Ataques a la Historia de la Iglesia… conocerlos, para defenderla
Seguimos reflexionando con el autor José González Horrillo, para desmontar tópicos que atacan a la Iglesia católica… continuamos con La Inquisición, Las Cruzadas y algo sobre las Indulgencias
José González Horrillo/Autor católico
Los ataques llevados a cabo abiertamente contra la Iglesia a lo largo de la Historia del mundo, son un tema siempre presente. Esta serie pretende reflexionar sobre cuáles son estos ataques y cómo influyen en menoscabar la identidad católica, así como la forma en que los católicos deben enfrentarlos para dejar de ser acomplejados y llevar adelante la misión de ser Sal y Luz del mundo.
Inquisición (continúa)
La Inquisición no admitía todos los tormentos que eran usuales en la época. La tortura sólo se podía aplicar una vez y en presencia de un notario, un juez y un médico que podían suspenderlo si el reo recibía daño en la salud. Prohibieron las mutilaciones, los quebrantamientos de huesos, el derramamiento de sangre y las lesiones irreparables, algo que no ocurría en la justicia civil; pero, además, no podían encarcelar a nadie sin pruebas evidentes, se necesitaban por lo menos siete testigos juramentados ante notario y no se admitían denuncias anónimas. El reo tenía derecho a presentar cuantos testigos quisiese y, si se arrepentía, se le perdonaba la vida.
Los tipos y grados de los castigos infligidos por la Inquisición Católica eran más suaves que los utilizados por las cortes civiles, hasta el punto de que muchos investigados preferían ir a los tribunales de la Iglesia que a los civiles, dándose casos de personas que blasfemaban para ser llevadas por ese motivo a la Inquisición, donde recibían mejor trato. La pena de muerte en la hoguera se aplicaba sólo a herejes no arrepentidos. El resto de los delitos se pagaban con excomunión, confiscación de bienes, multas, cárcel, oraciones y limosnas penitenciales. De los juzgados por el Santo Oficio sólo el 12 por ciento fue condenado a muerte, y el tormento únicamente se utilizó en el 1 ó 2 por ciento de los casos.
Según los especialistas en el tema, las personas ajusticiadas por motivos religiosos no llegaron a 5 mil en tres siglos y medio, la décima parte de los asesinados en Francia por el terror jacobino en tres años, y más o menos los mismos ejecutados en Paracuellos del Jarama durante la Guerra Civil española por los que todavía hoy se llaman a sí mismos «luchadores por la libertad». Poco o nada se dice también sobre las «Inquisiciones» musulmana y protestante, que aplicarían la tortura y la pena de muerte a todo el que representaba un peligro para su religión y para el Estado.
Sobre las brujas
En la famosa leyenda de la persecución de brujas siempre aparece la Iglesia Católica como la abanderada de la causa y la más sanguinaria de estas actividades, pero realmente no fue así. La Iglesia, en un principio, no consideraba la brujería como un delito, sino como una mera superstición; desgraciadamente esto cambió hacia el 1400, cuando se empezó a pensar en la brujería como un pacto con el demonio.
Pero quien inició la caza de brujas, un siglo antes, fue la justicia civil en Suiza y Croacia, y tuvo su origen en las exigencias del pueblo, que presionaba a los tribunales. A la Inquisición le corresponde, aproximadamente, el 20 por ciento de los juicios conocidos a brujas, el resto fueron obra de tribunales civiles. Los especialistas citan la cifra de 30.000 brujas quemadas entre 1400 y 1800, pero el 90 por ciento fueron víctimas de la Inquisición protestante, no de la católica. Algunos autores aseguran que el número de brujas quemadas, por esta última, se reduce a una en Portugal, veintisiete en España y ocho en Italia.
Evidentemente la historia y la leyenda negra no coinciden. La Inquisición más afectada por esta última fue claramente la española y estuvo promovida por causas políticas y religiosas. Las discusiones entre católicos, protestantes y el odio a la corona española de exiliados políticos como González Montano y Antonio Pérez, en el siglo XVI, están en el origen de las invenciones que forman parte de la leyenda. Esta campaña denigratoria fue continuada en el siglo XVIII por los ilustrados y los afrancesados, especialmente por el francés Picart, que difundió unos grabados sobre la tortura inquisitorial que no se corresponden en la realidad por el exceso de los mismos.
