Los expertos de la infancia explican por qué los niños también necesitan estabilidad en el conocimiento de su propia identidad…
Alicia Beatriz Montes Ferrer/ Autora
Volviendo al tema de la necesaria aceptación de la identidad sexual, según nos recuerda María Calvo Charro, los investigadores confirman que las personas que tienen dificultad para identificar su sexo biológico frecuentemente padecen problemas psicológicos más serios, como la depresión, ansiedad severa, masoquismo, auto desprecio, narcicismo y consecuencias de abusos sexuales en la infancia y de situaciones familiares conflictivas.
Son adultos con manifiestas dificultades sexuales y sociales que gracias a las facilidades que cada vez más ofrece a ideología de género para acabar con lo que dicen ser un tabú en la sociedad, piden como solución la intervención quirúrgica, pensando que con el cambio de sexo se van a acabar sus problemas psicológicos.
Sin embargo, está demostrado que prácticamente todos los que se someten a un cambio en sus genitales, continúan con esos mismos problemas o más de los que tenían.
Trastornos afectivos, algunos ejemplos
Detrás de algunos personajes relevantes de la historia que han seguido esta línea determinada de pensamiento, podemos encontrar algunas veces verdaderos trastornos afectivos, emocionales y psíquicos que han arrastrado desde la infancia. Veamos, por ejemplo, estos casos:
*Margaret Sanger (1879-966), fundadora de la Liga americana para el control de la natalidad en 1921 y futuros centros abortistas Planned Parenthood, estuvo muy influida por las ideas políticas socialistas y feministas de su madre, desde pequeña. También la muerte de su madre tuvo qué ver. Esta tuvo en 22 años, 18 embarazos de los que 11 sobrevivieron. Margaret nunca lo pudo aceptar y esto la hizo revelarse contra la sociedad en que vivía, viendo la salud de la mujer y la natalidad como algo que impedía realizarse a la mujer y la esclavizaba profundamente. Sumando estas experiencias a las ideas marxistas en las que fue contactando, tenemos el resultado de su negación a la vida como fuente de alegría en un matrimonio.
*Simone de Beavoir (1908-1986), de familia adinerada, sufrió emocionalmente debido al deterioro que la relación de sus padres tuvo como consecuencia de la crisis económica en la había caído la familia. Pero, sobre todo, le marcó el hecho de que su padre le recriminase que no hubiese nacido varón para poder realizar los estudios en la prestigiosa Escuela Politécnica de París, así como su continua afirmación de que tena cerebro de hombre.
Eran frecuentes sus relaciones lésbicas y mantuvo una relación sentimental con Sartre basada en la total libertad, sin ataduras ni fidelidades.
*Elton John (1947), sus padres no se casaron hasta que tuvo 6 años, aunque fue criado prácticamente sin el padre, tan solo por su madre y su abuela y años más tarde sus padres se divorciaron.
Su vida está marcada por sufrimientos que le llevaron a consumir desmesuradamente alcohol y drogas, sobre todo cocaína, lo cual le hizo tener que entrar en un programa de rehabilitación.
Se casó (1984) pero tiempo después se declaró gay y tras su divorcio, confirmo que era homosexual, casándose con un cineasta canadiense en el 2011. Años mas tarde tuvieron dos hijos mediante un vientre de alquiler (2010, 2013), desconociendo ambos quien es el padre biológico, pues fueron donados los dos.
Desear o querer
Como una de las posturas y base de la tesis que defiende este pensamiento es la libre elección del sexo que se quiera tener y de tener relaciones sexuales con quien a cada uno le apetezca, si hay mutuo consentimiento y sin importar la edad, este pensamiento debe introducirse desde la más tierna edad.
Enrique Rojas nos expone en un artículo la importancia de saber educar el deseo: Crecer es orientar la conducta en una dirección positiva, pero que de entrada cuesta y que a la larga nos hace nacer como personas, es decir, que debemos educar al niño hacia un horizonte, unas metas que le ayuden a crecer como persona (no como un animal que se deja llevar por sus instintos), y para ello es necesario que se le enseñe la diferencia entre el deseo y el querer. El primero conlleva implícito para su consecución el saber dominar el instinto, el saber esperar a su debido tiempo, el segundo demuestra un temple y un equilibrio que da frutos con el tiempo.
Nos dirá: Desear es anhelar algo de forma próxima, rápida, casi inmediata. Querer es pretender a largo plazo, pero sin la transitoriedad de lo anterior, especificando el objetivo, limitando los campos con la firme resolución de llegar a la meta cueste lo que cueste.
Los deseos son más superficiales y fugaces. El querer es más profundo y estable. Muchos deseos son juguetes del momento. Casi todo lo que se quiere significa un progreso personal.
Niños ¿brújula o veleta?
