Entrevista a Monseñor Rogelio Cabrera, arzobispo de Monterrey y coordinador de la Dimensión Episcopal para el Clero sobre el discurso que ofreció el Papa Francisco a los obispos. Nos dice cómo sacerdotes y laicos podemos ayudarlos en su misión.
- ¿Qué le pareció el discurso del papa a los obispos de México? Qué es lo que más destacaría que les dejó como enseñanza?
El tono del papa fue fraterno, él mismo ha señalado que es el obispo de Roma, Pastor de la Iglesia Universal. El discurso que nos dio a los obispos lo dijo a la luz de la Mirada de Nuestra Señora de Guadalupe, siempre tomando como centro la belleza de las apariciones el diálogo de la Virgen María con el pueblo mexicano y me parece que es algo que aplica a todos en la Iglesia.
- ¿Cuál es la visión que cree usted se tiene de los obispos de México?
Es muy díficil saberlo, pero puedo decir desde mi experiencia que la gente nos tiene mucho cariño, y es cierto que se ejerza sobre nosotros la idea de autoridad.
Pero tenemos que pasar de la actitud de mando, a la disposición de acompañar a la gente de forma cercana, de escuchar antes de tomar decisiones. En las cuatro diócesis en que un servidor ha estado he podido saborear la simpatía, el cariño de la gente, y también su exigencia, porque a veces también el pueblo quiere respuestas rápidas, sobre todo en sus comunidades, cuando hay dificultades con el párroco, con algún sacerdote, la gente no nos da tregua, nos pide solucionarlo inmediatamente, lo cual tenemos que hacer por bien de la comunidad.
- Algunos consideraron el discurso como un regaño. ¿Se sintieron regañados o incomprendidos de alguna forma?
Yo no tuve ese sentimiento, porque su mensaje estuvo acompañado de signos fraternos. Cuando el ingresó a la Catedral nos saludó fraternalmente. Después del mensaje saludó a los arzobispos, así que creo yo que no pretendió regañarnos, porque en primer lugar no es su estilo. Él ha dicho siempre hay que tender puentes, comunicar, pero también hablar con la verdad.
Hoy la Iglesia Católica en México, los obispos, no podemos adormecernos en un pasado glorioso, sino que hoy la situación nos obliga a estar con las puertas abiertas y salir. Ya no podemos quedarnos en nuestra oficina y nuestros recursos personales, tenemos que generar esta dinámica de diálogo, esta dinámica con la comunidad. Los obispos tenemos que vivir esta comunión con muchos sectores de la sociedad, con el presbiterio, con la vida consagrada, con el pueblo, y con las clases más pobres, y atentos a las decisiones que afectan a la comunidad.
El papa nos pidió tener mucho cuidado con el dinero, porque el dinero compra voluntades y crea necesidades, él nos quiere libres ante Dios y ante el pueblo para llevar adelante nuestra misión, no puede haber ningun coqueteo con todo aquello que no es parte del Evangelio y parte de la misión.
El papa ha estado insistiendo, no sólo en Catedral, sino también desde Roma, en el riesgo de someterse al gusto y a la tentación de la riqueza y el dinero, él mismo ha vivido una vida austera, una vida evangelica y creo que ya pasaron aquellos tiempos del obispo que exige honores y tratos especiales. Y él nos pide que se privilegie el encuentro con el pueblo, en la sencillez y en la austeridad.
- ¿Cuales dificiultades encuentran en su misión como obispos, que el papa no haya señalado?
Su mensaje es una visión amplia e histórica. El papa nos ha pedido no olvidar el pasado, ni el presente y soñar con el futuro para nuestra patria.
Lo fuerte de discurso, me parece, es que tengamos una mirada de ternura hacia el pueblo y que seamos capaces de tejer, como el manto de la Virgen, con hilos finos, la realidad y la condición del pueblo. Nos pidió cercanía y que tuviéramos siempre una mirada de conjunto y unidad, y me parece que es algo que abarcó todas estas realidades. Nos señaló los puntos más delicados como es la atención a los pobres, al joven, y la promoción a los seminaristas y a los indígenas.
Por ejemplo, nuestra Arquidiócesis de Monterrey tiene aproximadamente 92 mil fieles que pertenecen a la comunidad indígena, y el papa nos pidió que integremos a los pueblos indígenas dispersos en la gran ciudad y nos dijo que tenemos que acompañarlos en su proceso de integración a la gran ciudad. Hay muchas diócesis con presencia significativa de grupos indígenas y descubro que hay una gran tarea, nada fácil que se tiene que realizar con interés y cariño para que también los pueblos indígenas entren a este proceso histórico, pero sin perder lo que es esencial, teniendo la oportunidad de crecer y desafiarse.
Me parece que el papa tocó algo fundamental y nos pidió sobre todo las actitudes que debe tener el obispo, las actitudes del buen pastor.
- El papa tambien señaló el peligro del narcotráfico y que deben asumir proyectos pastorales para afrontar esta insidiosa amenaza ¿Cómo asumen este reto?
En primer lugar el papa dijo que evitáramos discursos genéricos y tomáramos muy en serio esta situación y los aspectos que el narcotráfico tiene: la producción, la comercialización, el consumo de las drogas. Nosotros que somos pastores de las grandes ciudades tenemos el desafio de lograr que los fieles no caigan en las adicciones que cada vez son mas fuertes y tenemos que tratar esto y dar una palabra con mucha inteligencia, no por cobardía, sino por inteligencia, de que el pueblo tiene que captar donde esta el peligro. Ahorita que se discute el uso recreativo de las drogas debemos decir una palabra clara sobre las consecuencias humanas, psicológicas y espirituales para quien usa las drogas, pero con inteligencia y con la verdad, con el análisis del bien ser capaces de trabajar en nuestras comunidades. Pero más que discursos o intervenciones mediáticas debemos llevar a cabo nuestro trabajo en la base del pueblo, que es donde se encuentra la conciencia del bien y del mal. El papa nos dijo que a contraparte de esta situación debe haber una respuesta.