Dos casos
Posteriormente, en el siglo XIX, Juan Antonio Llorente escribió un libro titulado Historia crítica de la Inquisición Española repleto de mentiras y exageraciones. Vamos a pararnos, por su fama e interés, en dos casos concretos de los cuales se acusa muy a menudo a la Inquisición Católi ca: el caso Galileo y el caso Servet. Muchos piensan que Galileo fue quemado por la Inquisición, pero pocos saben que murió de muerte natural a la edad de 78 años y en su propia casa, sin haber sufrido en ningún momento ningún tipo de tortura o maltrato. Fue condenado a prisión, pero inmediatamente pasó a ser arresto domiciliario. En su casa continuó trabajando y publicando su obra más importante en esa época. Murió, además, como un creyente convencido. Ciertamente, los que le acusaron cometieron el error de hacer una mala interpretación de la Sagrada Escritura, apoyando la idea de que el sol giraba alrededor de la Tierra.
En el caso del español Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, hay que recordar que fue quemado en la hoguera por Calvino, no por la Iglesia Católica.
Para concluir, podemos decir que lo que hoy nos parece un horror, hace siglos eran prácticas comunes. Igual que ahora la democracia o la tolerancia son valores ampliamente compartidos, para las personas de los siglos XIII al XVIII, la religión, el honor de Dios y la defensa de la fe eran considerados bienes comunes. Y que tanto ahora como antes se cometen y se cometerán injusticias y abusos. Pero de ahí a querer ver a la Iglesia Católica como la culpable de todos los males, demuestra que hay un claro interés en perjudicarla a costa incluso de manipular la Historia haciendo uso de exageraciones y mentiras de todo tipo.
No pretendo justificar a la Iglesia por los errores cometidos, sólo poner las cosas en su sitio y acabar con todo lo que no se corresponde con la realidad.
Sobre Las Cruzadas
El tema de las cruzadas siempre ha sido un auténtico filón para los enemigos de la Iglesia y pocos temas han sido tan manipulados y distorsionados como éste a través del cine, la televisión, la literatura y otros medios de comunicación a los que se puede acceder sin necesitar una formación básica o una intención sana. Analizaremos algunos de los mitos más comunes sobre tan delicado asunto:
- a) Las cruzadas fueron una agresión del cristianismo imperialista contra un pacífico mundo musulmán sin provocación previa.
- b) Las intenciones de los cruzados eran la conquista de tierras y la adquisición de riquezas.
- c) Los cruzados eran crueles y sanguinarios, y los musulmanes pobres víctimas.
- d) La cruzada fue también contra los judíos.
Empecemos con un poco de historia. En el año 1095, el Emperador de Bizancio Alexius I pidió ayuda a Occidente porque su imperio estaba siendo atacado por los musulmanes. Como respuesta a esta petición de auxilio, el Papa Urbano XI hizo un llamamiento a los cristianos de Europa añadiendo además la posibilidad de la remisión de los pecados para los que colaboraran en la liberación de las tierras cristianas conquistadas por los seguidores de Mahoma. En estos momentos, la mayor parte de Oriente Medio ya había sido conquistada, incluyendo toda Tierra Santa. Así comenzó la era de las cruzadas, pudiendo hablar de seis entre 1095 y 1270.
Por el simple hecho de conocer el origen de las cruzadas ya tenemos el argumento contra el primero de los ataques mencionados: los cristianos no empezaron la pelea, solamente se defendieron.
En el año 638, el califa Omar conquistó Jerusalén, que era cristiana desde hacía más de tres siglos. Poco después, los ejércitos musulmanes atacaron Egipto y después todo el Norte de África destruyendo las iglesias y extinguiendo el cristianismo. A continuación, le llegó el turno a España, Sicilia y Grecia. En 1453, Constantinopla -la segunda Roma-es islamizada, pasando de allí a los Balcanes y llegando hasta las puertas de Viena. Habituales fueron los ataques a navíos y las incursiones en las costas donde llenaban sus barcos de botines y esclavos que acababan sus días muertos por agotamiento o en los harenes de algún rico musulmán; aunque si tenían suerte podían ser rescatados a precios altísimos por los monjes mercedarios y trinitarios.
