Mensaje del obispo don J. Guadalupe Torres Campos con motivo de la Navidad 2025

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En la luz gozosa de la Navidad del Señor, elevo una oración de gratitud por cada uno de ustedes y me acerco como padre y pastor a sus hogares y comunidades. Celebramos el misterio del Hijo de Dios que se hace carne, que entra en nuestra historia con humildad y ternura para compartir nuestra vida y colmarla de sentido. En el Niño nacido en Belén, Dios nos asegura su cercanía y nos recuerda que, en medio de las pruebas, la esperanza sigue viva.
Este año celebramos la Navidad inmersos en el Jubileo «Peregrinos de esperanza», un tiempo de gracia que nos invita a ponernos en camino, a salir de la indiferencia y renovar nuestra fe en medio de las realidades concretas de nuestra vida personal, familiar y comunitaria. Como peregrinos, no caminamos sin rumbo: caminamos hacia Cristo, nuestra esperanza, el Emmanuel, Dios-con-nosotros.
El Papa León XIV nos ha recordado que «la esperanza cristiana no es un optimismo ingenuo, sino la certeza de que Dios sigue actuando en la historia y no abandona a sus hijos». Estas palabras iluminan profundamente el misterio de la Navidad: en el pesebre de Belén descubrimos que Dios no se impone con poder, sino que se ofrece con amor.
Como Iglesia Diocesana, estamos llamados a ser signos vivos de esta esperanza, especialmente para quienes más sufren: los pobres, los enfermos, los migrantes, las familias que atraviesan dificultades, los jóvenes que buscan sentido, los ancianos que a veces se sienten olvidados. Que nadie se sienta excluido de la ternura de Dios ni de la cercanía de su Iglesia. Abramos las puertas de nuestros corazones y de nuestras comunidades para que Cristo pueda nacer hoy en nuestra realidad.
A todos ustedes, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, seminaristas, agentes de pastoral y fieles laicos, les agradezco su entrega generosa y su testimonio diario de fe.
Caminemos juntos como verdaderos peregrinos de esperanza, sosteniéndonos unos a otros y anunciando con la vida que la luz brilla en las tinieblas y que las tinieblas no han podido vencerla.
Que la Virgen María y san José nos enseñen a acoger el misterio de Dios con un corazón humilde y disponible. Con mi bendición y afecto, les deseo una santa y feliz Navidad.
- Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez





























































