Ana María Ibarra
Con inmensa alegría de reunirse como Iglesia de Ciudad Juárez, fieles de las distintas parroquias de la diócesis se congregaron en el Estadio Olímpico Benito Juárez el pasado sábado 13 de septiembre para elevar juntos sus agradecimientos y peticiones a través del rezo en el Rosario Viviente 2025.
Ni el cambio de fecha, ni las nubes amenazantes que en el cielo rondaban sobre el Estadio, evitaron que los fieles católicos acudieran a expresar su amor y devoción a María.
330 kilos
En este tiempo de gracia, en que se conmemora el Año Jubilar 2025, la Iglesia invita a descubrir la fuerza de la fe, de la oración y la esperanza, y así el pueblo acudió a María para sentir su ternura maternal.
Ante un estadio al 90% de su capacidad, los Caballeros de Colón llevaron en andas la imagen de la Santísima Virgen haciendo así el recorrido acostumbrado, en el que también se hicieron presentes los Caballeros del Rosario.
Delante de la imagen iban el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos, acompañado por sacerdotes de la diócesis y seminaristas.
A su paso, la gente pudo apreciar la estructura en forma de circulo que simbolizaba el Planeta Tierra, y contaba con cinco niveles que a su vez representaron cada uno de los cinco continentes.
Ataviada de bellas rosas que fueron inspiradas en las rosas de san Juan Diego, la imagen de María era detenida en ciertos puntos de estadio, mientras la gente desbordaba su amor en forma de aplausos y vivas. Mientras tanto, el coro entonaba el Himno Guadalupano.
Sin importar los 330 kilos que pesó la estructura, los Caballeros de Colón concluyeron el recorrido, contentos de nuevamente haber llevado en sus hombros la imagen de la Reina del Cielo.
Constructores de paz
Monseñor Torres, contento de ver el amor de la gente hacia María, dirigió un saludo inicial recordando el primer saludo del papa León XIV al inicio de su pontificado, el saludo de Cristo: “les doy la paz”.
“El papá León XIV, en todo este tiempo, nos viene recordando y animando a vivir la paz de Cristo. Vivimos nuestro Rosario Viviente en el marco del Jubileo de la Esperanza. Tomemos conciencia de que somos peregrinos de esperanza y pongamos nuestra mirada en Jesús por intersección de nuestra Madre Santísima. Ella es la Señora de la paz, de la esperanza, de la misericordia, de la vida y del amor”, expresó el obispo.
Consciente de los desafíos que padecen la humanidad, el país y la ciudad, el obispo invitó a la comunidad a poner su confianza en Jesús y a dejar que María sea quien conduzca al pueblo hacia Cristo.
“Existe una pérdida de valores, pobreza, corrupción, injusticia, y la esperanza se desvanece.
Comprometámonos a ser peregrinos de esperanza y a poner nuestra confianza en Dios.
De la esperanza brota la paz. Tenemos que ser constructores de paz, empezando por uno mismo, la familia, la comunidad, y que esa paz impregne todo el entorno”, invitó.
Misterios gozosos
Después de las palabras del obispo, se dio paso al rezo de los misterios gozosos del Rosario, siendo algunos laicos y religiosas quienes dirigieron el momento. En cada misterio se hizo una petición especial.
En el primer misterio, La Anunciación, se pidió tener la fe de María, de creer en lo que no ve. Ser de actitud sencilla y obediente, aceptando con fe la voluntad de Dios, pidiendo para que la Iglesia Universal sea esperanza en medio de las tinieblas.
Reflexionando en La Visitación, segundo misterio, la comunidad se unió para pedir a Dios poder imitar a María en lo material y en lo espiritual.
En el tercer misterio, El Nacimiento de Jesús, se pidió por las familias del mundo, mientras que el cuarto misterio gozoso La presentación del Niño en el templo, fue momento para que la comunidad orara por todos los padres separados y por sus hijos; asimismo, por el fin de la violencia, los pobres, migrantes y descartados, para que el Jubileo sea ocasión de abrir los ojos y el corazón ante las necesidades.
Encontrar esperanza
En el quinto misterio, Jesús perdido y encontrado en el templo, ayudó para que los fieles reflexionaran en los momentos difíciles en que han sentido que han perdido a Jesús.
En este misterio se pidió por la humanidad entera, por quienes han perdido la esperanza para que este año santo sea tiempo de gracia y de fortaleza en la paz de Cristo.
Unidos en el amor de María, rezaron las letanías con las velas led encendidas, con un panorama luminoso en el estadio.
Antes de dar la bendición, el obispo realizó el ofrecimiento de flores, representando en ellas a las familias y las comunidades.