El papa Francisco y algunos laicos de la Diócesis de Ciudad Juárez que atienden a parejas nos explican cuáles son las claves de la transición de un noviazgo feliz, a un matrimonio plenamente exitoso, que perdure, como dicen los votos: hasta que la muerte los separe…
Presencia
Con ocasión de la presentación de un nuevo manual de trámites para recibir el sacramento del matrimonio en la Diócesis de Ciudad Juárez, presentamos los consejos de que el Papa Francisco dio a parejas de novios que se reunieron con él en el Vaticano en 2014.
Pero incluímos los comentarios que compartieron con Presencia algunos laicos de movimientos diocesanos que trabajan con matrimonios para ayudarles a ser mejores.
Aquí los consejos:
- La casa se construye juntos
En 2014 Papa Francisco dijo a los novios: Queridos novios, vosotros os estáis preparando para crecer juntos, construir esta casa, vivir juntos para siempre. No queréis fundarla en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa, que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre. Por favor, no debemos dejarnos vencer por la «cultura de lo provisional». Esta cultura que hoy nos invade a todos, esta cultura de lo provisional. ¡Esto no funciona!».
Claudia y Alfredo González, del Movimiento Familiar Cristiano explican al respecto: Cuando una pareja contrae matrimonio deja de ser “yo” para ser “nosotros”, no para ahorcar la libertad sino para hacer parte de su vida a otra persona pues se puede ser libre pero casado.
Cuando hablamos de construir necesitamos a dos personas que estén dispuestas a hacer lo posible por amarse con defectos y virtudes, a disfrutar las reconciliaciones y que estén sobre todo dispuestas a perdonarse tanto a sí mismas como a su cónyuge.
El amor se construye diariamente y necesita de dos para que se construya sobre roca sólida, dice la palabra de Dios en Proverbios 1; 1 “La sabiduría edifica una casa, pero la necedad la destruye con sus propias manos”, esto nos ayuda a comprender que además de estar dispuestos tenemos que conocer y actuar sabiamente ante las situaciones que surjan dentro del matrimonio para resolverlas, igualmente debemos ayudarnos y ayudar a nuestra pareja a crecer de manera que nuestros sentimientos maduren con el tiempo.
Una casa para construirse necesita cimientos fuertes que se van edificando con pequeñas cosas que luego forman un cimiento duradero. 1ª de Corintios 13;1 nos habla sobre qué es el amor y el Papa Francisco nos ilumina en Amoris Laetitia convirtiéndolos en 13 pasos para un matrimonio feliz y nos habla de la paciencia, actitud de servicio, sanar la envidia, no hacer alarde ni agrandarse, ser amables, ser desprendidos, sin violencia interior, perdonando, alegrarse con los demás, disculpa todo, confía, espera y soporta todo. Si en la búsqueda de la felicidad una pareja pone en práctica estos consejos seguramente será muy feliz.
- Cómo perder el miedo al «para siempre»: una cuestión de calidad
Claudia y Alfredo nos dicen: “Hoy en día estamos tan familiarizados con el término ´divorcio´ que aún antes de casarnos ya estamos pensando “si no funciona me divorcio” o más complicado aún “¿para qué me comprometo si podemos probar un tiempo y ver si queremos estar realmente juntos?” Estos pensamientos generalmente vienen de personas que ya se dieron por vencidas antes de comenzar una lucha y en esa lucha me refiero al matrimonio.
El «para siempre» se comienza a vivir hoy en mi día, en cómo quiero que sea mi propio “para siempre” sembrando pequeñas semillas de amor. El amor verdadero es permanente dice 1ª de Corintios 13; 13 “Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.” El amor permanente se vive diariamente, no necesitamos esperar a que sea mañana para que mi pareja se ponga más guapa o se le vaya el genio, sino que podemos amarla hoy sin necesidad de esperar, sin egoísmos ni ataduras, sin prejuicios pues como dice San Agustín “dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”.
Y el consejo del Papa Francisco: Queridos novios, el «para siempre» no es sólo una cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, sino que es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. Me viene a la mente el milagro de la multiplicación de los panes: también para vosotros el Señor puede multiplicar vuestro amor y donarlo a vosotros fresco y bueno cada día. ¡Tiene una reserva infinita de ese amor! Él os dona el amor que está en la base de vuestra unión y cada día lo renueva, lo refuerza. Y lo hace aún más grande cuando la familia crece con los hijos».
