, que caminaron orgullosos de portar sus camisetas alusivas a la fiesta y de mostrar su fe.
Luego de poco menos de una hora de camino llegaron nuevamente al templo parroquial para participar de la Eucaristía, presidida por el obispo don J. Guadalupe Torres Campos.
El obispo ofreció la misa de la Octava de Pascua por la comunidad diocesana y en especial por la comunidad parroquial de El Señor de la Misericordia.
«Tendremos presente también a nuestro querido padre Solís. Su ministerio ha quedado entre nosotros, lo recordamos con cariño como un sacerdote ejemplar y entregado», expresó el obispo.
Regalo y misión
En recuerdo del Bautismo recibido, el obispo invitó a los fieles a pedir a Dios derramar su gracia y bajó del presbiterio junto con los sacerdotes Juan Manuel Orona y Víctor Pineda, además del diácono permanente Gustavo Chavira, para esparcir agua bendita a los fieles.
«Cada instante del corazón de Dios Padre, a través de su hijo Jesucristo, se derrama una gracia abundante de misericordia en nosotros», expresó. E invitó también a anunciar y transmitir el amor misericordioso de Dios.
“Es un doble movimiento el regalo de Dios. Regalo y misión. Regalo de la misericordia y misión de la misericordia».
El obispo compartió que San Pedro y los apóstoles fueron instrumento de la misericordia, y en la actualidad el obispo, los sacerdotes, religiosas, diáconos y laicos, son ese instrumento.
«Debemos comprometernos para que hoy, ante los retos y desafíos del mundo, hagamos lo mismo. No se trata de cosas extraordinarias, es el prodigio de perdonar, de hacer el bien, de donación generosa, de compartir, de la solidaridad, de la fraternidad, el prodigio de la paz».
Para finalizar, el obispo invitó a los asistentes a mirar a Cristo en la familia, en los pobres y migrantes.
«Que nuestra fiesta de hoy nos fortalezca».
Después de la celebración, el obispo convivió con la comunidad en su tradicional kermés.