Del 18 al 25 de enero, la Iglesia celebra una semana de Oración por la Unidad de los Cristianos dedicada a reflexionar y trabajar en la comunión entre las distintas denominaciones cristianas…en Juárez hay un esfuerzo en este sentido: ¡conócelo!
Diana Adriano
Del 18 al 25 de enero, la Iglesia celebra una semana dedicada a la Oración por la Unidad de los Cristianos, un tiempo especial para reflexionar y trabajar en la comunión entre las distintas denominaciones cristianas.
El padre Héctor Villa, párroco de Jesús Maestro y coordinador de la Dimensión de Fe y Compromiso social en la diócesis, explicó el significado de esta iniciativa, su valor histórico y su impacto espiritual.
“Es una iniciativa que surge en la Iglesia protestante en 1908, hace más de cien años, y que pronto fue acogida por la Iglesia católica. Desde entonces, esta práctica se ha mantenido como un símbolo de esfuerzo ecuménico y un espacio para promover el diálogo y la reconciliación”, dijo.
Tradición significativa
De acuerdo al entrevistado, originalmente la celebración tuvo lugar entre el 18 de enero, fiesta de la Cátedra de San Pedro según el calendario de ese tiempo, y el 25 de enero, día en que se conmemora la Conversión de San Pablo. Aunque la fiesta de la Cátedra de San Pedro fue posteriormente trasladada al 22 de febrero en el Calendario Romano, esta semana especial quedó establecida en las fechas originales, marcando una tradición significativa.
“Es interesante asomarse a la historia y desarrollo de este esfuerzo, en el cual han intervenido personas tanto de las iglesias protestantes como católicas”, dijo el padre Villa.
Explicó que este movimiento ecuménico refleja el deseo compartido de unidad entre los discípulos de Jesús, en respuesta a la oración que el propio Cristo expresó:
“Que todos sean uno. Como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros” (Jn 17, 21).
Llamado a la unidad
El sacerdote reflexionó sobre el impacto del Concilio Vaticano II (1962-1965) y destacó cómo este acontecimiento histórico marcó un punto de inflexión en la búsqueda de la comunión.
“La celebración del Vaticano II supuso un impulso notable y decisivo para la reforma de la Iglesia, para la conciencia del ser cristiano en el mundo y para el llamado a trabajar por la comunión, no solo con personas de otros credos, sino con todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, afirmó el padre Villa.
Señaló que el Concilio denunció la división entre los cristianos como un “escándalo para el mundo” y estableció la búsqueda de la unidad como un propósito principal, tal como lo recoge el documento Unitatis Redintegratio.
Recordó que esta aspiración de unidad y comunión tiene más de un siglo de historia, pero reconoció que, aunque hay avances significativos, aún queda mucho por hacer.
“Hemos de trabajar por el encuentro, el diálogo, la comunión y más en nuestra ciudad tan golpeada por la violencia, la pobreza, el tejido social tan afectado, si no es que roto”, subrayó.
El padre Villa reconoció que incluso localmente hay esfuerzos de diálogo y comunión, pero, dijo, sigue habiendo retos.
“Nos falta mucho como Iglesia para poder vivir esta comunión deseada. Desafortunadamente nos gana el afán de proselitismo, la realidad de las sectas y la falta de formación en el diálogo. Normalmente es más viable el diálogo con personas que pertenecen a iglesias de tradición protestante, pero en nuestra frontera hay muchos grupos de matiz protestante que incluso gustan llamarse “sin denominación”, destacó.
Por el momento, dijo, la Iglesia católica realiza un esfuerzo particular de acercamiento y diálogo.
Un esfuerzo local
El padre Villa compartió detalles sobre un esfuerzo de acercamiento y diálogo con miembros de la iglesia evangélica, una iniciativa nacida de la necesidad de responder a la situación crítica que enfrenta Ciudad Juárez y el país.
Recordó que esta iniciativa fue impulsada originalmente por el padre Roberto Luna, entonces coordinador de la Dimensión de fe y compromiso social, junto con el pastor Alfonso Murguía. Sin embargo, debido al retiro del padre Luna por enfermedad, el padre Villa asumió la responsabilidad de continuar con esta valiosa labor.
El Movimiento Cívico Comunidades de Fe (MCCF) es como se ha denominado a este encuentro entre católicos y evangélicos, grupo que se ha consolidado como un espacio para promover la participación activa de los creyentes, en las problemáticas sociales.
“El MCCF surge como una auténtica necesidad de concientizar y sensibilizar a quienes practican una fe en Jesús, sobre la importancia de su participación activa en las problemáticas sociales y la urgencia de generar esta sinergia de unidad de los creyentes con organizaciones y colectivos que trabajen en la promoción y divulgación de los valores de la vida, la familia y las libertades”, explicó el padre Villa.
Subrayó la importancia de construir una agenda conjunta con especialistas para lograr acciones de impacto positivo en la sociedad, bajo un principio clave, que es el que ha guiado esta iniciativa: priorizar lo que une a los creyentes por encima de lo que los distingue o divide.
“En este sentido, vemos que el criterio fundamental de comunión es Jesucristo y su evangelio”, afirmó.
Los frutos
El esfuerzo ya ha dado frutos concretos, como la realización de reuniones de encuentro con miembros de las comunidades.
La más reciente tuvo lugar el pasado 20 de noviembre, con la valiosa presencia del obispo Don J. Guadalupe y la participación de 50 personas.
“Esta iniciativa busca ofrecer signos de comunión en una ciudad tan golpeada por la violencia. Pero también signos de compromiso social que ayude y atraiga a todos aquellos que deseamos y buscamos construir la paz, defender la vida”, expuso el padre Villa.
Dijo que estos esfuerzos también buscan recordar a cada uno la dignidad de ser hijos e hijas de Dios, invitados a transformar el mundo.
“Hoy, por cierto, estamos animados por el Papa Francisco que ha sugerido vivir este año 2025 como un ciclo jubilar y nos invita a ser ‘Peregrinos y testigos de la Esperanza’ y a creer en verdad que otro mundo, otra ciudad, es posible desde Jesucristo”, sentenció.
Desafíos de la unidad
Por otro lado, el sacerdote reflexionó sobre la importancia de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos, y su culminación el 25 de enero, en la fiesta de la conversión de San Pablo.
“San Pablo, apóstol de los gentiles, fue un promotor incansable de la comunión entre judíos y paganos. Él se sentía ‘agraciado en el Amado’, don de Jesucristo, y esto lo impulsó a trabajar de manera incesante por propagar el mensaje de paz y comunión y el evangelio de la Reconciliación por el cual todo hombre-mujer ha sido dignificado:
“…ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús’ (Gál. 3,28)”, citó el padre Villa.
De esta forma, el padre Villa hizo un llamado a trabajar siempre por la unidad, tanto al interior de las comunidades como en el diálogo con quienes piensan y creen de manera diferente.
“Es urgente y será un signo del Reino en nuestro mundo tan dividido”, afirmó.
Enfatizó la necesidad de organizar iniciativas más visibles que fortalezcan la comunión dentro de la Iglesia diocesana y con otras comunidades de fe.
“Ojalá podamos organizar algo más palpable de comunión con nuestros hermanos-as: encuentros, conferencias, celebraciones ecuménicas, algún trabajo común desde los medios, etcétera.”, sugirió.
Concluyó diciendo:
“Que nuestro Dios nos conceda con su gracia que podamos colaborar eficazmente en este sueño de comunión que tiene para nuestra humanidad”.