Se celebró la VIII Jornada Mundial de los pobres bajo el lema “La oración del pobre sube hasta Dios”… aquí el testimonio de las hermanas Siervas de los Pobres, quienes oran con y por los pobres en Juárez, desde hace 30 años…
Ana María Ibarra
“Hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos”, es lo que el papa Francisco considera un desafío que se debe acoger, y una acción pastoral que debe ser alimentada.
Así lo expresa en el mensaje para al VIII Jornada Mundial de los pobres, una efemérides que él mismo creó como signo concreto del Año Santo extraordinario de la Misericordia (2013), a celebrarse en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario y como preparación para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
Hoy, cuando se celebra la Jornada Mundial de los pobres, las hermanas Siervas de los Pobres comparten el servicio que desde hace 30 años realizan en Ciudad Juárez al lado de los más desprotegidos, viendo en ellos otro sacramento ante quien hay que arrodillarse como se hace ante la Eucaristía.
Descubrir a Dios
No hacer diferencia entre el pobre que sufre y Jesús en el sacramento, fue el carisma que el beato Santiago Cusmano dejó a la Congregación Siervas de los Pobres.
Y es así como las religiosas han vivido su misión en la Diócesis de Ciudad Juárez desde hace más de 30 años.
“Llegamos en 1989 a las colonias pobres de la ciudad. En estos años ha sido una experiencia de acompañamiento integral en sus sufrimientos en todos los sentidos, sobre todo en la escucha a sus necesidades, el respeto por su dignidad como personas y buscar los medios para aligerar sus necesidades económicas, de alimentación, de salud psicológica y espiritual”, compartió la hermana Mónica Olivas, coordinadora de la comunidad en la diócesis.
Entrevistada en su casa, la religiosa, quien fue una de las primeras que llegaron a Juárez, recordó que en los primeros años crearon pequeñas comunidades de base donde, a partir del evangelio, las personas -desde su ser de bautizados y su experiencia de fe-, tomaran conciencia de su compromiso como ciudadanos insertos en la sociedad para una transformación de su entorno.
“Ha sido también una experiencia de fe, ellos nos muestran un rostro de Dios humano y fraterno; nos evangelizan con su manera de entender a Dios y de relacionarse con otras personas. Hemos sido testigos de que la gente pobre aporta más a la humanización de nuestra sociedad con su vida sencilla, de solidaridad y ayuda generosa a otros más necesitados”, afirmó la religiosa.
«El contacto con la gente pobre nos hace descubrir a Dios, porque a pesar de sus necesidades y su dolor, no dejan de confiar en Dios y eso nos hace sensibles», agregó por su parte la hermana María del Rosario Cordova.
Hoy son más vulnerables
La hermana Mónica compartió que han descubierto una realidad de pobreza muy fuerte, necesidades de trabajo, falta de salud física y psicológica, falta de oportunidades, en pocas palabras, familias muy vulnerables, con mucha necesidad de ser acompañadas.
«Hemos descubierto pobreza de valores humanos. Las familias no cuentan con los suficientes recursos para resolver todo lo que implica una vida digna y sana en todos los sentidos», señaló.
Como Siervas de los Pobres, dijo la religiosa, hacen presente su carisma desde un acercamiento personalizado hacia los más pobres acompañándolos, escuchándolos y ayudándoles a resolver sus necesidades.
«Es una tarea ardua que hacemos con amor y cariño, con responsabilidad, manifestando el amor de Dios y también son manifestación de Dios en nosotras. Hay diferentes tipos de pobreza, conforme ha pasado el tiempo, ya no es lo mismo que hace más de 30 años. La dinámica cambió, la situación de marginación es más marcada, son más vulnerables ahora», expresó la hermana Mónica.
Por su parte, la hermana Mireya Irene López agregó que la nueva realidad de pobreza es la migración.
«Ellos traen una realidad itinerante, vienen careciendo de muchas cosas y con la extorsión que viven se ve minada su salud física y emocional. Para las Siervas de los Pobres es un nuevo rostro que atender ese otro tipo de pobreza. Ahí está otro desafío como Siervas y que hemos hecho opción de salir a lo emergente», enfatizó.
Solidaridad juarense
Para responder a los problemas de pobreza en la ciudad, las hermanas Siervas de los Pobres han experimentado que no van solas pues, dijeron, la gente de Ciudad Juárez es muy solidaria.
«Las comunidades responden generosamente ante una emergencia o una necesidad. Sin embargo, como Iglesia necesitamos estar más vinculados para dar respuesta a los nuevos rostros de pobres que se van presentando en nuestra ciudad, como son los migrantes, los desplazados», señaló la hermana Mónica.
Por lo tanto, dijo, se debe fortalecer y promover más, desde los proyectos pastorales, parroquiales y diocesanos, una pastoral social que pueda ir dando un rostro de una Iglesia más comprometida con los pobres y necesitados.
«Falta ser una Iglesia samaritana, no solamente desde lo asistencial, sino integralmente», añadió la coordinadora de la congregación.
«Está la Iglesia samaritana desde los de abajo, falta que la Iglesia samaritana desde la jerarquía, porque los pobres siempre comparten lo que tienen, no lo que les sobra, porque nunca les sobra», agregó por su parte la hermana María del Rosario.
Orar para ver al necesitado
Retomando del mensaje del papa Francisco el «hacer nuestra la oración de los pobres», las religiosas compartieron que, en su experiencia, se esfuerzan por hacer una oración encarnada, es decir, que las lleva a ver y sentir la realidad de los pobres.
«Rezamos con ellos acompañándolos, escuchándolos, valorándolos, promoviéndolos y haciéndoles sentir que son los privilegiados de Dios, ya que su oración es siempre una oración confiada, sabia, prudente, sencilla y humilde», afirmó la hermana Mónica.
En ese sentido, hay en los pobres una espiritualidad muy profunda que los hace ser resilientes ante cualquier situación, por más difícil que sea.
«Ellos aprenden a descubrir al Dios cercano y misericordioso que camina con ellos, aunque muchas veces ponga a prueba su fe, como lo vivió Job en el libro de Eclesiástico. Los pobres viven una oración confiada en el Dios de Jesús que acompaña el caminar de su pueblo, descubriéndolo desde la realidad que les presenta varios retos», reiteró.
Ver y atender
Ante las nuevas realidades de pobreza que las hermanas han ido descubriendo en la vida actual, motivaron a apoyar a los pobres de una manera más personalizada, escuchándolos, vibrando con sus sufrimientos, sus luchas, sus logros y sus alegrías.
«Es necesario vincularnos con otras personas que ya realizan un servicio a favor de los pobres, haciendo un trabajo en sinodalidad e intercongregacional, como lo estamos haciendo nosotras en unidad con otras congregaciones para responder a las necesidades de los migrantes».
Viviendo una oración encarnada e iluminada desde el evangelio, es lo que sostiene la misión de las Siervas de los Pobres.
«El evangelio nos saca de nuestra zona de confort. Si somos capaces de ver a Dios en la oración somos capaces de ver a Dios en el hermano. No hay amor a Dios si no hay amor al hermano», expresó la hermana Mireya.
Por su parte, la hermana María del Rosario resaltó que la oración es un momento para ellas compartir sus experiencias personales en misión.
Para concluir, la hermana Mónica señaló: «Nuestra oración ordinaria es desde el evangelio, desde la realidad de los pobres y desde nuestra misión como consagradas llamadas a descubrir a Dios presente en los pobres y que camina con nosotras. Y seguiremos hasta donde Dios quiera que lleguemos”.