Al celebrarse hoy el Domingo Mundial de las Misiones presentamos el testimonio de dos misioneras dominicas -juarense y jalisciense- que salen el próximo jueves rumbo a África a continuar con la misión en aquella parte del mundo…
Ana María Ibarra
Las hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana llevan 26 años misionando en más de 25 poblados de Guinea Ecuatorial, en África Central, donde han trabajado incansablemente para lograr que las familias vivan más dignamente.
En los próximos días Sor Teresa Martín Aguirre, jalisciense y Sor Fabiola Tarín Herrera, juarense, viajarán al continente africano para colaborar en la Misión Ad gentes. Para Sor Tere es regresar a su familia, para Sor Faby será su primer viaje de misión.
Ofrendada a Dios
Fue en su niñez cuando la hermana Teresa descubrió en su interior el deseo de ser misionera y en su primera Comunión le pidió a Jesús que no se olvidara de ella para la misión.
“Mi papá nos enseñaba las revistas de misiones, del sufrimiento de la gente. A los seis años que hice mi primera Comunión y saqué mi lengua para recibir a Jesús, le dije: recuerda que soy tu misionera”, compartió.
Con este amor, sor Teresa ingresó a la comunidad de Dominicas de la Doctrina Cristiana a los 14 años, profesó en 1965 y desde entonces ha aceptado todas las encomiendas.
Sin embargo, fue en África donde entregó su corazón y su vida.
“Cuando llegamos estuvimos observando todas las necesidades, el dolor, el sufrimiento de la gente”, dijo.
Fueron 26 poblados los que debían atender ella y tres religiosas más, atravesando la selva para visitar enfermos que morían sin ninguna atención, con sus creencias y ritos muy arraigados.
“Escribimos a Manos Unidas y al Vaticano para que nos dieran una camioneta para ir a rescatar a los enfermos y llevarlos a recibir atención”, recordó.
Otras organizaciones de distintos países se sumaron para llevar lo necesario para dar una vida digna a los pobladores.
“El agua de los ríos estaba sucia, ahí se bañaban los niños y salían llenos de lama verde. Se llenaban de moscas y se rascaban todo el tiempo con desesperación. Se promovió la construcción de pozos con agua limpia”, recordó la entrevistada.
Labor titánica
En aquella misión, las religiosas dominicas formaron agentes de salud que administraran medicamento para el paludismo y la filaria, y también comenzaron a atender partos y formar parteras.
Decidieron hacer una escuela, pero era difícil que los niños atendieran las clases. Por un lado, sus cuerpos enfermos y agusanados no les permitían estar tranquilos, pues se la pasaban rascándose. Y, por otro lado, padecían hambre, a la vez que enfermedaddes gastrointestinales.
Era una labor titánica y dolorosa.
“Tuvimos que superar muchos momentos dolorosos. Solicitamos comida y se les enseñó a las mujeres a cocinar alimentos que no conocían. Me llenó mucho de dolor verlos comer y quedarse con hambre”, recordó la religiosa, quien, para abrirse paso entre los matorrales de los caminos, también debió aprender a usar machete.
“Era un lugar muy abandonado, había un solo sacerdote y los atendían catequistas, hombres ancianos, gracias a quienes se sostenía la fe de la comunidad”, recordó.
Un milagro por la misión
A unos cuantos días de viajar de nuevo a África desde Ciudad Juárez, Sor Teresa compartió, agradecida con Dios, que la situación hoy es muy diferente allá, aunque sigue habiendo carencias.
Sin embargo, ella vive feliz en su lugar de misión y sólo sale cuando enferma, como cuando fue desahuciada debido a un tumor entre el páncreas y el hígado.
“Estaba yo color casi negro. Me llevaron a un hospitalito, me hicieron estudios y le dijeron a mi superiora que me sacaran de ahí porque no duraría ni cinco días. Aquí en Juárez me volvieron a hacer todos los estudios y dijeron que mi sangre estaba envenenada”, recordó.
Con gran fe y deseo ferviente de regresar a África, Sor Tere siguió el tratamiento médico y reposo recomendados. A los quince días se hizo análisis en diferentes lugares.
“Me hicieron llorar los doctores cuando me dijeron que no tenía nada. Sentí la fuerza de Dios quien me decía que me necesitaba en la misión. Amo mi misión. Desde niña nació ese ardor en mi corazón”, dijo con la voz quebrada la dominica, hoy de 74 años de edad.
La misión, una oportunidad de entrega
Sor Teresa volverá a África ahora acompañada por Sor Fabiola, profesa hace tres años y quien desde que conoció la congregación sintió el deseo de ir a la misión en tierras africanas.
“En el postulantado nos platicaban. Ya en el noviciado me surgió el deseo de ir. Por lo regular van hermanas de votos perpetuos. Hice mi carta, pero no la entregué porque quise hablar con mi mamá”, compartió la hermana Faby.
Pero antes de eso la superiora, quien conocía su deseo, le notificó que estaba pensando en ella para ir a la misión, aunque a causa de la pandemia no pudo ir en 2020.
Este año, su deseo se hará realidad a pesar de todo lo que, sabe, podrá enfrentar.
“Sé que estando allá me voy a enfermar… lo más común es el paludismo que da fuerte porque no estamos acostumbradas. Tengo en mi conciencia que va a suceder y ahorita ya hay la manera de atenderse médicamente, además las hermanas ya tienen la experiencia. Todo lo dejo en manos de Dios”, compartió.
Entrega y aprendizaje
Si bien sabe que no es necesario ir a África para ser misionera, la hermana Fabiola relexionó:
“Me mueve mucho el servicio, entregarme. Sé que puedo hacer algo más y la misión es una oportunidad de ir y entregar lo que puedo hacer, lo que sé hacer y lo que Dios me pide. Más allá de eso, está lo que Dios va a hacer en mi persona y en mi vocación”.
Sor Faby también va con un corazón dispuesto a la fraternidad.
“Seremos cuatro dominicas y eso me hará valorar más a mis hermanas, la comunidad y también siento que va a acrecentar el valor del consejo evangélico del voto de pobreza. Voy a aprender a valorar las cosas”.
Sor Tere y Sor Faby salen de Ciudad Juárez el 28 de octubre y estarán llegando el día 30 de octubre.
Todos somos misioneros
Las religiosas dejaron un mensaje para este Domingo Mundial de las Misiones, que se celebra hoy 24 de octubre.
“Jesús nos mira y dice: cuento contigo, porque eres valiente y me vas a ayudar a sembrar la Palabra de Dios y a llevar la alegría y la paz. Les invito para que no le digamos no al Señor. Él tiene esperanza de que seamos sus misioneros. No nos dé miedo porque él nos ha dicho: ‘no te dejaré solo, caminaré contigo hasta el fin del mundo”, expresó Sor Tere.
“Todos somos misioneros de alguna u otra manera, no siempre tiene que ser en lugares lejanos. Empecemos la misión desde nosotros mismos, sembrando el evangelio en nuestros corazones, compartiéndolo con los más cercanos, nuestras familias, nuestras comunidades”, dijo por su parte sor Faby.
Ambas pidieron oración por sus vocaciones y por las Misiones en general.
En frase…
“Se necesita mucho la oración para sostener a esas personas que están dando su vida en lugares lejanos y recordando a todos esos misioneros que son perseguidos. Recen mucho por nosotros y con eso colaboran con la misión”.
Sor Faby