Sobre el libro “Hermana Muerte” del sacerdote y teólogo italiano Rabiero Cantalamessa
Francisco Romo Ontiveros
Con motivo del tiempo de Pascua, en esta ocasión recomendamos a nuestros lectores un breve pero maravilloso libro que nos permite reflexionar sobre la esperanza de la resurrección, el cual lleva por título: Hermana muerte del reconocido sacerdote y teólogo italiano Raniero Cantalamessa.
El texto se encuentra dividido en pequeños apartados que abordan el tema de la muerte y lo que ésta debe de representar para los cristianos. Desde sus primeras páginas, el libro nos explica cómo es que existen básicamente dos corrientes de pensamiento al respecto: Por un lado, el modo sapiencial se caracteriza por el empleo del razonamiento, del ejercicio intelectual común a la filosofía, la poesía y la ciencia –e incluso a otras religiones antiguas– donde la nada es la única posibilidad antes y después de nuestra vida. De modo contrapuesto, está el modo pascual de enfrentar el conflicto de la muerte, cuyo fundamento es el misterio de la Resurrección de Cristo y en el cual descansa la esperanza de nuestra existencia humana.
Cantalamessa esboza, en principio, el planteamiento filosófico que reduce al hombre en “un-ser-para-la-muerte”. Para ello, introduce al lector en la ideología de uno de los más importantes pensadores del siglo XX, Martin Heidegger, quien plantea que nuestra finalidad en el mundo es sin duda morir (Ser y tiempo, § 45), pues el hombre “muere a cada instante” al encontrarse siempre “vuelto hacia la muerte” (Ibid. § 51) En cambio, pese a la irremediable muerte del cuerpo, para el cristiano el hombre es ante todo “un-ser-para-la-vida”. El libro de Cantalamessa profundiza en la muerte como visión cristiana de la Pascua al ser una rica fuente de referencias bíblicas al respecto. Por mencionar algunos ejemplos, el texto nos recuerda lo mencionado en la carta a los Hebreos: “a Jesús, le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos” (2, 9). La lectura añade momentos adelante: “Si nosotros hemos sido bautizados en la muerte de Cristo” (Rm 6,3), y “Si hemos muerto con él, también viviremos con él” (2 Tm 2,11); y “si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús” (1 Ts 4, 14).
Así, Hermana muerte es una invitación a reflexionar en ese último instante de nuestra vida terrenal, el cual no ha de ser el final de toda experiencia sino un estado necesario para trascender conforme a nuestra fe. Para ello, su autor no se limita a presentarnos referencias bíblicas, sino que enriquece su texto con citas de documentos conciliares, escritos de varios Padres de la Iglesia y la propia liturgia, tanto la oriental como la latina. El libro se deja leer de manera sencilla y funciona muy bien para aquellos que se acercan por primera vez a estudiar este tema de gran relevancia.
Hacia el final de la lectura, Cantalamessa posiciona al lector ante esa pregunta que el Señor hace en los momentos de mayor dolor, ya sea tras la pérdida de un ser querido o la inevitable enfermedad; el mismo cuestionamiento que realiza a Marta quien lamenta la muerte de su hermano Lázaro: “¿Crees esto?” (Jn 11, 26). Así, Hermana muerte es una hermosa insistencia a recordar que nosotros habremos de resucitar juntamente con Cristo, pues Él, “muriendo ha destruido la muerte”.
El teólogo italiano nos invita a reflexionar junto con San Agustín en cómo es que en esta vida no existe otra salida que la muerte y ahonda en la importancia de refugiarnos en Jesús, quien nos prometió la vida eterna (Sermones 229 H, 3). El libro nos recuerda entre sus páginas al apóstol San Pablo, quien en la Primera Carta a los Corintios retoma algunos pasajes de los profetas del Antiguo Testamento y entona un himno a la luz de Jesús resucitado; dice: “La muerte ha sido devorada por la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?” (15, 54-55).