Un vistazo a la Iglesia desde el punto de vista del padre Pedro Funes, CCR, quien sirvió al Santo Padre durante 16 años, en la Congregación para la Doctrina de la Fe…
Diana Adriano
Después de un tiempo sin visitar Ciudad Juárez, el padre Pedro Miguel Funes Díaz, sacerdote de la Sociedad de Cruzados de Cristo Rey (CCR) y antiguo párroco de Santa Teresa de Jesús, visitó esta frontera, ahora como Superior General de los CCR.
Su visita tuvo como objetivo revisar el trabajo de los religiosos de su congregación en la diócesis, en donde sirven desde hace años.
Con gran alegría y disponibilidad, el sacerdote compartió con Periódico Presencia arlgunas de las experiencias que tuvo al trabajar con el cardenal Joseph Ratzinger, quien se convertiría después en el Papa Benedicto XVI, dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Curia Vaticana.
Igualmente nos habla sobre su forma de ver el caminar de la Iglesia en el mundo de hoy.
Aquí la entrevista:
En su experiencia como servidor en la Curia Vaticana, ¿Qué fue lo que más le gustó de haber servido al Papa en la Congregación para la Doctrina de la Fe?
“Yo trabajé en la Congregación para la Doctrina de la Fe desde el 2001 hasta el 2017, llegué a ese puesto luego de salir de esta diócesis, pues yo estaba de párroco en Santa Teresa de Jesús, y fue ahí que me propusieron ir para allá, porque yo había estado en Roma en 1995.
Entonces, me entrevisté con el cardenal Joseph Ratzinger, en ese entonces, y me quedé en el puesto. El trabajo en la congregación abarcaba varias cosas, pero las áreas más grandes eran la doctrinal y la disciplinar, que son cosas del comportamiento en cuestiones canónicas.
Hay muchas cosas que siempre llaman la atención, pero algo que me parecía muy interesante era el modo de trabajar, es un modo que ya tiene la Curia Romana, pero que en lo particular, el cardenal Ratzinger, seguía con mucho rigor.
Eso era lo que me llamaba mucho la atención. Llegaba mucha correspondencia de todos las diócesis del mundo, y presentaban determinados problemas y situaciones. Aquello que llegaba se procesaba en las oficinas de la congregación y se concentraba en una relación…se discutía en una reunión que se llama “el congreso”, y en esa reunión, se compartía el tema y se tomaban decisiones.
Lo interesante está en la forma en la que se llevaban esas discusiones, era una gran mesa y ahí se ponían todos los sacerdotes de la congregación, el oficial presentaba la relación y finalmente tenía que hacer una evaluación y una propuesta, luego iba pasando la voz a cada uno de los presentes y luego era el Perfecto el que daba el comentario, que era el cardenal Ratzinger en aquel tiempo. En ese tiempo aprendí de él su capacidad de síntesis, ya que era muy notable. Él repetía lo que esencialmente había dicho cada quien, y luego daba la solución. A mí me gustaba mucho esa forma de trabajar porque realmente él escuchaba a todos y luego tomaba decisiones.
Me preguntan muchas veces cómo era el cardenal Ratzinger, y lo que puedo decir es que era un hombre sumamente gentil. Le han querido hacer una imagen de que era muy intransigente, incapaz de entender a nadie, poco flexible, pero no es cierto, era un hombre demasiado gentil.
Para mí la palabra ‘gentil’ es la que resume su personalidad. Y sumamente inteligente.
Él tenía una cosa muy notable: que cuando algo se le mostrara con claridad, aunque no le gustara, lo aceptaba. Se dejaba vencer por los buenos argumentos, no era un hombre que se dejara llevar por su pasión.
Cuando lo eligieron como Sumo Pontífice, lo primero que hizo fue a visitar la congregación, en la que él había trabajado con nosotros. Recuerdo con gran alegría que él acostumbraba ir a saludar a cada uno, desde los trabajadores de la limpieza, hasta el secretario, y ahora que ya era papa, quiso hacer lo mismo, pero no lo dejaron, él era muy obediente y nunca dejó de lado la sencillez que lo caracterizaba.
¿Cómo ayudó esta experiencia en la visión que usted tiene de la Iglesia y en su servicio ahora como superior general de los Cruzados de Cristo Rey?
Yo creo que uno siempre aprende muchas cosas en cada uno de los lugares en los que está, y estando en Roma me ayudó a tener una visión de que la Iglesia tiene tantas diferencias en cada lugar, pero que al mismo tiempo hay una unidad. No es lo mismo la Iglesia en África y la Iglesia en Japón, pero hay una unidad y eso es una cosa muy valiosa; la unidad y la diversidad.
Eso es muy fundamental y algo que todos tenemos que valorar, en ocasiones no es fácil, pero todos tenemos que saber que esta diversidad enriquece la vida de la Iglesia. El cardenal (Ratzinger) era un hombre muy sensato en esto.
Pienso que todas estas cosas me han ayudado de una manera amplia a tener una visión de lo que es la Iglesia y lo que son las personas.”
