Experta habla sobre las oportunidades existentes para lograr un verdadero cambio en el tema de la generación y disposición de desechos -la basura-, y de la conversión ecológica a la que nos llama el Papa Francisco y urge al mundo…
Presencia
Una responsabilidad compartida de todas las personas físicas y morales involucradas en el aprovechamiento de los productos que ponen en el mercado y se utilizan, es necesaria para lograr una conciencia ambiental que permita una mejor disposición de la basura en las ciudades.
Así lo considera la maestra Fidelia Luna, impulsora de los círculos Laudato Si en la Diócesis de Ciudad Juárez e integrante de la Red de docentes de América Latina y el Caribe.
La profesora, con especialidad en educación ambiental, respondió a preguntas de Periódico Presencia y habló sobra la relación que existe entre nuestra identidad cristiana y el adecuado manejo de la basura que generamos.
Aquí la entrevista:
¿Qué nos enseña la Encíclica Laudato Si’ en torno al tema de la basura (desperdicios o desechos)?
En principio, el Papa Francisco nos convoca a ser sensibles y conscientes del grave problema en el que vivimos. “La tierra, nuestra casa común, parece convertirse cada vez más, en un inmenso depósito de porquería” (LS 21). Efectivamente, nos consta a todos los residentes de esta localidad que, el efecto ambiental más evidente del manejo inadecuado de los residuos sólidos urbanos lo constituye el deterioro estético de nuestra ciudad, con la consecuente devaluación, tanto de los predios donde se localizan los vertederos, como de las áreas vecinas, por el abandono y la acumulación de la basura. Sin embargo, entre los efectos ambientales más serios están la contaminación del suelo, del aire y los cuerpos de agua, ocasionada por el derramamiento directo de los residuos.
Estos problemas -parafraseando al Papa- están íntimamente ligados a la cultura del descarte. Los gobiernos y los sistemas industriales todavía no han logrado adoptar un modelo circular de producción y consumo que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el derroche en las compras de productos desechables y maximizar la eficiencia del aprovechamiento al reutilizar y reciclar (LS 22).
¿Qué opina de la recolección-disposición de basura que se realiza en Juárez? En vista de la reciente problemática al respecto, ¿qué se podría mejorar y cómo? ¿Qué puede hacer cada persona desde su casa?
Expertos especialistas en la materia (Rondón, E.; et. al. (2016). Guía general para la gestión de residuos sólidos domiciliarios) afirman que, afortunadamente, “en pleno siglo XXI, las ciudades presentan enormes oportunidades para cambiar tendencias y pasar del manejo tradicional de la basura, hacia la verdadera Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) para el desarrollo de ciudades verdaderamente sustentables”. El primer propósito de la GIRSU es evitar la generación; si no es posible evitarla totalmente, se debe procurar la minimización utilizando el concepto de las 3R´s (reducir, reutilizar, reciclar); después, se debe plantear el tratamiento; y sólo cuando el tratamiento no sea factible, se debe pensar en la disposición final.
La GIRSU atraviesa todos los ámbitos de un sistema económico-productivo. Por ello, se requiere la responsabilidad compartida de todas las personas físicas y morales involucradas. Esto implica que, tanto productores, importadores, distribuidores, consumidores y gestores públicos y privados, deben hacerse responsables de los productos que ponen en el mercado hasta el final de su vida útil.
Al Estado, en sus tres niveles, le corresponde desarrollar los mecanismos apropiados para garantizar la participación de todos los actores; pero, principalmente de los ciudadanos. Orientando todos los esfuerzos en esta dirección, mediante procesos educativos, reglamentaciones y acciones enfocadas a crear conciencia ambiental en los hogares, se modificaría así el comportamiento de la población.
La educación al público tiende a lograr una ciudadanía más consciente y capaz de participar activamente en la resolución de los problemas, en el área del medio ambiente en general, y de los residuos sólidos en particular.
En este sentido, la encíclica Laudato Si’ nos recuerda lo que el papa Juan Pablo II dijo al respecto: “toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, en los modelos de producción-consumo y en las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy a la sociedad” (LS 5).
Aprender a gestionar los residuos sólidos que generamos en nuestros hogares, ¿tiene alguna relación con la identidad cristiana o con algún llamado de Dios?
¡Por supuesto que sí! En este aspecto, el Papa Francisco es muy claro cuando dice, que “la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea” […]. Cuando, como cristianos, somos pasivos, no nos decidimos a cambiar hábitos y nos volvemos incoherentes, entonces, nos hace falta una conversión ecológica. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios, no es algo opcional. Es parte esencial de nuestra identidad cristiana (LS 217).
Para saber…
En México se producen cada día alrededor de 100 mil toneladas de basura doméstica, esto equivale a cerca de 37 millones de toneladas anuales de residuos sólidos urbanos vertidos cada año en rellenos sanitarios, basurales o vertederos.