Pbro. Fernando de Santiago/ Párroco de Santa María de la Montaña
Este domingo los fariseos se acercan a Jesús para seguir poniéndolo a prueba, con la pregunta de ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?
Recordemos que ellos tenían 613 mandatos, divididos en 365 prohibiciones, equiparándose a los días del año, y 248 obligaciones, asemejándolas a cada elemento de lo que consideraban está compuesto el cuerpo humano, según el conocimiento de la época.
Ante esto, Jesús responde: “Amaras al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”.
¿Qué implica este mandato? Salir de nuestro egoísmo, en el cual nos podemos ver sumergidos al contemplar tantas cosas, las cuales hacemos por hacer, mas no por amor, trabajamos, estudiamos, convivimos, etc., pero sin tener este amor pleno desde Dios.
Radicalidad
Amar es la entrega generosa de nosotros mismos para con Dios, ya que nos hemos dejado primero amar por Él, este amor lo hacemos vida en cada paso que damos, para el judío es importante siempre tener en mente este mandamiento, una característica es que siempre llevan su mano a la cabeza en la cual trae escrita la ley, recordando este y los demás; al igual para nosotros, que siempre deberíamos tener en todo momento y circunstancia el mandamiento del amor, pero en qué momentos hemos dejado de hacerlo… veamos, cuando no deseo recibir gratuitamente su abrazo, ni disfruto cada día, mucho menos lo que me da… y a veces solo quiero mostrar mi rostro, mi imagen deformada por no vivir bajo el amparo del Altísimo, recordemos que somos imagen de Dios, por tanto, debemos manifestar este amor con mas radicalidad, de tal manera que se nos note, “con todo nuestro corazón, alma y mente”, que nuestro corazón exprese desde el amor recibido, en alabanza, en gratuidad, en alegrías y penas, la cordura ante la grandeza de Dios! Así nuestra alma y mente estarán mostrando con obras concretas esta relación bella del amor eterno del padre por nosotros.
Dejarnos abrazar
Para hacer corresponsables y conscientes en este camino, Jesús añade: y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”… la pregunta hecha por el doctor de la ley queda respondida con el primer mandamiento, sin embargo, el Señor Jesús, va mas allá, para que nosotros veamos que Dios se encuentra en los hermanos, es lo que nos recuerda la primer lectura del Éxodo, saber mirar en el extranjero, en las viudas, huérfanos, al mismo Señor, siendo ellos los predilectos… ellos son mi prójimo, aún más cerca, los de tu propia familia, tu compañero de trabajo, estudio, etc… Porque al no ser dóciles al amor del otro, no nos estamos dejando abrazar por este amor de Dios, no seremos capaces de dar Amor… el papa Benedicto XVI nos ha recordado en la carta encíclica «Deus caritas est»:
“Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser sólo « piadoso » y cumplir con mis « deberes religiosos », se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una relación « correcta », pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.” (n. 18.)
Entonces nuestro ser, al ser imagen de Dios, reclama al otro, y ese otro es también imagen de Dios, es mi hermano, a quien no le haría daño, por el amor reciproco, amalo como a ti mismo…
Ser sus testigos
Habrá que reflexionar, aunque, siempre miramos a los demás: amamos mucho a nuestra familia, y lo decimos pero nunca vamos a visitarlos (fuera de este tiempo que vivimos de confinamiento por la pandemia), por la lejanía, por que perdemos tiempo, más con los adultos mayores, “siempre las mismas historias”, “para que vamos”, nos decimos promotores del amor, pero nunca lo decimos a nuestro esposo(a), o a los hijos, hemos suplido el amor al comunicar por mensajes lo que podemos hacer cara a cara, estando a veces en la sala o en el cuarto, etc… amamos nuestro trabajo y porque no lo hacemos con dedicación, sin equipararme al otro, amamos estudiar, entonces porque siempre dejamos al último el profundizar en la lección… amamos la naturaleza porque tiramos basura, porque la destruimos, amamos a nuestro semejante entonces usa el cubre bocas, etc.
Entonces, si amamos a Dios, debemos siempre ser sus testigos y llevar a estos hermanos en buenas obras, el mucho amor que nos ha dado.