Defensa espiritual
Así pues, vemos que la mayor parte del imperio Islámico había sido cristiano antes de la conquista militar por los llamados, por algunos, pacíficos y agredidos injustamente musulmanes. No podemos olvidar tampoco que el islamismo impuso una discriminación económica y religiosa a los pueblos que dominaba convirtiendo a los judíos y cristianos en ciudadanos de segunda clase. El código legal Dhimmi imponía la superioridad de los musulmanes y humillaba a todos los que rehusaban renunciar a otras creencias religiosas. Además, el Corán, según Don Closson en su obra Las Cruzadas, alienta a la lucha armada con el propósito de difundir su mensaje, y enseña que la doctrina de la Trinidad es una forma de idolatría. Por el contrario, nadie encontrará nunca en las palabras de Cristo un solo apoyo a la violencia, sino todo lo contrario.
Por lo tanto, podemos decir que las cruzadas fueron una guerra defensiva ante continuos ataques y provocaciones, como la destrucción del Santo Sepulcro por el califa Al Hakem en 1095, para liberar a los cristianos invadidos por el Islam.
Quienes acusan a las cruzadas de tener como único objetivo la conquista de riquezas y tierras, desconocen por completo que esta lucha fue un asunto extremadamente caro para cualquier caballero, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus ingresos anuales. Se endeudaban fuertemente y, en no pocos casos, perdieron todo lo que tenían para sumarse a la empresa. La práctica totalidad de los participantes regresó a sus hogares sin bienes y con deudas. De hecho, para defender los Santos Lugares resultó necesario crear órdenes militares como la de los Caballeros Hospitalarios y la de los Templarios.
Lo cierto es que el verdadero motivo para ir a las cruzadas era fundamentalmente espiritual, ya que estaban movidos por el deseo de garantizar el libre acceso de los peregrinos a los Santos Lugares y de ganar el Cielo, aunque la mayoría sólo encontró la ruina o la muerte.
Fuera de contexto
Al igual que vimos al tratar el tema de la Inquisición, volvemos a encontrarnos aquí el viejo recurso de sacar las cosas de su contexto histórico, como cuando se dice que los cruzados eran crueles y sanguinarios. No podemos pasar por alto la mentalidad de aquellos hombres y de la época en que les tocó vivir. Los cruzados fueron, en principio, pueblos germánicos que se convirtieron al cristianismo, pero que siempre conservaron su mentalidad guerrera y las aspiraciones a cosechar hazañas militares. Los excesos y violencia, que nadie duda de que existieron, deben ser evaluados partiendo de la situación bélica que estaban viviendo y todo lo que esto conlleva.
El hecho más famoso de la «Barbarie Cruzada» es, quizá, la conquista de Jerusalén, en la que masacraron a musulmanes y judíos, y luego se puso sitio a Constantinopla en el año 1094. Pero menos famoso y no menos cierto es que en las ciudades musulmanas que se rindieron a los cruzados, la población no fue atacada. Se les incautaba de sus propiedades y se les dejaba libres de profesar su fe. Pero las ciudades que no se rendían -era un principio moral aceptado en todas las civilizaciones europeas y asiáticas de aquella época- serían destruidas y sus habitantes ejecutados.
El hecho es que tanto musulmanes como cristianos cometieron carnicerías considerables; por ello, no intento justificar a unos y criticar a otros, sino tratar el tema teniendo en cuenta las características concretas en que los hechos ocurrieron y, sobre todo, denunciar la injusticia de culpar a la Iglesia Católica por lo que hicieron unos hombres concretos, en una época y una situación determinadas.
Peregrinaciones
En cuanto al último punto señalado, el referido a que las cruzadas se hicieron también contra los judíos, es una afirmación absolutamente falsa, ya que ningún Papa lanzó jamás una guerra contra ellos. Es cierto que en el ambiente guerrero del momento hubo descontrolados que atacaron a poblaciones judías, pero tanto el Papa Urbano II como sus sucesores condenaron enérgicamente estos hechos.
A modo de curiosidad señalaré que incluso el término «cruzada» es un invento de la propaganda anticatólica de la Ilustración. Para los hombres de la Edad Media esta lucha se llamaba «Peregrinación».