Blanca Alicia Martínez
Con su testimonio, san Francisco de Asís dice a todos los fieles y a las personas de buena voluntad, que la vivencia del Evangelio no es una utopía, sino que es algo completamente realizable, que puede ser vivido día con día.
Así lo afirma el sacerdote franciscano nacido en Ciudad Juárez, Fray Francisco Javier Rodríguez Román, OFM, quien, al acercarse la Fiesta de San Francisco de Asís -4 de octubre-, reflexiona con Periódico Presencia sobre sobre la importancia de la figura del pobre niño de Asís, Poverello, como también s ele conoce en la Iglesia.
Recuerda que la región Juárez- El Paso tiene una vocación franciscana, y por lo tanto sus habitantes están llamados a vivir el Evangelio y a convertirse en instrumentos de paz.
Aquí la entrevista:
¿Cuál es el valor de San Francisco de Asís para la Iglesia?
El valor de Francisco es que él es un evangelio vivo, es decir, desde que el papa lo conoció, reconoce en Francisco que él es la prueba viviente de que el evangelio de Jesucristo no es una utopía, sino que puede ser vivido día con día en lo cotidiano. El valor de Francisco es que con su vida nos muestra cómo Dios pensó al hombre desde toda la eternidad en el sentido de un hombre que es hijo y se relaciona con Dios como Padre; un hombre que es hermano de la Creación, es guardián de la Creación siendo hermano y servidor de la Creación. Para la Iglesia el valor de San Francisco es que se puede ser radicalmente evangélico siendo radicalmente fiel a la Iglesia. Francisco inicia un movimiento de renovación dentro de la Iglesia, pero siendo fiel a la Iglesia: no se necesita atacar a la jerarquía, ni salirse de la Iglesia para renovarla con la fuerza del Espíritu.
San Francisco fue un converso y da la impresión de que mucha gente lo desconoce… ¿Que diría usted que es lo que los fieles más desconocemos de san Francisco y sería importante saber?
Él es un converso en el sentido de que no es una conversión en un determinado momento de la vida, sino que la vida misma es un proceso de conversión, es un camino que se realiza hacia la Casa del Padre, porque Francisco reconoce cómo cada día Dios mismo va trabajando en él y va haciéndolo cada vez más hijo, más hermano, más dócil al Evangelio. Todavía al final de su vida él les dice a los frailes: ‘comencemos hermanos, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho’ … entonces es la vida cristiana entendida como camino de regreso al Padre, una conversión constante y continua. Pienso que a lo mejor eso es lo que se nos pudiese pasar desapercibido en la vida de san Francisco. Ciertamente hay momentos importantes en la vida de San Francisco, tanto al inicio de este camino de conversión como su encuentro con el leproso, su estadía en la cárcel, su enfermedad, el encuentro con el Cristo de san Damián … como incluso al final de la vida, con la visita de la hermana enfermedad tan grave de sus ojos, o aquel encuentro con el Cristo seráfico o en el Monte Alvernia, donde sucede la impresión de las llagas, en fin, hay momentos puntuales, importantes en el proceso de conversión de san Francisco, pero no deja de ser un proceso continuo de muchos años. Y algo que quizá también la gente desconoce es que Francisco no es su nombre de pila. Su nombre era Juan. Su papá. Pedro Bernardone, lo llamaba Francisco porque su esposa, mamá de Francisco, era francesa. Mientras que el nombre Juan significa ‘Dios hace misericordia’ el nombre de Francisco significa ‘libre’, y siento que en este sentido Francisco también nos enseña que la vida evangélica, la vida cristiana es vida de libertad, de gratuidad para con Dios, para con los hermanos, para con toda la Creación. Y algo que no quisiera dejar pasar, pues soy fraile franciscano de aquí de Juárez, es que a lo mejor nos pasa desapercibido en cuanto a la obra de san Francisco que se prolonga por los siglos a través de las tres órdenes franciscanas: la Orden de los Frailes, la orden de las clarisas y la orden de los seglares, y pues que nuestra región de Juárez y El Paso, es franciscana de nacimiento y por lo tanto nuestras ciudades tienen una vocación evangélica y ojalá no se nos olvidara a todos los católicos de nuestra ciudad, de nuestra diócesis, que estamos llamados a esa vocación: a ser mensajeros, instrumentos de la paz.
