Ana María Ibarra
A través de proyectos y programas educativos, culturales, deportivos, de prevención y reinserción social, CASA, Centro de Asesoría y Promoción Juvenil, ha llevado a cientos de niños, adolescentes y jóvenes a una transformación de los contextos adversos en los que viven en colonias marginadas de Ciudad Juárez.
Con 30 años de una labor incansable, CASA es un ejemplo de solidaridad, profesionalismo y compromiso social, que busca el desarrollo integral de los más desprotegidos.
Y es una iniciativa como las que el Papa Francisco pide impulsar, para ayudar concretamente a los pobres. (Mensaje para la VIII Jornada Mundial por los pobres)
Su origen católico
Comprometido con la juventud de colonias periféricas, el Centro de Asesoría y Promoción Juvenil A.C., CASA, surgió a mediados de los noventas, después de casi diez años de una labor impulsada desde algunas parroquias y grupos de laicos, especialmente a raíz de un trabajo pastoral juvenil ligado a las Comunidades Eclesiales de Base.
De manera cercana, CASA ha ido acompañando la formación y la atención a la juventud de las colonias periféricas, especialmente al poniente de la ciudad, con la visión de una sociedad en donde cada adolescente y joven logre desarrollar sus capacidades, ejerza sus derechos, participe en la transformación social y realice sus sueños en un entorno pacífico.
“CASA abre sus puertas a jóvenes de bajos recursos, que otras escuelas no recibirían, jóvenes con necesidad de atención personal, con problemas emocionales, con familias desechas… de esta manera la institución logra un impacto en sectores pobres y vulnerables”, dijo el padre Héctor Xavier Villa, párroco de Nuestra Señora del Rosario.
Como integrante del Consejo de CASA, el sacerdote aplaude el trabajo que ahí se realiza desde hace tres décadas, para atender a chicos de la calle, expulsados de las escuelas, sin familia o con familias desestructuradas, en drogas, violencia y pandillas.
“Yo mismo he sido favorecido, porque una persona que presenté del rumbo de Bellavista fue acogida en este centro”, reconoció.
Impacto social
Para el padre Villa, el impacto esta obra en la sociedad, aunque discreto, es muy grande, en ayuda muy concreta a los sectores pobres.
Describió que este impacto va más allá, pues la obra atiende también a niños tarahumaras y a niños migrantes, al igual que ofrece acompañamiento a sus padres.
“Ante esta situación dolorosa y dramática de la migración, CASA ha querido atender a estos niños que han dejado sus estudios en sus patrias para dar seguimiento”, indicó.
Para el sacerdote, este proyecto trabaja discretamente, incluso cuestionando el actual Sistema Educativo en México.
“Los maestros no suelen arriesgarse ni invertir tiempo en muchachos y muchachas problema. Hay situaciones en CASA que no son fáciles, y hacia las que no mira la sociedad y muchas veces ni nuestra Iglesia. Quisiéramos que los niños y jóvenes que acompañamos no dieran problemas, pero justo son los más necesitados de acompañamiento”, sentenció.
Historia y servicio
CASA se constituyó como asociación civil en 1994, respondiendo así a las necesidades de jóvenes en situación de marginación y sin oportunidades para una buena calidad de vida.
El trabajo que realiza va dirigida a tres áreas: 1. prevención a la deserción escolar, 2. participación juvenil y 3. atención especializada a jóvenes en riesgo.
El primero se enfoca en adolescentes y jóvenes en riesgo de abandonar el sistema educativo.
El segundo ofrece alternativas para que los jóvenes formen su liderazgo como promotores de sus comunidades y, a su vez, desarrollen iniciativas en favor de sí mismos y de otros.
Y el tercero se enfoca en muchacho(a)s que tienen condiciones de vida de mayor precariedad, son consumidores de drogas, o están involucrados en situaciones de violencia.
Las actividades de los programas de CASA van desde lo académico hasta talleres de desarrollo humano, música, baile, deporte, teatro, expresión literaria, cine, cocina y visitas a museos y espacios de entretenimiento, las cuales ayudan a los jóvenes a cambiar su visión de la vida, llevándolos a buscar un mejor futuro.
“Algunos maestros de la actualidad fueron jóvenes rescatados por CASA, que no solo cubrió sus necesidades académicas básicas, sino que los integró a la sociedad y despertó en ellos el deseo de hacer una carrera universitaria y ahora, integrados en este proyecto, buscan favorecer a otros jóvenes”, explicó el padre Villa.
Treinta años de amor
En estos 30 años, CASA ha experimentado un crecimiento al llevar a otros puntos de la ciudad los programas que ofrece, asimismo, ha modificado su forma de trabajar para lograr responder a las necesidades actuales.
CASA Central fue el primer edificio de la organización. Localizado en la Colonia Gustavo Díaz Ordaz, extiende la atención a las colonias Álvaro Obregón, Mariano Escobedo, Adolfo López Mateos, Plutarco Elías Calles, Emiliano Zapata, Guadalajara y Díaz Ordaz.
Su labor principal es la atención a la población de quinto y sexto año de primaria, de edades entre 10 y 11 años y jóvenes de 12 a 29 años, que cursan secundaria, preparatoria y universidad. Asimismo, brinda servicio a las familias de la comunidad.
A este centro le siguieron nuevas iniciativas, hoy en función, con valiosos frutos.
CASA Kolping inició en 2010 en la colonia Luis Olague. Ofrece talleres de artes y oficios, programas de capacitación para el trabajo, oportunidades de empleo temporal, talleres de formación humana y torneos deportivos. También comparte espacio para grupos comunitarios y de adultos mayores que habitan en el sector.
El Centro Paulo Freire inició en 2001, se ubica en la colonia Plutarco Elías Calles, cuenta con un área de cómputo, sala de lectura, salón de arte y un pequeño espacio de juegos y futbolitos. Atiende a estudiantes de primaria y secundaria con asesorías académicas, actividades culturales, deportivas y comida. A jóvenes de preparatoria les ofrece talleres de lectura y crecimiento personal. También imparte educación abierta (primaria y secundaria) con el fin de reinsertar a jóvenes y adolescentes en el ámbito educativo.
También en el Oriente
Otros programas que desarrolla CASA buscan prevenir la deserción escolar con acompañamiento académico personal y trabajo para el desarrollo de habilidades para la vida y cambio conductual.
También impulsar la reinserción escolar en el nivel que sea necesario, así como ofrecer espacios culturales y artísticos para el desarrollo de los jóvenes del poniente de la ciudad. Igualmente proyectos que buscan potenciar en los jóvenes valores de equidad, pluralidad, amor, justicia, entre otros, a partir del deporte, fomento del autoempleo y generación de recursos para una mejor calidad de vida.
Más recientemente, CASA comenzó a atender a los más necesitados en el suroriente de la ciudad al instalar un aula móvil en la colonia Parajes de San Isidro, que luego se convirtió en una sede más de CASA: Orientarte.
El centro ha impartido talleres de fotografía, periodismo, cocina, pintura y muralismo, así como ha hecho convenios con las escuelas de la zona en los niveles básico y medio superior para crear redes de prevención de situaciones de riesgo en jóvenes en situación precaria.
Para el padre Héctor Villa, quien ha conocido el camino de CASA desde sus inicios, todo esto representa más que buena voluntad y capacitación.
“Se requiere un espíritu que pueda responder a este reto de nuestra sociedad: muchachos marginados, que nadie quiere y que aparentemente no tienen futuro”, finalizó.