La mañana del lunes 20 de enero se registró un enfrentamiento entre elementos de seguridad mexicanos y cientos de migrantes, en su mayoría hondureños, que intentaban ingresar por la fuerza a territorio nacional, con miras a llegar a los Estados Unidos, en lo que constituye la primera caravana migrante del 2020.
Durante dos días habían estado varados en el cruce fronterizo entre Guatemala y México, hasta el día de ayer, cuando a punta de palos y piedras quisieron romper el cerco de cientos de elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Guardia Nacional (GN); algunos lograron internarse en México a través del río Suchiate, pero más adelante fueron encapsulados por elementos de la GN, y deportados.
Ante la posibilidad de que nuevamente los migrantes que se encuentran en la frontera intenten utilizar México como país de tránsito para alcanzar el Sueño Americano, el obispo José Guadalupe Torres Campos, responsable de Migrantes y Pastoral de Movilidad en el Episcopado Mexicano, hizo un llamado “actuar con caridad” y convertir los templos en lugares de acogida.
A través de un mensaje dirigido a los obispos mexicanos, sacerdotes y responsables de albergues, Torres Campos explicó que aunque las políticas migratorias en México siguen siendo restrictivas, “se planea poder llevar una migración organizada, especialmente para quienes son solicitantes de asilo, que de acuerdo a las leyes y normas internacionales, tienen derecho de solicitarlo en nuestro país o en la Unión Americana”.
Debido a que el cruce de migrantes por el territorio nacional no es tarea fácil, aseguró que la Iglesia está llamada a actuar en la caridad siguiendo los principios de solidaridad y subsidiaridad, “por lo cual exhortamos a todos a poder favorecer a nuestros hermanos migrantes otorgándoles pan, cobijo, y asistencia médica cuando se requiera en las parroquias de nuestras diócesis”.
El obispo Torres Campos recordó la solicitud del papa Francisco en el sentido de “hacer de las parroquias lugares y centros de acogida para los migrantes en tránsito y retornados”, y así colaborar con los albergues diocesanos.
Una oportunidad para servir, atender y acompañar
Por otra parte, en un mensaje videograbado, el también obispo de Ciudad Juárez consideró que la sociedad, y la Iglesia, necesitan sensibilizarse para acompañar, promover e integrar a los hermanos migrantes, pues no se trata sólo de número, sino de personas que buscan mejorar su vida.
“Esta es una oportunidad para la Iglesia de servir, de atender y acompañar. Buscamos que los migrantes sean respetados, pues hay una tendencia a criminalizar tanto a los deportados como a los que colaboran en las casas y albergues para migrantes”.
Señaló que la situación actual pone en alerta a la Iglesia mexicana para seguir trabajando, de manera unida, “y seguir cumpliendo con ese llamado que el papa Francisco nos hace a atender y acoger a quienes emigran, son refugiados o deportados”.
En tanto, la Diócesis de Tapachula pidió la ayuda en especie por parte de todos sus fieles, a fin de que su obispo y la Cáritas diocesana puedan llevarles comida a todos los migrantes que se encuentran en la zona, que serían decenas según se estima, “aun cuando esta tarea es compleja debido a que están dispersos fruto de la persecución que vivieron”.