- ¿Cómo los sacerdotes y los fieles podemos ayudar a que ustedes realicen su misión y lograr esta conversion pastoral que el Papa les ha pedido encabezar?
Primero es que nos sentemos juntos a la mesa y provoquemos el diálogo y la escucha del sentir del pueblo, no puede haber labor pastoral que no incluya una actitud de asamblea, un ambiente sinodal, esa actitud de la que habla el papa, que nosotros caminemos para entrar en el diálogo y creo que de esta manera el pueblo va a estar con nosotros. La gente, los laicos, los agentes de pastoral tienen muchas ganas, mucho cariño y eso depende de nuestra actitud, de dejarnos abrazar por ellos, pero tambien de que nosotros abracemos para que podamos servir a la comunidad. Veo con mucha esperanza a esta la Iglesia de Monterrey, hay mucha participación del pueblo, como la hay en la Iglesia de Ciudad Juárez y en muchos puntos de la República. Lo que importa es asumir esta responsabilidad de sentirnos parte y que el pueblo nos sienta parte de su comunidad.
- ¿Cómo estarán reflexionando sobre los mensajes que dejó el Santo Padre en su visita a Mexico en la Dimensión Episcopal que usted encabeza?
Sin duda que el mensaje del papa, tanto lo que dijo en la Catedral, como en Morelia a los sacerdotes, obispos, consagrados y consagrdas, nos ha dejado sin duda una ruta de trabajo, la consigna mas importante que el papa nos deja para la pastoral presbiteral es lo que dijo en Morelia: “no se resignen”. Necesitamos presbiterios proactivos, dice el papa, que primereen, que no se vayan a rezagar, que no se contenten con aquello que saben que tienen qué hacer, sino que empiecen ese diálogo responsable en esas iniciativas que hoy necesitamos tener, y nos plantea muchas cosas: la formación espiritual, la formación humana y desde luego el gusto por la pastoral… la conversión pastoral toca los pensamientos, toca las actitudes y luego la parte emocional… los sacerdotes debemos tener bien claro hacia dónde queremos ir, pero también llevar el corazón henchido de amor pastoral…
Tendremos el 3 de mayo nuestra Asamblea nacional de Equipos de pastoral presbiteral y vamos a hacer una lectura restrospectiva de los mensajes del papa, porque no sólo lo que dijo en Morelia, sino lo que dijo en la Catedral, tiene qué ver con la vida de la Iglesia y con la respuesta que quiere que demos. El papa nos dijo en la Catedral: ‘no dejen solos a sus sacerdotes’, es esa la consigna más importante. El obispo es parte del presbiterio y el presbiterio debe ser parte suya; no sólo tomamos decisiones para darles su destino, sino que tenemos que trabajar juntos en armonía y darle mucho tiempo al sacerdote. Nos dijo y nos ha repetido de muchas maneras que un obispo nunca puede negarle una respuesta telefónica a un sacerdote, sino que debe darle una respuesta rápida, porque se juega no sólo la vida del sacerdote, sino también el bien de la comunidad. Yo digo que tenemos que asumir la pastoral presbiteral para buscar caminos, es cierto que hay que innovar, hay que presentar nuevos planteamientos a la pastoral presbiteral… estamos promoviendo un diálogo y atención a sacerdotes activos, a sacerdotes que estan en condiciones especiales. Incluso como parte de la comisión, empezamos a tocar el tema de los hermanos que dejaron el ministerio sacerdotal como nos decía el papa san Juan Pablo II y el Papa Francisco, que nos han pedido no olvidar a estos hermanos, que algunos, gracias a Dios, llevan una vida serena y digamos exitosa, pero hay muchos otros que sufren en la parte económica y en la parte emocional y espiritual, entonces es un campo muy vasto, pero que desde la tarea nuestra de la Dimensión de la Pastoral para el clero vamos a hacer una lectura muy profunda de los discurso del papa, no solo los que ha dirigido a los pastores, sino todos, a lo largo de su visita a México.
8.El papa Francisco utilizó lenguaje fuerte y directo, como cuando les dijo que si tienen que pelearse lo hagan de frente o que no se necesita príncipes, sino testigos del Señor. ¿Cómo llegaron estas expresiones a su mente y corazón, lo han compartido?
El papa sabe todas las situaciones que pasamos las iglesias del mundo y nos ha invitado a un diálogo abierto, a que no murmremos ni tengamos actitudes veladas, sino que es necesario confrontarnos y dialogar. Esa yo creo que es la llamada a todos, como dice: háblense tú a tú, como hombres de Dios que saben decirse la verdad y luego rezan juntos. Gracias a Dios estamos los obispos tan opcupados en nuestras tareas pastorales que no hay tiempo para pelear, no me siento así respecto a mis hermanos obispos, en nuestra provincia tenemos un diálogo abierto y si hay algo que tengamos que discutir lo discutiumos, pero creo que hay sentido de respeto y fraternidad y lo mismo en la Conferencia Episcopal, pero el papa nos está presentando un riesgo de hoy, que hay que saber enfrentar.
- ¿Algo más que desee agregar?
Un saludo a todos ustedes y pedirle a todo el pueblo de Dios que pida por nosotros para que podamos ser lo que Dios quiere que seamos, los obispos que hoy México necesita.