Mons. José Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con cariño, espero les esté yendo bien en su vida. A través de Presencia y de Radio Guadalupana por Internet les mando un fuerte abrazo a todos. Seguimos con los temas del papa.
Hoy platicamos sobre una virtud muy importante y que es muy necesaria en las relaciones humanas y en todo lo que hagamos: la prudencia… es importantísima la prudencia.
La prudencia nos hace reconocer lo que es bueno, lo que es malo en cualquier situación, pero no sólo reconocer, sino actuar de acuerdo con ello. La prudencia es la expresión de la conciencia. Dios nos dio esa conciencia, esa voz interior que nos dice: eso es bueno ¡hazlo!, ¡procúralo!, esto es malo ¡evítalo!
La prudencia es la reflexión, es el análisis, es el reconocimiento de lo bueno y lo malo y actuar en consecuencia. Obviamente para nosotros, para todo hombre en general por la ética por la moral y por la fe la prudencia nos tiene que llevar a evitar lo malo y buscar siempre lo bueno.
Cuando somos prudentes reflexionamos antes de hacer, de hablar y tenemos en cuenta las consecuencias de nuestras palabras y hechos. Fíjense reflexionar antes de hablar, antes de actuar. Somos muy impulsivos a veces, irreflexivos, nos dejamos llevar por la emoción, por el sentimiento, y si no pensamos y reflexionamos, pues nos podemos equivocar; entonces la prudencia es eso: una reflexión profunda.
Por eso tenemos que ser muy prudentes, reflexionar, a veces hay más tiempo, a veces hay más momento para reflexionar, pero siempre, que haya prudencia antes de actuar.
Seguramente en algunas ocasiones habrás dicho cosas sin pensar: le contesté mal a mi mamá, a mi amigo, al maestro, a un compañero y después ¡me equivoqué, me siento mal!, ¡lo ofendí!… hay remordimientos, hay ahí el arrepentimiento.
En las relaciones humanas, en las relaciones laborales, en las relaciones familiares, de matrimonio es muy importante la prudencia. La prudencia es un modo de vivir con responsabilidad: tenemos que hacernos responsables de nuestros actos… a veces actuamos o decimos las cosas y no pasa nada: ya ofendí y ¡naahh no pasa nada! y las cosas vuelven a la tranquilidad, pero tenemos que ser responsables de nuestros hechos, de nuestras palabras, de nuestras actitudes. Por eso queridos hijos, ¡ser muy prudentes en toda nuestra vida!, en todo lo que hagamos.
El papa, acerca de esta virtud de la prudencia nos dice que la prudencia nos lleva a decidir para hacer el bien, nos lleva a pensar, a tomar buenas decisiones en el hablar y en el actuar ¿para qué? Para hacer el bien, para hacer cosas buenas.
La prudencia, dice el papa, no es una virtud para no hacer nada. Es uno de los extremos: o hablo y exploto y digo y ofendo, no soy prudente… o soy tan “prudente” que no hago nada.
Los extremos son malos, no es una virtud para no hacer nada. Es una virtud de gobierno, es decir, para tomar decisiones y para hacer el bien, es una virtud para llevar las cosas adelante, para sacar la cosas adelante, no hacia atrás, no destruirlas, sino para los proyectos.
La vida misma, tu vida espiritual, tu familia hay que sacarla adelante con la prudencia y el respeto de las normas.
Dice el papa que son la primera forma de la tutela de sí y de los demás: prudencia y respeto, tutelarte a tí mismo y tutelar a los demás y tutelar es cuidar, proteger, ayudar. Es tutelar, salir de mi egoísmo. La prudencia nos lleva a cuidar del otro, porque antes de hablar antes de hacer las cosas, pienso reflexiono y decido en favor del otro. Es tutelarme a mí mismo, pero también tutelar a los demás. Está bien ser prudente, pero si la prudencia se convierte en inacción, dice el papa severamente, eso es cobardía. Por eso en el acto penitencial confieso mis pecados de palabra, de obra y de omisión. No hacer nada, quedarme callado, no actuar puede ser un acto de cobardía o puede ser incluso un pecado.
Hay que actuar prudentemente, recuperar las virtudes de la prudencia, de la templanza, de la justicia y de la fortaleza nos puede ayudar a superar los momentos difíciles y a redescubrir los vínculos fraternos que nos unen.
¡Cuánta prudencia falta en el mundo, en los gobiernos, en las instituciones, en la familia!, en los que tenemos un servicio en la Iglesia, en el colegio, en las grandes empresas.
Siempre es importante la prudencia, pero también no sólo vencer las dificultades, sinofortalecer los vínculos.
Soy prudente porque me preocupo del otro, para estar bien con mi familia, porque quiero el bien de todos y por eso pienso las cosas, no me precipito, por eso quiero ser responsable.
A la prudencia se le llama muchas veces la madre de todas las virtudes entonces yo les pido, a mí mismo y a ustedes que tratemos de cultivar de hoy en adelante la prudencia, que preguntemos al sacerdote o a alguien de confianza cómo debe ser la prudencia, cómo debo de actuar, porque eso te va a dar una fuerza enorme para que todas las demás virtudes también vayan creciendo a la par.
La prudencia es la capacidad de analizar la información antes de tomar una decisión y por eso hay que escuchar, hay que analizar, meditar para luego tomar una decisión y evaluar las consecuencias de mis decisiones. Es discernir entre lo bueno y lo malo y actuar de acuerdo con nuestras propias convicciones como personas, y en el caso nuestro, como cristianos.
Seamos prudentes hoy más que nunca, buscando el bien, el amor a los demás. Siempre les manifiesto mi cariño, mi amor de padre y pastor y que los bendiga Dios Padre todopoderoso, Dios hijo Redentor del mundo y el Espíritu Santo, que es nuestra fortaleza.
Dios bendiga a todos.