Diana Adriano
El pasado miércoles 2 de marzo el obispo don José Guadalupe Torres Campos inauguró el tiempo litúrgico de la Cuaresma, con la imposición de la ceniza.
Junto al padre Eduardo Hayen, párroco de Catedral, y el padre Rafael Saldivar, vicario, presidió la Santa Misa en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, donde los fieles devotos se congregaron desde temprana hora para iniciar el día con este signo sacramental.
Acercarse a Dios
Durante su mensaje, el obispo resaltó la importancia de orar, hacer el bien y ayunar durante estos 40 días de preparación, pues el tema de la conversión es clave en el tiempo de la Cuaresma.
“Este es un tiempo de oración. No te canses de orar siempre y con insistencia. No se cansen de hacer el bien, porque este tiempo es oportuno para la conversión, el arrepentimiento y la reconciliación”, reflexionó el obispo.
Asimismo, resaltó la importancia de pedir perdón, ser compasivos y practicar la misericordia.
“La disciplina del ayuno fortalece el espíritu para el perdón y reconocer mis faltas. No se cansen de ayunar. Debemos entrar en ese desierto para entrar en el encuentro del perdón y de la reconciliación fraterna”, añadió don Guadalupe.
“Dejémonos llevar por el Espíritu Santo al desierto Cuaresmal. Todavía es tiempo ante las realidades del mundo, una palabra de luz… Enluten su corazón y no sus vestidos”, agregó.
Imposición de ceniza
Después de su homilía, monseñor Torres bendijo las cenizas y acto seguido los fieles recibieron con ella la señal de la cruz en la frente o cabeza, mientras repetían las palabras «Me arrepiento y creo en el Evangelio».
De esta manera los fieles devotos manifestaron públicamente su deseo de cambiar y empezar así su sacrificio de Cuaresma, recordando la fragilidad de la vida pero con la conciencia de que la conversión nos lleva a Cristo, quien es vida eterna y alegría completa.
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