Cuéntenos cuál es su anécdota favorita de san Francisco
A mí siempre me llamó la atención que precisamente el día 3 de octubre los franciscanos celebramos el Tránsito de san Francisco. Él muere la tarde-noche del 3 de octubre y es un episodio muy interesante en la vida del santo, cuando ya agonizando, él hace escribir una carta a una amiga, una señora de nombre Jacoba, que residía en Roma y era a la única mujer a la que Francisco le daba permiso de entrar a los conventos. De hecho la llamaba fray Jacoba…y en esa carta le pedía cosas: el paño, la tela para su mortaja, los cirios para su velación, su funeral y pedía un postre, un pan dulce que le gustaba mucho y lo sabía hacer Jacoba. Y manda a este fray a Roma -recordemos que se encontraba en Santa María de los Ángeles, en Asís- y la cuestión es que apenas iba saliendo el fray del convento cuando esta mujer va llegando con todo lo que Francisco le encargaba en esa carta, que aparte de lo milagroso de este hecho, me llama la atención que Francisco haya pedido ese dulce que mucho le gustaba, y creo que es lo que manifiesta Francisco hasta el último momento de su vida: su profunda humanidad, es decir la santidad que no anula de ninguna manera, sino que hace restablecer en todo su rigor su gran humanidad. Eso me llama mucho la atención de nuestro padre Francisco.
Cuál es su consejo para que podamos imitar a san Francisco
Yo pienso que el consejo de Francisco, que vale para mi vida y vale para todo cristiano, es que siempre el Evangelio sea norma de vida. Estar apegados al Evangelio, ser evangélicos, estar apegados a la Palabra de Dios, escucharla con mucha atención, en nuestra casa dedicar todos los días un momentito para la lectura, para la meditación de la Palabra de Dios. Creo que es algo muy de san Francisco que nos ayuda a estar en comunión con Dios.
Inspirado por sacerdote diocesano… pero franciscano
Fray Francisco Javier Rodríguez Román nació y creció en Ciudad Juárez. Vivió su infancia en la Colonia El Granjero y, con el padre José Amador (qepd), que entonces atendía la parroquia San Francisco de Asís, descubrió su vocacióin al sacerdocio.
“Por ahí de 1982 llegan los frailes franciscanos de la provincia de Nuestra Señora de Guadalupe a la parroquia, y al contemplar su vida, su manera de ser y de llevar adelante el apostolado, me empieza a llamar la atención la vida franciscana”, dijo el sacerdote religioso.
Fray Francisco forma parte del grupo de seis frailes que recibieron el regalo de poder tomar su hábito franciscano en esta ciudad (1993), aunque la norma era que la recibieran en la Casa de Formación (Querétaro).
Perteneciente a la provincia de San Pedro y san Pablo de Michoacán, fray Francisco, cuando iba a ser ordenado sacerdote, se sentía “un poco culpable” por tomar el hábito religioso, cuando había sido inspirado por un sacerdote diocesano, el padre José Amador.
Pero recibió un signo muy especial de su propio modelo, como una respuesta a la crisis que vivía.
“Cuando fui a invitar al padre José Amador -que para entonces ya era párroco en el Sagrado Corazón de Jesús- a mi toma de hábito, él me dijo: ¿Te acuerdas cuando eras niño y platicábamos que querías ser sacerdote?, yo nunca te había platicado antes algo y quiero decirtelo: Los 40 años que tengo de sacerdote, son los que tengo de ser fraile franciscano”.
La revelación que le hizo el padre Amador fue haber profesado con los terciarios franciscanos, (hermanos franciscanos seglares fundados como Tercera Orden por san Francisco de Asís-), y que cuentan con tres fraternidades en la diócesis local: en Catedral, otra en san Lorenzo y otra en Mártires Mexicanos.
“Para mí fueron muchos signos valiosos de parte de Dios con los que me fue llamando a esta vida religiosa franciscana. Ya tengo 27 años de fraile, y de sacerdote, 21, gracias a Dios”, compartió satisfecho el hoy párroco de la comunidad Todos los Santos en El Paso, pero también profesor en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez.