Diana Adriano
Además de su amplia labor en la atención integral de la salud mental, Silvia Aguirre se ha consolidado como una de las principales impulsoras de la suicidología en Ciudad Juárez, disciplina dedicada a la comprensión y prevención del suicidio y de las conductas autodestructivas.

Desde CFIC ha promovido durante años una formación ética en estos temas, impactando no solo a profesionales de la salud mental, sino también a personas que, desde su propio dolor, han encontrado herramientas para sanar y acompañar a otros.
Es el caso de Alma Guadalupe Cuevas Contreras, hoy tanatóloga, logoterapeuta y suicidóloga, quien reconoce que su camino personal y profesional está profundamente marcado por la guía y acompañamiento de Silvia Aguirre.
Transformación personal
Alma conoció a Silvia hace aproximadamente 12 años, cuando decidió inscribirse en el Diplomado en Tanatología, un proceso formativo que duró un año y que, asegura, fue decisivo en su vida.
“Silvia fue mi directora. El diplomado fue excelente, ella mandaba a traer especialistas de México”, dijo Alma.
En el diplomado recibieron formación especializada en tanatología infantil, de adolescentes y en distintas áreas del duelo, con un alto nivel de exigencia académica.
“Nos encargaban tareas cada mes. Eran talleres y diplomados muy bien estructurados”, agregó Alma, quien continuó su preparación con talleres sobre sentido de vida (logoterapia) y, más adelante ingresó al Diplomado en Suicidología, también en CFIC.
Primera generación
Alma forma parte de la primera generación suicidólogos, una experiencia que describe como intensa y profundamente confrontante.
“Fue un taller muy fuerte. Yo quería renunciar, la verdad. Silvia trajo a Alejandro Águila, autor del libro ‘La última decisión’, y venía cada mes. Nos dejaba tareas y también venían otros especialistas de México”.
El contenido llevó a Alma a reconocer la necesidad de un acompañamiento personal, pues manejaba una situación personal compleja, tras la pérdida de sus padres.
“Fui a terapia. Después Silvia me dijo: ‘Lo mejor que puedes hacer es tomar los diplomados para ayudarte’, porque yo estaba viviendo un duelo muy profundo”, compartió al revelar su compleja situación tras la pérdida de sus padres.
Pero gracias a la formación, la terapia y el acompañamiento brindado por Silvia y su equipo pudo comprender su proceso, nombrar sus emociones y comenzar un camino de sanación.
“Silvia me explicó que el mío era un duelo patológico, un duelo que no se había cerrado. Me ayudó a entender la culpa, el enojo, la tristeza y el abandono que sentía”.
Ahora servidora
A través de la logoterapia, Alma descubrió la importancia del sentido de vida y tras concluir sus diplomados, comenzó a colaborar en los talleres, primero como auxiliar y posteriormente como facilitadora, siempre bajo la supervisión de Silvia y de otras formadoras experimentadas.
“Silvia es muy cuidadosa. No cualquiera podía dar talleres. Primero tenías que hacer servicio, escuchar, aprender y demostrar que estabas preparada”.
Este rigor, señaló, garantizaba que las personas que acudían a CFIC recibieran una atención responsable y ética, especialmente en temas tan sensibles como el suicidio y el duelo.
Para Alma, una de las mayores cualidades de Silvia Aguirre es su profunda humanidad.
“Ella habla del dolor de una manera tan humana que la gente se quebraba. Está muy comprometida con el seguimiento y la atención personalizada, así como con la evaluación.
Hoy, Alma reconoce que su vida dio un giro gracias a Silvia Aguirre. “Si soy lo que soy, y si he ayudado a muchas personas, es gracias a ella. Mi vida cambió casi en un 90 por ciento”, dijo Alma, quien hasta hoy ha acompañado a decenas de personas en riesgo suicida y ha recibido reconocimientos por su contribución a salvar vidas.
Sobre el reconocimiento que Periódico Presencia otorga a Silvia Aguirre, dijo:
“Se lo merece. Es una guerrera. Estoy muy orgullosa de decir que vengo de CFIC. Para mí, Silvia es una persona muy especial y estaré agradecida con ella toda mi vida”.
Una misión clara: que nadie se quede solo con su dolor

Diana Adriano
Para Adriana Guadalupe Varela, doctora en Psicología, tanatóloga y colaboradora de Silvia Aguirre desde hace aproximadamente nueve años en el CFIC, el valor del trabajo de Silvia radica en que busca sanar heridas profundas a nivel personal y familiar, lo que se refleja luego en lo comunitario.
“Silvia me dio la oportunidad de empezar a dar terapia en el CFIC y ahí me quedé. Hasta la fecha doy terapia, talleres y participo en las Escuelas de Perdón y Reconciliación”, compartió.
Sello distintivo
Además de su licenciatura, maestría y doctorado en psicología, Adriana se formó en el área de tanatología dentro del CFIC, lo cual complementó su trayectoria profesional. Hoy cuenta con certificación como tanatóloga.
Por ello considera que uno de los sellos distintivos del trabajo que encabeza Silvia Aguirre, es la calidad académica y humana de los programas que impulsa.
Recordó que en CFIC se ofrecen diplomados en Tanatología, Desarrollo Humano y Espiritualidad, Resiliencia, entre otros, diseñados en colaboración con expertos y avalados por universidades de prestigio, como la Universidad Iberoamericana, el ITESO y la UNAM.
“Silvia siempre se rodea de los mejores expertos para diseñar estos programas. No improvisa. Hay estructura, seguimiento y una profunda responsabilidad con las personas que se forman ahí”, señaló.
Promotora de la paz
Al hablar de la obra de Silvia Aguirre, Adriana es contundente: “Me parece que nadie en Juárez está haciendo todo lo que hace Silvia”.
Destacó su compromiso permanente con la reconstrucción del tejido social y la cultura de la paz, especialmente en contextos marcados por la violencia, el duelo y el incremento de las estadísticas de suicidio.
“Cada vez que hay cifras más altas de suicidio, Silvia responde formando personas, impulsando terapias, abriendo espacios de acompañamiento en temas como el duelo, la resiliencia, el perdón, la reconciliación, la inclusión y, sobre todo, la cultura de paz”.
Adriana enfatizó que el trabajo de Silvia no se queda en el discurso. “Ella es manos a la obra. Siempre está haciendo, gestionando, construyendo”.
Ejemplo de ello es la apertura de espacios de reflexión en medios de comunicación locales, como columnas en Diario de Juárez y participaciones en radio, desde donde se ha promovido la importancia de la tanatología, la salud mental y la cultura de paz.
“No hay cosa que toque Silvia que no se enriquezca, tanto en información como en sanación”, afirmó.
Misión clara
Para Adriana, la misión del CFIC se resume en una frase que define plenamente el trabajo de su directora: que nadie se quede solo con su dolor.
“Silvia Aguirre, como cabeza de esta asociación, logra que esa misión se viva todos los días”, aseguró.
“Me quedo con su congruencia, con su compromiso social, con su trabajo persistente y continuado. Es un ejemplo de vida y de servicio”, finalizó.
































































