Diana Adriano
Con espíritu de gratitud, religiosas Hermanas Misioneras de María Dolorosa festejaron el pasado lunes 15 de septiembre 78 años de acción de su congregación en la Iglesia. Esto en una misa realizada en la capilla San Antonio de Padua, en Senecú, presidida por el obispo don José Guadalupe Torres Campos.
Durante la Acción de gracias, el obispo felicitó a las religiosas por su fidelidad y testimonio, reconociendo la entrega generosa que han mantenido a lo largo de casi ocho décadas.
Mirar a la Dolorosa
En su homilía, Mons. Torres Campos invitó a las hermanas y a la comunidad presente a contemplar la figura de María Dolorosa al pie de la cruz, como modelo de fe y fortaleza en medio del dolor y el sacrificio.
“Hoy damos gracias a Dios por la vida de esta congregación que ha caminado con fidelidad durante 78 años. Sigamos el ejemplo de María, mujer de fe, que nos enseña a permanecer firmes aun en medio de las pruebas, confiando siempre en la salvación que Dios nos ofrece”, expresó.
Asimismo, exhortó a todos a vivir con apertura y disposición, abrazando la luz de Cristo y siendo constructores de paz en la sociedad. Recordó también que la vida consagrada es un testimonio vivo de amor a Dios y a los hermanos, y un llamado a permanecer siempre cercanos a Jesús y a su Madre Santísima.
Bajo la guía de la Virgen
Por su parte, la hermana Rosa Nery Escobar Chirino, superiora general, dirigió un mensaje de gratitud y esperanza.
“Nos unimos con profundo gozo y gratitud para celebrar los 78 años de camino congregacional. Son años en los que la fidelidad de Dios ha sostenido nuestra entrega generosa y misionera, iluminando a tantos corazones con la esperanza del Evangelio”, expresó.
Destacó que a lo largo de la historia de la congregación, la Virgen de los Dolores ha sido guía y maestra, enseñándoles a permanecer firmes junto a la cruz.
“Bajo su mirada tierna y valiente hemos aprendido a abrazar con amor el dolor de la humanidad y convertirlo en fuente de vida, consuelo y esperanza”, afirmó.
Finalmente, hizo un llamado a las religiosas a renovar la alegría de su vocación y seguir siendo testimonio vivo de la misericordia y ternura de Dios en el mundo.
“Pedimos a la Virgen Dolorosa que nos siga cubriendo con su manto y nos impulse a caminar con valentía y esperanza hacia nuevos horizontes de misión”, concluyó.
Al finalizar la Eucaristía, todos los asistentes compartieron los alimentos en un ambiente de fraternidad y alegría, prolongando la fiesta con el espíritu de comunidad que caracteriza a esta congregación.