Obispos de Ciudad Juárez, El Paso y Las Cruces celebraron la tradicional Misa en la Malla fronteriza, para orar por los migrantes fallecidos y por una política migratoria más humana.
Reunidos con un solo corazón, solidario, fraterno y sin fronteras, obispos, sacerdotes y fieles de las diócesis de Ciudad Juárez, El Paso, Texas, y Las Cruces, Nuevo México, celebraron la Misa Binacional que se realizó el pasado 21 de noviembre en la malla fronteriza de Anapra, donde oraron a Dios por los migrantes difuntos.
La Misa fue presidida por don José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, y concelebrada por los obispos Mark Seitz, de El Paso, Texas; Oscar Cantú y monseñor Ricardo Ramírez, obispos titular y emérito de Las Cruces, Nuevo México, respectivamente, así como sacerdotes de ambos lados de la frontera.
También estuvieron presentes, del lado mexicano, huéspedes de la Casa del Migrante, así como fieles de diferentes parroquias. Del lado americano, integrantes de Caballeros de Colón, y diferentes comunidades de apoyo a migrantes.
En la monición de entrada, el padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante, resaltó la tristeza y el dolor que es saber que cada vez son más migrantes los que tienen que emprender un éxodo por diferentes motivos como la pobreza, la injusticia, religión, discriminación, hambre, guerra y narcotráfico.“Y lo más triste es ver sus gobiernos indiferentes ante esta cruel y triste realidad… Acerquémonos llenos de alegría a aquel que es nuestro gran puente eterno, Jesús Nuestro Señor, para que nuestros hermanos migrantes ya estén en esa patria eterna donde no hay muros, sino puentes que conducen a la Vida Eterna”, dijo refiriéndose a los migrantes difuntos.
Iglesia sin fronteras En la homilía, don José Guadalupe definió como un hecho nuevo y dramático la migración, donde miles de personas son desplazados de sus lugares de origen por causas económicas, políticas, violencia y hasta por religión.
“La Iglesia, que es madre, debe sentirse a sí misma como Iglesia sin fronteras, atenta al fenómeno creciente de la movilidad humana. Aquí estamos como un compromiso de ese llamado que nos hace el papa Francisco a cooperar y dar atención pastoral a los que se siguen movilizando de un lugar a otro, en distintos países”, dijo.
Resaltó el documento de Aparecida, que invita al cristiano a denunciar de manera profética los atropellos que sufren los hermanos migrantes, ya que muchos han muerto en el intento de pasar de un lugar a otro.
“Hoy los recordamos en esta celebración. Es un desafío de todos hacer el esfuerzo por incidir en todas las instituciones gubernamentales para lograr una política migratoria que tenga en cuenta los derechos de las personas en movilidad”.
“Que el Señor los tenga en su gloria descansando. Que esta celebración de fe nos mantenga cada vez más unidos. Que estas mallas las logremos tumbar en amor y en fe”, añadió.
Antes de presentar el pan y el vino, se presentaron los símbolos del migrante. Al final de la celebración el padre Javier agradeció la presencia de los obispos, sacerdotes y comunidades, así como el apoyo a los migrantes.
Símbolos en la celebración eucarística binacional
• Cruz, símbolo de renuncia y despojo
• La imagen de la Virgen de Guadalupe, consuelo de los migrantes;
• Mochila, guaraches y agua, indispensable para los migrantes;
• Banderas, símbolo de identidad;
• Manta del Santo Padre, voz de los sin voz;
• Los escudos episcopales, manifestación de comunión universal con el Papa Francisco en nuestras diócesis y con los migrantes.