Usted sirvió con el Papa Benedicto XVI, quien le dio nombramiento… Ahora está en servicio el Papa Francisco ¿Cómo cree que cambia la Iglesia con los pontificados?
Me tocó trabajar un poco con el Papa Francisco, porque yo me vine hasta el 2017, y de hecho tuve la oportunidad de presentar algunas cosas frente a él, porque fue a la congregación. Y luego cuando yo salí, él me llamó y estuve platicando con él antes de venirme a México. Son personalidades muy distintas, el papa Francisco se me hace una persona que tiene mucho interés en ganarse a los demás, y eso está bien, por ejemplo, cuando habla de la “Iglesia en salida”, siento que él mismo quiere salir a dialogar y llevar el mensaje. Eso, en su mentalidad y su forma de ser, no es igual a cómo se comportaba el papa Benedicto, ya que él era más tranquilo, más formal en ciertas cosas, seguía mucho las normas y naturalmente el papa Francisco tiene otras tendencias.
El papa Francisco no es un teólogo como lo era el cardenal Ratzinger, pero ambos tienen mucho de pastor.
Me tocó la oportunidad de hablar con papa Francisco cuando regresó de su viaje por México, y me dijo que estaba muy contento porque había estado con la Virgen de Guadalupe, se le veía su sonrisa muy grande. Cada papa es diferente y trae una nueva forma de aplicar el Evangelio, la misión está en saber exprimir todo el conocimiento que nos dejan. En mi punto de vista, aún tenemos muchas enseñanzas del papa Benedicto a las que aún no le hemos ‘sacado todo el jugo’.
Ahora mismo el papa Francisco propone un camino o proceso de sinodalidad para la Iglesia…¿Cómo los laicos deben participar en esta propuesta? ¿Qué es lo más importante por hacer y cómo nos ayudará a mejorar como Iglesia?
Creo que una de las cosas más importantes que se debería de hacer, es releerse un documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe que salió sobre la sinodalidad, porque ahorita se habla mucho, pero no hay que perder la parte central, y creo que este documento ayudará muy bien porque tiene una base en la Escritura y la Tradición, y nos enseña a profundidad lo que es la sinodalidad, ya que pienso que en ocasiones solo se toca superficialmente, y en cambio la sinodalidad no la está inventando hoy la Iglesia, es algo que siempre se ha vivido, pero que ahora se ha dado a conocer en la Iglesia
No es que no tuviéramos sinodalidad en la Iglesia, pues existe desde que comenzó, pero ahora que nos damos cuenta, es cuando la comenzamos a vivir.
Yo considero que los laicos tienen un papel muy importante, porque la Iglesia somos todos, y todos caminamos; es un camino de fe.
Ahora con la sinodalidad, los laicos tienen un qué hacer y un qué decir, que se tienen que tomar en cuenta. La sinodalidad tiene qué ver con la fe. Los laicos, por su misma condición de estar en el mundo, tienen mejores armas para ciertas batallas, y la Iglesia necesita de ellos.
También quisiéramos preguntarle sobre el camino sinodal en la Iglesia de Alemania ¿Qué opina de esto y cómo cree que lo que ocurre en Alemania, influye o impacta en los demás fieles de la Iglesia? ¿Cree que hay confusión? ¿Cree que puede haber un cisma?
Este tema de Alemania que ha causado algo de escándalo, y que ahora se han frenado más cosas de las que ellos tenían idea, es señal de otras cosas, hay un conflicto que está en la Iglesia desde hace mucho tiempo.
Esto sale a relucir, puesto que hay algunos que quieren cambiar todo en la Iglesia para adecuarse al mundo, para que aparentemente pueda llegar el Evangelio al mundo, y también está el lado contrario, el que no quiere ceder nada ante el mundo. Son dos tendencias y cada una tiene su justificación, porque ciertamente hay que adecuarse al mundo pero también hay que conservar la fe en eso, aunque creo yo que la Iglesia ya ha dado criterios muy buenos, y sobre todo pienso que el Concilio Vaticano II dejó un camino bastante claro; pero aún con todo, no se logra superar estas tendencias.
Como siempre, hay que mediar para no perder la fe, para no ser como una piedra que no crece y no se mueve, pero sin dejar jamás la esencia del Evangelio, ese es nuestro reto siempre. Pidámosle a Dios para que ayude a la Iglesia a tener buen discernimiento, sobre todo a los pastores.
¿Cómo percibe el futuro de la Iglesia con las realidades que hoy prevalecen (ideología de género, la Agenda 2030)?
En estos temas también debemos tener esperanza. Hay muchas cosas que vemos y decimos que están mal, pero no podemos desanimarnos, la esperanza es lo que más debemos cultivar en estos tiempos.
Dios sabe por dónde nos lleva, Él es el que guía la historia y nosotros sus cooperadores. En ese sentido, Cristo es el Rey y Él sabe por dónde guía las cosas. En esa confianza debemos seguir caminando, hacer lo que nos corresponde, dar testimonio, a veces puede ser doloroso, difícil y puede costarnos, pero es lo que hay que hacer.
Le pedimos a la Virgen María que nos ayude en esta situación del mundo, que se nos hace difícil, pero no debemos perder la esperanza.