- La oración que deben rezar los novios y de los esposos
El papa Francisco dijo al respecto: Los esposos pueden aprender a rezar también así: «Señor, danos hoy nuestro amor de cada día», porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, el verdadero pan del alma, el que les sostiene para seguir adelante. […] Ésta es la oración de los novios y de los esposos. ¡Enséñanos a amarnos, a querernos! Cuanto más os encomendéis a Él, tanto más vuestro amor será «para siempre», capaz de renovarse, y vencerá toda dificultad».
Por su parte, el matrimonio de Alma y Jesús Portillo de Congreso de Matrimonios, explicó que las parejas deben atender el llamado del Papa Francisco de rezar la oración:
“Señor danos hoy nuestro pan de cada día”
“Señor enséñanos a amarnos, a querernos”
Y para ellos la respuesta de Dios está en 1 Cor 13: 4-8
El amor es paciente, es bondadoso;
El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso;
no se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente;
no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad.
todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor jamás se extingue.
De tal manera que el amor verdadero, solo se da en el crecer y trabajar juntos, comprometiéndose a entregarse sin condiciones. Pero crece en el matrimonio con la oración.
- Aprender a pedir permiso
El consejo del Papa Francisco en este sentido es: Escuchad bien esto: saber entrar con cortesía en la vida de los demás. Y no es fácil, no es fácil. A veces, en cambio, se usan maneras un poco pesadas, como ciertas botas de montaña. El amor auténtico no se impone con dureza y agresividad. En las Florecillas de san Francisco se encuentra esta expresión: «Has de saber, hermano carísimo, que la cortesía es una de las propiedades de Dios… la cortesía es hermana de la caridad, que extingue el odio y fomenta el amor» (Cap. 37). Sí, la cortesía conserva el amor. Y hoy en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hay necesidad de mucha más cortesía. Y esto puede comenzar en casa».
Al respecto el matrimonio Portillo afirma: “Es urgente recuperar los valores que se han ido perdiendo y retomarlos, poniéndolos en práctica en nuestra vida cotidiana. Sigamos el consejo del papa con algunos de ellos como:
Ser amables.
Dar las gracias, decir con permiso, por favor.
Trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Sonríe con frecuencia.
Aprende a disculparte.
Escucha.
Al conducirnos con amor afectuoso y cortes, generamos “amor”, “alegría” y “felicidad” a nuestro cónyuge y familia; haciendo que la llama del amor crezca y lo llevemos a los demás.
- Aprender a decir gracias
El Ministerio de Jesús Salvando Matrimonios y Familias comenta:
«El suponer que todo lo que hace la pareja es por obligación sin reconocer su intención por agradarnos y no ofrecer un “gracias”, poco a poco va generando en la relación estragos que van debilitando los lazos de cariño. El que da más se siente desvalorizado al no sentir un refuerzo positivo de su pareja y se va llenando de resentimiento el cual es muy peligroso para la estabilidad.
Nunca debemos cansarnos de dar las gracias y reconocer con un beso o un abrazo los buenos gestos de tu pareja. Además, al expresar efusivamente los agradecimientos se potenciarán más este tipo de gestos y se harán con más afabilidad. La predominancia de los mensajes positivos está asociada con las relaciones duraderas y los matrimonios felices.
Un ejemplo de esto sería:
Agradecer a la esposa por realizar los quehaceres del hogar, agradecer al esposo por su esfuerzo de ser el proveedor, etc.
El papa Francisco aconseja: En su relación de noviazgo, y mañana en la vida matrimonial, es importante tener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios, y a los dones de Dios se dice ¡gracias!, siempre se da gracias. Es necesario saber decirse gracias, para seguir adelante bien y juntos en la vida matrimonial.
- Aprender a pedir perdón
La soberbia, el orgullo y falta de humildad impiden que una persona reconozca sus errores por lo tanto es difícil alimentar el amor, nos dice el Ministerio Jesús Salvando Matrimonios de la Diócesis de Ciudad Juárez
Es importante eliminar de la cabeza un prejuicio por el cual, admitir un error supone algo así como una humillación, o caerse del pedestal en el que uno se ha posicionado. Lejos de ser así, las personas que piden perdón crecen de forma exponencial, ya que si se hace correctamente, lo que percibe el otro es:
*Que se han tenido en cuenta sus sentimientos
- Que existe una intención de introducir los cambios que se necesiten
- Que hay una intención de crear juntos una relación, en vez de imponerla
Saber pedir perdón y saber perdonar son dos de los cimientos fundamentales que sustentan las relaciones que se profesan un amor profundo y constructivo.
Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón. «Perdona si hoy levanté la voz»; «perdona si pasé sin saludar»; «perdona si llegué tarde», «si esta semana estuve muy silencioso», «si hablé demasiado sin nunca escuchar»; «perdona si me olvidé»; «perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo». Podemos decir muchos «perdón» al día. También así crece una familia cristiana. Si aprendemos a pedirnos perdón y a perdonarnos mutuamente, el matrimonio durará, irá adelante.
