Pbro. Javier Gómez/ Párroco de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos
En el mundo hay muchas situaciones, acontecimientos, gustos, problemas que exigen ser lo más importantes en nuestro actuar o en nuestra vida.
Enfrentamos muchas cosas que quieren quitar del primer lugar a Dios y su Evangelio en nuestra vida.
Ante esto, en el Evangelio de hoy, nuestro Señor nos dirige una pregunta sumamente importante y trascendental; más aún, de la respuesta que demos a ese interrogante depende
el sentido y el futuro de nuestra misma existencia:
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?”.
Es ésta una de las preguntas que atraviesan de polo a polo la historia de la humanidad y ante la cual nadie puede quedar indiferente. ¿Qué has hecho tú por Cristo hasta el día de hoy?
Te voy a contar una breve historia:
Una pobre mujer, con su hijo pequeño en brazos, pasaba delante de una caverna, cuando escuchó una voz misteriosa que desde dentro le decía:
“Entra y toma todo lo que quieras, pero no te olvides de lo principal. Una vez que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo más importante…”. La mujer entró toda temblorosa en la caverna y encontró allí mucho oro y diamantes. Entonces, fascinada por las joyas, puso al niño en el suelo y empezó a recoger, ansiosamente, todo lo que cabía en su delantal. De pronto, la voz misteriosa habló nuevamente: “Te quedan sólo cinco minutos”. La mujer, afanada, continuaba recogiendo lo más que podía. Al fin, cargada de oro y de piedras preciosas, corrió y llegó presurosa a la entrada de la cueva cuando la puerta ya se estaba cerrando. En menos de un segundo se cerró. Y en ese momento se acordó de que su hijo se había quedado dentro…¡La cueva estaba ya sellada para siempre! El gozo de la riqueza desapareció enseguida y la angustia y la desesperación la hicieron llorar amargamente.
¡Tenemos unos cuantos años para vivir en este mundo, y casi siempre dejamos de lado lo principal! ¿Qué es lo principal en esta vida? Dios, tu vida de gracia, tus valores morales y espirituales, la familia, los hijos y la total armonía con Dios y con tu prójimo.
Las riquezas y los placeres materiales nos suelen fascinar tanto; el trabajo y otras obligaciones secundarias nos absorben tan en demasía que lo principal siempre se queda a un lado… ¡Así agotamos nuestra vida y olvidamos lo esencial!
Por eso, nunca te olvides de la enseñanza que nuestro Señor te da el día de hoy: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su alma?”. Recuerda que la vida pasa demasiado rápido y que la muerte nos llega de sorpresa, inesperadamente. Cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las lamentaciones…
Pero, a pesar de todos nuestros esfuerzos, seguiremos en esta tensión permanente entre la esperanza humana y divina, entre el pensar natural y sobrenatural.
La misma tensión la sufre, con toda su carga, el profeta Jeremías, como nos lo manifiesta la primera lectura de hoy: Él tiene que predicar el mensaje, los designios, la voluntad de Dios. Pero el pueblo no lo comprende, ni lo quiere escuchar, sino que se burla de él, se ríe de él.
Nuestra respuesta no depende de la aceptación o rechazo de los demás, sino de nuestra
disposición de hacer vida las enseñanzas de Cristo.
Pensemos en esto por un momento y no pasemos de largo ante esta llamada de Dios… ¡Pongamos, desde ahora mismo, manos a la obra!!