Tras un aborto esta mujer se sintió muerta en vida…pero pudo descubrir la misericordia de Dios y resucitar a una nueva vida en la que ha procreado otro hijo.
Ana María Ibarra
La decisión de abortar a su primer hijo, llevó a “María” a una muerte espiritual, llena de dolor y sufrimiento. Sin embargo, un segundo embarazo y la promesa de no volver a cometer ese crimen, la encaminó hacia la propia resurrección al encontrarse con Dios y dejar que Él hiciera en ella una obra de misericordia y amor a través del perdón.
En entrevista vía telefónica esta mujer, que prefirió permanecer en anonimato, compartió su testimonio con Periódico Presencia.
Difícil elección
Hace 10 años, con 27 años de edad, “María” vivía una vida desordenada, buscaba la felicidad en los placeres del mundo. Aunque ante la gente era una mujer normal, feliz y realizada, en realidad vivía sumergida en un tormento, en una vida sin Dios.
“Ante la sociedad utilizaba una máscara, pero me encontraba devastada. No estaba casada y mi único anhelo era el dinero, vivir el momento”, compartió.
Recordó que cuando se enteró de que estaba embarazada se asustó y al decirle al papá, éste no respondió de buena manera.
“En ese momento elegí la muerte, decidí no tener al bebé porque pensé que no era el momento, no iba a poder darle una vida de paz, ni una familia y busqué la manera de deshacerme de él”, dijo.
Para llevar a cabo el aborto, la entrevistada fue a El Paso, Texas, y aunque pensó que había tomado la mejor decisión y que todo sería fácil, no fue así.
“Pensé que simplemente el bebé iba a desaparecer y ya, pero no fue así, fue una vida que se perdió. Viví un duelo oculto porque no podía contarle a nadie. Fue algo muy duro y me prometí que jamás lo volvería hacer”, expresó.
Después de ese suceso, la mujer cayó en una depresión post aborto que la llevó a perder su trabajo, su economía y hasta a su familia.
“Me enojé con todo el mundo y enfermé físicamente de una enfermedad en la que mi sistema inmunológico me estaba atacando y me dijeron que nunca me podría embarazar”, recordó.
Encuentro con Dios
Aunque “María” se encontraba afectada física y emocionalmente por el aborto, continuó buscando la felicidad en los placeres del mundo y al lado del papá de su hijo. Con el tiempo, quedó embarazada nuevamente y fue a través de ese embarazo que Dios cambió su vida.
“La muerte de mi primer bebé no fue en vano, la promesa que hice de no volver a abortar me preparó para que éste hijo que hoy tengo naciera, no quise repetir esa experiencia y me di cuenta que mi vida necesitaba cambiar porque iba a tener una vida a mi cargo. Fue difícil pero empecé a buscar una sanación”, compartió.
El encuentro que tuvo esta mujer con Dios fue de una manera distinta, a través de una predicación, no católica, que vio en televisión.
“El Señor taladró mis oídos, vino a mi casa por mí a través de esa prédica. Aunque la predica no era católica, necesitaba los gritos de ese hombre para que el Señor abriera mis oídos. Con las palabras de ese hombre el Señor vino a rescatarme”, afirmó.
Muerta por el pecado
Después de ese momento, la entrevistada entregó su vida al Señor y buscó la manera de acercarse a Dios.
“Embarazada y sola, en ocasiones pensaba en morirme. Realmente creo que estaba muerta por mis pecados”, reconoció.
Dijo que por un momento dudó sobre su religión, pues era católica pero seguía viendo predicaciones de otra iglesia.
“En mi oración le pregunté a Dios si tendría que cambiarme de religión pero el Señor fue muy claro al indicarme permanecer en donde Él me había puesto y en que escudriñara la Iglesia Católica. Hoy sirvo en una parroquia”, compartió.
Sanación desde el perdón
Ya cerca de Dios, “María” buscó acercarse al sacramento de la Reconciliación pero al principio le fue difícil.
“Me confesé con tres sacerdotes distintos buscando el perdón, pero lo que necesitaba, y que fue lo más difícil, era perdonarme a mí misma. Hace un par de años, en mi oración le seguía pidiendo a Jesús perdón por ese pecado, y en mi interior entendí que Él ya me había perdonado, que necesitaba perdonarme a mí misma y al hacerlo sentí la sanación”, compartió.
Para su sanación optó por creerle a Dios, quien, dijo, sigue mostrando su misericordia hacia ella.
“Le creí al Señor, y le sigo creyendo, porque me mostró su misericordia y su perdón. Me dio el regalo de resucitar a pesar del pecado tan grande que cometí. Lo quiero para Señor de mi vida. Como dijo en su promesa, me ha llevado de gloria en gloria y de victoria en victoria. Claro que he pasado momentos difíciles pero con Él todo puedo atravesar”.
Y agregó: “Han sido ocho años en este proceso de transformación, no ha sido fácil, pero el Señor siempre está conmigo. Voy caminando poco a poco, estoy recuperando mi vida desde una Verdad, no desde una mentira”, dijo la mujer convencida de que hoy puede ser ella misma: “No escondo mi ser, porque soy una hija amada por Dios”.