Cuando vienen a las audiencias o a misa aquí a Santa Marta los esposos ancianos que celebran el 50° aniversario, les pregunto: «¿Quién soportó a quién?» ¡Es hermoso esto! Todos se miran, me miran, y me dicen: «¡Los dos!». Esto es un hermoso testimonio».
- Ver el matrimonio como una fiesta
Habla Adolfo Baz Dresch, del Servicio diocesano de parejas problematizadas:
“Es frecuente encontrar en las catequesis pre-sacramentales (pláticas pre-matrimoniales) a parejas de novios que acuden a las mismas como un mero requisito y no buscando enriquecerse con lo que ahí pueden obtener y se les nota más la preocupación por lo externo, que su preparación para el sacramento que dicen ir buscando. Su atención se centra más en el salón, el vestido, los padrinos (patrocinadores), el banquete, la música, etcétera. Y es común observar que la cantidad de invitados se multiplica en la recepción con relación a los que participan de la celebración del sacramento, al cual pocas veces se le dedica la atención en su preparación como lo hacen con la recepción. Pareciera que es más importante “quedar bien” con los invitados, que ser conscientes del sacramento que se están administrando los novios.
El Papa Francisco nos dice:
«[…] el matrimonio es una fiesta, una fiesta cristiana, no una fiesta mundana. El motivo más profundo de la alegría de ese día nos lo indica el Evangelio de Juan: lo que hará pleno y profundamente auténtico vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y dona su gracia. Es su presencia la que ofrece el «vino bueno», es Él el secreto de la alegría plena, la que calienta verdaderamente el corazón. Es la presencia de Jesús en esa fiesta. Que sea una hermosa fiesta, pero con Jesús.
Adolfo Baz agrega: “De acuerdo con lo que nos dice el Santo Padre, es más importante brindarle mayor atención a la preparación espiritual del sacramento para poder entender y experimentar la grandeza del matrimonio y así poder apreciar la forma en que la gracia sacramental los fortalecerá en su camino”.
- Las bodas deben ser sobrias
En este punto nos comenta nuevamente Adolfo Baz, quien atiende a parejas problematizadas para sacar adelante su matrimonio:
“En las celebraciones matrimoniales, la participación de la alegría de los contrayentes se busca hacerla extensiva para con todos los conocidos y familiares, lo que conlleva a un gasto a veces excesivo para los novios o sus familias y ocasionando que surjan discrepancias en lo que se les debe ofrecer a los invitados en fiesta, comida, bebida, recuerditos, etcétera y por cierto, nunca se les da gusto a todos. De cuánta ayuda les sería a los nuevos esposos contar con ese apoyo económico que implica una “gran boda” para iniciar su vida juntos. Es en esa búsqueda de compartir que se puede caer en los excesos a los que la iglesia nos recomienda evitar.
Papa Francisco nos dice al respecto: “Algunos están más preocupados por los signos exteriores, por el banquete, las fotos, los vestidos y las flores… Son cosas importantes en una fiesta, pero sólo si son capaces de indicar el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición del Señor sobre vuestro amor. Hagan lo posible para que, como el vino de Caná, los signos exteriores de vuestra fiesta revelen la presencia del Señor y les recuerden a ustedes y a todos los presentes el origen y el motivo de su alegría”.
- El matrimonio supone un trabajo de los dos
En el Catecismo de la Iglesia Católica se nos dice que los fines del matrimonio son dos. El primero es “La ayuda mutua” y el segundo es “La procreación y educación de los hijos” y en ambos casos es indispensable la participación de los dos con su amor, esfuerzo y entrega, cuidando el evitar “cargarle” al otro responsabilidades que deben ser compartidas por ambos. Los tiempos cambian y lo que ayer era tradicional hoy puede no serlo, como el hecho de que el varón es el que provee y la mujer es la que atiende el hogar… nada más fuera de la realidad actual en la que la mayoría de las parejas se ven en la necesidad de trabajar los dos, lo que los lleva a tener que compartir también la atención de los hijos, el quehacer del hogar, la economía familiar, la toma de decisiones.
Sobre este punto el Papa Francisco nos dice: “El matrimonio es también un trabajo de todos los días, podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. ¡Y esto se hace entre Ustedes!. Esto se llama crecer juntos. Esto no viene del aire. El Señor lo bendice, pero viene de sus manos, de sus actitudes, del modo de vivir, del modo de amarse. ¡Hacernos crecer! Siempre hacer lo posible para que el otro crezca. Trabajar por ello.