Mons. José Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Nuevamente les saludo con afecto. Es para mí un gusto saludarles a través de Radio Guadalupana por Internet y a través de Presencia, instrumentos pastorales de comunicación muy importantes en nuestra diócesis que hay que seguir apoyando y participando todos. Seguimos comentando palabras del papa Francisco. Hoy toca tratar sobre la autoestima. Es muy normal, o entre comillas normal, escuchar hoy que ‘mi autoestima es muy baja’, que ‘mi autoestima está por los suelos’, que ‘la depre’, o al contrario, que ‘mi autoestima está muy bien, muy equilibrada’… es un tema de mucha actualidad, es un tema que dice mucho a lo emocional de la persona.
La autoestima es como una serie de imágenes que cada uno lleva consigo, una colección de fotografías que muestran cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos sentimos. Estas imágenes instantáneas las juntamos desde que somos muy pequeños, cuando ya entendemos que somos seres separados de los adultos que nos rodean.
A medida que crecemos construimos una idea de quiénes somos. La autoestima es la forma cómo nos vemos y cómo nos sentimos respecto a esa imagen. Tengo una imagen, pero cómo me siento yo, de acuerdo a esta imagen que tengo de mí mismo. Y se requiere un equilibrio, una madurez humana, una madurez moral, espiritual un equilibrio muy importante entre nosotros. Si nuestra autoestima es positiva, nos sentimos bien con nosotros mismos. Si nuestra autoestima está devaluada, nos sentimos mal con nosotros mismos.
El papa nos invita a dar valor a cada uno, el valor de cada uno. Tú vales como persona, tú vales como hijo de Dios, descúbrete valioso, amado, querido por Dios. Pero también necesitamos sentirnos amados, queridos, valorados por nosotros mismos y por los demás. Dice el papa algunas expresiones que nos animan a que nuestra estima crezca siempre y se vaya fortaleciendo: “Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor, es abrir un resquicio de luz enmedio de tantas nubes”. Nos invita entonces el papa a tener esa creatividad, ese sentido del amor, de la ternura, del valorar nuestra persona y la persona de los demás.
Sigue diciendo el papa: “La necesidad de hablar mal de otro indica una baja autoestima, es decir, yo me siento tan abajo, que en vez de subir, bajo al otro”. La autoestima me lleva a pisotear, a hacer menos al otro, a desvalorar a la otra persona y nos estamos reflejando a nosotros mismos, dice el papa. Incluso los más débiles y los más vulnerables son obras maestras de la creación de Dios, hechos a su imagen y semejanza. Es muy importante: aún los más débiles somos hijos de Dios, somos obras maestras de Dios, destinados a vivir para siempre y merecedores de la máxima reverencia y respeto. Como fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, tenemos que descubrir esa dimensión de la persona humana desde Dios, desde la presencia de Dios.
Dice el papa: “La persona se expresa con plenitud no cuando se ve simplemente tolerada, sino cuando percibe que es verdaderamente acogida”. Hoy hay esa tendencia de tolerar, ‘la tolerancia’, y desde la fe no es suficiente tolerar al otro, hay que acoger al otro, aceptar al otro, aceptarnos unos a otros. Esa aceptación implica que me conozco, que conozco a las personas, que conozco todas mis capacidades, por eso se nos da unas guías para crecer en la autoestima: Primero tener la habilidad para evaluarnos, tenemos miedo a evaluar quiénes somos, cómo andamos, qué tenemos, qué capacidades tenemos para aceptarnos o no, nuestras fortalezas y debilidades… tenemos que entrar siempre a nosotros mismos, pero al mismo tiempo confianza, tener confianza en Dios, tener confianza en nosotros mismos, en nuestras capacidades.
Por eso los invito a todos, sobre todo a los adolescentes, a los jóvenes, que se sientan amados por Dios, que crean que Dios los ama y que en consecuencia vivan en ese amor. ¡Son valiosos, tienen cualidades, tienen talentos!, y todos los que estamos alrededor de los jóvenes tenemos que contribuir para ayudarles a crecer, ayudar a que el muchacho, el adolescente vaya creciendo con el apoyo de los papás, de los hermanos, de los amigos, de la Iglesia. Por eso no cabe en el cristiano sentirnos menos. Fuimos creados a su imagen y tenemos que vivir con dignidad esa condición de hijos de Dios.
Les saludo, les abrazo y les sigo enviando siempre mi bendición. Gracias.