- Sara Winter habló con Periódico Presencia sobre algunos aspectos importantes del feminismo y dejó en claro que no existe un feminismo radical, sino un solo feminismo que no deja nada bueno a la mujer.
Ana María Ibarra
Invitada a compartir su testimonio para alumnos del Instituto México, la ex feminista brasileña y hoy activista pro-vida Sara Winter concedió una entrevista a Periódico Presencia.
Sara fue convocada por la Coalición Sumas y Cruzada por la familia, organismos pro vida de la Ciudad de Chihuahua, quienes se enteraron de la gira que hacía por México y la invitaron a visitar Chihuahua y Ciudad Juárez para compartir su vital testimonio.
Con algo de prisa, pero sin tapujos, Sara habló en la charla con este semanario sobre algunos aspectos importantes del feminismo y dejó en claro que no existe un feminismo radical y otro mesurado, sino que hay un solo feminismo que no es compatible con el cristianismo, porque no deja nada bueno a la mujer.
Aquí la entrevista.
¿Cómo asume el feminismo que se difunde hoy en día?
Lo veo como siempre fue. Hoy dicen que hay un feminismo radical y mi intención es decir que antes también era radical. Hay una radicalidad en el movimiento feminista porque parte del presupuesto de división de clase, de que es necesario hacer una revolución en contra de lo que sería la clase opresora para buscar la igualdad, y que no hay nada más radical que un movimiento que quiere luchar para matar niños indefensos. Creo que no hay nada más radical que exterminar a bebitos. No importa si está vestida o desnuda, la radicalidad está en las intenciones.
¿Existe un feminismo cristiano? ¿Es posible conciliar ambos?
Jamás. principalmente con el catolicismo. No se puede ser feminista y ser católica porque son doctrinas extremamente antagónicas. El feminismo lucha por la división de clases, y el católico, del latín, significa para todos. Mientras unos quieren dividir la clase, el otro quiere la unidad, ahí empieza el antagonismo. Según lo que el feminismo quiere es una revolución sexual con pastillas contraceptivas, con todo tipo de aborto, unión homosexual. La Iglesia, el Derecho Canónico, el Catecismo, la Tradición, las Escrituras, todo nos dice exactamente lo contrario. No se puede ser feminista y ser católica, incluso el aborto, la familia, es todo antagónico. Se tiene que elegir a cuál Dios quiere servir, a Cristo o al demonio, no se puede servir a los dos señores.
¿Cuáles son los desafíos más fuertes que enfrentan los cristianos ante el embate de este feminismo radical que se ha difundido en todo el mundo y de la ideología de género?
No existe el feminismo radical, solo la palabra feminismo basta, porque cuando decimos feminismo radical estamos legitimando otro feminismo que sería bueno. Los mayores desafíos son mantener a los jóvenes en la Iglesia y no perderlos para el feminismo y la ideología del género. Un consejo que siempre doy es que utilicen las pastorales para mantener a los jóvenes ocupados, en servicio, pastoral de la música, de la comunicación, de la juventud. Ellos quieren grupos, quieren estar en colectivos, tienen estas ganas de colectividad, de pertenecer a un grupo y mejor que pertenezcan a un grupo sano y no a un grupo que vaya a utilizarlos como marionetas políticas. Creo que la mayor dificultad es mantener a los jóvenes dentro de la Iglesia, evitar que las mujeres dentro de la Iglesia se envenenen con anticonceptivos, y que acepten la vida, que acepten tener un matrimonio abierto a la vida sin control de natalidad, este es un desafío muy fuerte, incluso la propia cuestión de la modestia, de vestir de una manera que no sea vulgar.
¿Cómo puede el cristiano proteger a sus jóvenes?
Primeramente, las mujeres deben tener la virtud de la templanza. Sé que muchas mujeres trabajan pero hay que dar prioridad a la maternidad ante el trabajo, de alguna manera no tercerizar la maternidad para las maestras de la escuela, de la guardería, para Netflix, para Youtube. Hay que estar más cerca de la familia. Muchas veces queremos trabajar para dar las mejores cosas a nuestros hijos, pero no damos la cosa que más importa que es la compañía. Entonces, es importante estar cerca, dar confianza, siempre hay que revisar los materiales de la escuela, los hijos no deben tener privacidad, eso es una tontería moderna, mientras vivan bajo mi techo la privacidad la pongo yo, hay que investigar qué están viendo los hijos en Internet, en la televisión. Siempre estar atentos a las fechas importantes de la Iglesia, que conmemoren juntos todos los días de guardias, las fiestas católicas, que cenen juntos, que hablen sobre la historia de la fecha, que hablen una vez por la semana, hay que ser realista con el desarrollo familiar, pero aunque sea solo una vez por semana juntar a todos, aún encontra de la voluntad de los hijos hasta que se acostumbren, leer una parte de las Escrituras, la vida algún santo, estar cercano a la familia de Dios.
¿Cómo la Sagrada Familia debe iluminarnos en enfrentar los embates desde estos frentes (feminismo, ideología de género)
Hay que hablar para proteger nuestra familia, tenemos que cuidar de ella. Nos inspiramos en las familias que lo lograron y la primera es la Sagrada Familia. Inspirarse en la Sagrada Familia significa estar cercana, siempre a la disposición para ayudar, sacrificar, esto es muy bonito. Hay un libro que se llama “La Imitación de Cristo” de Thomas de Kempis. Así como debemos ser la imitación de Cristo, debemos ser la imitación de la Sagrada Familia, debemos tener una posición muy clara de que el papá sería la orden, la mamá la misericordia y los hijos muchas veces pueden ser nuestra salvación e inspiración.
¿A qué se ha enfrentado tras su conversión de pro-aborto a defensora de la vida y la familia?
A un montón de cosas. Perdí todos mis amigos, perdí oportunidades, la televisión ya no me llamó para nada, los medios de comunicación me ignoraron, pero eso no hace diferencia en mi vida. También gané enemigos, pero gané mi familia. Hoy es más arriesgado salir sola. Ya me pegaron algunas veces en la calle, un feminista me metió un puñetazo en la calle que me rompió un diente, sufrí mucha violencia porque son intolerantes, es difícil, pero “felices los que son perseguidos en nombre de Dios”. Estamos en la lucha.
¿Algo más que desee agregar?
Muchas veces nos engañamos creyendo que la Iglesia es un lugar equivocado, donde está todo muy retrógrado, pero la Iglesia existe desde hace dos mil años. No podemos pedir o solicitar que la Iglesia cambie y se adapte a nosotros que somos jóvenes, nosotros jóvenes debemos cambiar y adaptarnos a la Iglesia porque todo lo que Dios Padre nos regaló como alguien que nos ama, y nos ama más que todos, es algo bueno para nuestra vida, aunque no parezca. Más que estar en las redes sociales, más que perder el tiempo con eso y hacer protestas, hay que ayudar al prójimo con la virtud de la caridad, así nos enseñó Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mi.