Educar al niño en un ambiente hedonista engloba necesariamente una constante permisividad, pues no se le priva al niño de sus deseos y apetencias por miedo a que se frustre, un entorno donde se sobreprotege al niño para que no tenga carencias, por evitarnos incluso discusiones o rabietas…
De esta manea probablemente estemos frente a un futuro adolescente narcisista, carente de empatía, que se sentirá el “ombligo del mundo”, con el derecho de tener lo que quiera cuando quiera, sin privaciones, limites, sin normas, egoísta y con posibles problemas conductuales de violencia, si no logra lo que quiere o por sus propias insatisfacciones interiores que no consigue colmar.
Sera un niño propenso a buscar el placer fácil y rápido en las drogas, tenderá a tener relaciones sexuales pasajeras, relaciones promiscuas en las que buscará, sobre todo, llenar sus ansias de deseo y placer sin tener apenas en cuenta al otro.
Podemos decir que la permisividad significa que no puede haber prohibiciones, ni territorios vedados, ni impedimentos que frenen la realización personal ( si tu hijo considera que se realiza tumbado en el sillón comiendo palomitas, jugando tres horas la iPad, wasapeando toda la tarde, en lugar de ayudar en casa o hacer otras actividades más productivas, no podemos impedírselo), ya que todo depende del criterio objetivo de cada uno.
Acabará de esta manera tras haber vivido acostumbrado a dejarse llevar por los instintos, impulsos, gustos y apetencias sin ningún impedimento, no sabiendo a donde va, cual es el sentido de su existencia. Será una especie de pelele manejable, que va y viene, rebajado, cosificado, un hombre que en lugar de ser brújula es veleta. Sin metas, ni ideales y vacío de contenido existencial.
Estabilidad en la identidad
Prácticamente todos los expertos de la infancia coinciden en que el niño necesita de la estabilidad en las rutinas para su correcto desarrollo. Si entramos en una clase de educación infantil podremos observar durante la mañana cómo todas las actividades se desenvuelven con una programación guiada por rutinas que le dan seguridad al niño, pues sabrá desenvolverse en ese entorno en un clima de confianza al saber lo que viene detrás de los que está haciendo, sin continuos sobresaltos, incertidumbres y no tener esa seguridad que sí le da el conocimiento de la realidad que le rodea.
¿No necesitan entonces igualmente los niños una estabilidad en el conocimiento de su propia identidad? ¿O es que acaso en algo de tanto valor y esencial para la persona, si valen las incertidumbres, las sorpresas o las inclinaciones según los gustos personales?
Hechos, no ideología
El Colegio de Pediatras de Estados Unidos ha mostrado cómo toda esta farsa ideológica perjudica sobremanera a los niños. En una declaración, titulada “La ideología de género hace daño a los niños”, firmada por su presidenta y su vicepresidente y por uno de los más eminentes pediatras del país, hacen un llamamiento a educaadores y legisladores a “rechazar todas las políticas qu condicionen a los niños para aceptar como normal una vida de suplantación química o quirúrgica de su sexo por el sexo opuesto”. Así mismo sostienen que “Son los hechos no la ideología, quienes determinan la realidad, esto es, que la sexualidad es un rasgo biológico objetivo”.
Entre muchas de las causas que los llevaron a hacer estas declaraciones se destacan como consecuencias para los niños:
- Los niños que utilizan bloqueadores hormonales para reasignación de sexo necesitarán hormonas cruzadas al final de la adolescencia, Las hormonas cruzadas (testosterona y estrógenos) se asocia con riesgos para la salud, entre ellos hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer.
- Las tasas de suicidio son veinte veces mayores entres los adultos que utilizan hormonas cruzadas y sufren cirugía de reasignación de sexo, incluso en Suecia, que se encuentra entre los países con mayor respaldo LGTB.
- Los bloqueadores hormonales que los adolecentes toman por no aceptar su sexo, inhiben el crecimiento y la fertilidad en un niño que antes era biológicamente sano. Sosteniendo, demás, que según DSM-V, hasta un 98% de niños con género confuso y hasta un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico tras pasar la pubertad de forma natural.
Algo bueno y natural
La identidad sexual, por lo tanto, no pude deberse a una construcción social como nos quiere hacer ver la ideología de género. Las hormonas sexualizan el cerebro y la mente y no el entorno social. No podemos hacer lo que queramos con nuestro cuerpo según nos apetezca, pues las consecuencias son de por vida muy perjudiciales. Es por ello por lo que es sumamente importante saber hacerle ver a los niños desde la infancia cuál es el sexo genético con el que ha nacido para que lo vayan aceptando y asimilando como algo bueno y natural.
Detrás de muchos homosexuales, lesbianas, travestis, bisexuales… hay un problema psíquico y espiritual que se arrastra desde la infancia y que necesita ser atendido.